El intelectual holandés Erasmo de Rotterdam publicó, en 19xx, la primera edición del Nuevo Testamento en griego, el famoso “Textus Receptus”. Como hemos visto en la entregas anteriores de esta serie sobre la historia de la Biblia, en el Concilio de Roma del añ0 382 d.C. se estableció el canon del Nuevo Testamento.
Cuatro siglos después de la muerte de Jesucristo, la recién instituida Iglesia Católica proclamaba tener una colección de escritos que representaban el mensaje, vida y obra del fundador del movimiento cristiano.
La historia es otra. Revisemos los hechos.
El texto original de varios de los escritos cristianos había sido alterado por los escribas, la autoría de la mayoría de estos textos no era fácil de determinar y los manuscritos incluidos en el canon no eran necesariamente los más populares o los más utilizados por las diferentes comunidades cristianas.
Además, se habían perdido los textos originales de muchos evangelios, las traducciones hechas del griego al latín en el siglo IV habían modificado nuevamente los textos y la recopilación encargada por el Papa Dámaso I a San Jerónimo en el 382 d.C. para tratar de corregir estos problemas no había sido realizada con la rigurosidad necesaria para remediar el caos reinante. Todo esto sin tomar en cuenta que la comunidad cristiana, aquella con base en Roma, que se convirtió en la Iglesia Católica, no representaba un consenso entre las diferentes comunidades cristianas de la época, la mayoría de las cuales tenían una interpretación particular del mensaje de Jesucristo sino que se impuso gracias a sus influencias y capacidad organizativa. Luego de imponerse y convertirse en la religión oficial del imperio romano, la comunidad de cristianos de Roma estableció que ellos eran los únicos que tenían la opinión correcta sobre el mensaje de Jesús, los demás eran herejes. “Aparición de Cristo a la Magdalena”, Francisco Henriquez.
La importancia de las otras comunidades cristianas fue eliminada en esfuerzos como el libro “Historia de la Iglesia” de Eusebio (263 – 339 DC). En esta obra, Eusebio, quien era parte de la comunidad de Roma, pretende hacernos creer que la interpretación del mensaje de Jesús de la comunidad cristiana de Roma fue la doctrina original en la mayoría de lugares donde empezó el cristianismo. Walter Bauer demostró que el caso era más complicado y que las comunidades locales fueron tan o más importantes que la de Roma.
El canon es una lista hecha por la Iglesia Católica en el año 382 d.C. en la que se especifica que escritos podían leer los católicos durante sus rituales. Estos libros fueron los que luego se armaron en colecciones de manuscritos y son los que ahora conocemos como la Biblia. Los libros que no se incluyeron en el canon fueron declarados como apócrifos.
Afirmar a finales del siglo IV, que el texto de los libros del canon católico era la palabra de Dios y el mensaje de Jesucristo como él se lo había transmitido a sus discípulos, es ocultar los hechos y simplificar la verdad. En todo caso, podríamos decir que el canon católico es una colección de textos que representa una visión particular del mensaje de Jesucristo y que además, sufrió serias alteraciones a través de los primeros siglos de la era cristiana.
El solo hecho de que existan tantos evangelios apócrifos refuerza la idea de que una comunidad fue la que se impuso sobre las otras sin ningún tipo de consenso. Pero el canon era solo un documento que especificaba que libros que podían ser leídos en los rituales católicos y cuales no debían ni mirarse, los famosos apócrifos. El canon no indicaba el texto o la versión correcta de los manuscritos que debían leer los cristianos.
En un intento por detener la alteración que sufrían los textos de los libros del canon al ser traducidos improvisadamente del griego al latín, el Papa Dámaso I (304 – 384 d.C.) le encargó al intelectual Jerónimo de Estridón (340 – 420 d.C.), en el 382 d.C., que recopilara los manuscritos griegos y hebreos más antiguos para producir un texto único en latín capaz de erigirse como el texto oficial aceptado por la Iglesia Católica. Una de las páginas de la famosa “Vulgata Latina”, que sirvió como la Biblia oficial de la Iglesia Católica desde el siglo IV hasta el siglo XVI. Historia de la Biblia VIII: El Textus Receptus
Así llegamos a los inicios del siglo V con esta primera versión de la Biblia, o colección de textos, llamada la Vulgata Latina recopilada por Jerónimo de Estridón. La Vulgata Latina, como vimos en la entrega anterior de esta serie, fue compilada sobre el análisis de manuscritos que no eran necesariamente los más fieles al original ni los más antiguos. Pese a los errores, la Vulgata Latina fue la Biblia del mundo occidental por más de 1000 años, hasta que llegó la imprenta. Alrededor de 1439, Johannes Guttenberg (1398-1468) empezó a desarrollar técnicas de impresión mecánica y cambió para siempre la forma en la que se reproducían los libros.
El difícil trabajo que habían realizado los escribas copiando manuscritos letra por letra fue reemplazado por un sistema mecánico, que al margen de la producción masiva, permitía tener un control casi absoluto sobre la fidelidad de las copias. La primera impresión masiva realizada por Johannes Guttenberg fue la reproducción de una edición de lujo de la Vulgata Latina que tomó seis años en completarse, desde el 1450 a 1456. Al inicio del siglo XVI, un cardenal español llamado Francisco Jiménez de Cisneros (1437-1517) decidió producir una versión del Nuevo Testamento en griego. Al mando de un equipo de eruditos, Jiménez de Cisneros produjo una edición políglota de la Biblia.
El Antiguo Testamento se presentó, recurriendo a los textos originales, en tres columnas: hebreo, latín y griego.
El Nuevo Testamento se editó en griego porque la mayoría de manuscritos antiguos y/o originales de los textos estaban en griego. “El Cardenal Cisneros dirigiendo la construcción del Hospital de Caridad en Toledo”, Alejandro Ferrant. Esta Biblia fue producida en Alcalá, España, y es conocida como la Complutense Políglota. Constaba de seis volúmenes y se terminó de imprimir alrededor del 1514. Su publicación fue retrasada hasta 1520 ya que siendo una producción oficial de la Iglesia Católica necesitaba la aprobación del Papa Leo X (1475 – 1521).
No se conoce con exactitud que manuscritos utilizó Jiménez de Cisneros para producir la Complutense y con que criterio los seleccionó. Una pista sobre la procedencia de los manuscritos utilizados se encuentra en la dedicatoria que Jimenez de Cisneros escribe para las primeras páginas de la Complutense.
En esta, Jiménez le agradece al Papa Leo X por los manuscritos griegos que le prestó para realizar la publicación por lo que podemos deducir que algunos de los textos que utilizó provienen de la Biblioteca del Vaticano. Según Bart Erhman, reconocido erudito del estudio de la Biblia, a inicios del siglo XIX, un investigador danés llamado Moldenhawer visitó Alcalá para tratar de buscar en las bibliotecas de la región los manuscritos que podían haber servido como fuente para la edición complutense (además de los del Vaticano). Moldenhawer queóo sorprendido cuando descubrió que la biblioteca local si había conservado manuscritos griegos antiguos pero que estos habían sido vendidos, como desperdicios, a un fabricante de fuegos artificiales llamado Toryo en 1749. Primera pagina de la edicion Complutense Poliglota de la Biblia realizada por el Cardenal Francisco Jimenes de CIsneros.
Al centro se aprecia el escudo de armas de Jimenes de Cisneros. El detalle es que la Complutense fue la primera edición impresa del Nuevo Testamento en griego y de la Biblia en general, pero no la primera en publicarse. Entre el 1514, año en el que se terminó de imprimir, y 1520, año en el que se publicó la Biblia Complutense Políglota, Erasmo de Rotterdam (1466 – 1536), un intelectual holandés, produjo y publicó una edición del Nuevo Testamento en griego y en latín. Erasmo tenia razones personales para publicar la Biblia en los dos idiomas.
Erasmo pretendía publicar en latín, entre otras razones, para corregir la Vulgata Latina producida por San Jerónimo como explica en esta frase: “Sería justo que San Pablo se dirigiera a los romanos en un latín ligeramente mejor.” Por otro lado, Erasmo quería también que la edición incluyera el Nuevo Testamento en griego porque sentía que el texto original había sido alterado por los escribas: “Pero algo que los hechos dicen, y es claro, como dicen, hasta para un ciego, es que a menudo la torpeza o falta de concentración del traductor han alterado el texto en griego; a menudo el verdadero y genuino significado ha sido corrompido o alterado por escribas ignorantes que son autodidactas y que se duermen mientras realizan su tarea.”
La importancia de la publicación del Nuevo Testamento en griego radica en que la mayoría de los textos que componen el Nuevo Testamento fueron escritos originalmente en griego y podían servir como referencia para analizar la famosa Vulgata Latina y corregirla. Es decir, era una buena oportunidad para tratar de regresar a los textos originales de los evangelios y cartas del Nuevo Testamento. Las circunstancias no fueron las más propicias y sucedió lo contrario. Erasmo de Rotterdam produjo una versión apurada del Nuevo Testamente en griego que lamentablemente aún permanece como la base de la mayoría de nuestras Biblias modernas. En Julio de 1515, Erasmo viajó a la ciudad de Basel en busca, casi desesperada, de manuscritos antiguos griegos para usarlos como base para su texto griego del Nuevo Testamento.
Según varios investigadores como Bart Erhman, Erasmo no encontró demasiados manuscritos y tuvo que arréglaselas con lo que tenía. Al parecer, Erasmo se basó principalmente en un solo manuscrito griego del siglo XII para los evangelios, y en otro del mismo periodo para los Hechos de los Apóstoles y para las cartas. Erasmo de Rotterdam y su socio Johan Froben (1460 – 1527) sabían que la edición de la Complutense estaba en proceso así que apuraron el proceso de producción y trataron de terminar el texto en griego lo antes posible. El trabajo fue tan apresurado que Erasmo no transcribió muchos de los manuscritos sino que se limitó a hacer anotaciones en los mismos y así los envió directamente a la imprenta. Un ejemplo de la falta de rigor de Erasmo en la selección y análisis de los manuscritos utilizados para su Nuevo Testamento en griego está en los últimos versículos de su version griega del libro de Revelaciones.
Durante su investigación, Erasmo no encontró ningún manuscrito que incluyera el texto de este libro así que le pidió a su amigo Johannes Reuchlin (1455 – 1522) que le prestara un manuscrito de ese libro. Para mala suerte de Erasmo, la última página del manuscrito proporcionado por Reuchlin que contenía los últimos seis versículos del libro de Revelaciones era ilegible. Una de las primeras páginas del Nuevo Testamento en griego publicado por Erasmo de Rotterdam en 1516.
Ante la presión de entregar lo antes posible el texto a la imprenta para publicar su trabajo y ganar la carrera contra la versión Complutense Políglota de Jiménez, Erasmo decidió hacer trampa. Los seis versículos faltantes del final de libro de Revelaciones los tomó de la Vulgata Latina, escrita en latín, y los tradujo al griego.
Este es un solo un ejemplo de los errores que Erasmo cometió por apuro y por falta de rigor. El mismo reconoció que el libro estaba lleno de errores. Si bien es cierto que en las ediciones posteriores se trató de corregir estos errores, el problema principal era que la mayor parte del texto había sido tomado de manuscritos no muy antiguos, mayormente del siglo XII, y no muy confiables.
Es decir, las correcciones de las ediciones posteriores solo eran parches que no solucionaban el problema de fondo. Los errores cometidos por Erasmo son trascendentales en la historia de la Biblia porque a pesar de todos estos errores y probablemente como consecuencia de ser la primera Biblia editada en una imprenta en forma masiva, su versión fue reeditada y tomada como base para muchas otras ediciones posteriores del Nuevo Testamento en griego.
Una de ellas, de 1633, presentaba el texto con la siguiente frase: “Ahora usted tiene el texto que ha sido recibido por todos, en el que no hemos entregado nada cambiado o corrompido.” Evidentemente, no es cierto porque el texto de Erasmo fue un texto hecho a base de unos cuantos manuscritos griegos que no eran los más antiguos o los más fiables.
De la frase anterior se derivó el nombre “Textus Receptus” para denominar a esta versión del Nuevo Testamento en griego que pese a sus innumerables errores se convirtió en la nueva versión “oficial” de la Biblia por más de trescientos años, hasta finales del siglo XIX. Detalle de una de las páginas de la Biblia editada por Erasmo de Rotterdam en la que se aprecia al lado izquierdo el griego y al derecho el latín. La Vulgata Latina cedió el trono al no mucho mejor Textus Receptus de Erasmo. Lo terrible es que, con el tiempo, el Textus Receptus no solo fue reeditado varias veces en griego, sino que una vez que la Iglesia permitió la traducción de las escrituras a las lenguas locales, al final del siglo XVI, este se convirtió en el texto base para todas las Biblias que se empezaron a publicar en el mundo.
Las primeras Biblias traducidas al alemán, inglés, español o francés usaron como base, para el Nuevo Testamento, el texto apurado del Textus Receptus. Una vez más, la supuesta palabra de Dios parecia más humana que nunca… Biblias tan famosas como la King James Bible o la Biblia de Casiodoro de la Reyna estaban basadas en el Nuevo Testamento en griego del Textus Receptus.
La ambición intelectual de Erasmo, su falta de responsabilidad y su desmesurado apuro han dejado un legado que ha llegado hasta nuestros tiempos porque el Textus Receptus es, de alguna manera, la base del texto de la mayoría de las Biblias que tenemos en nuestras casas. Pero la reforma llegaría con Westcott, Hort y el gran cazador de manuscritos Von Tischendorf, aunque no serviría de mucho.
4 junio, 2012 por Alan Brain
http://losdivulgadores.com/blog/2012/06/04/historia-de-la-biblia-viii-el-textus-receptus/
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