Está bien documentado que el canibalismo puede llevar a enfermedades degenerativas del cerebro, incluyendo formas comunes de demencia y la enfermedad de Creutzfeldt–Jakob.
Pero los científicos han descubierto recientemente que una tribu, conocida por sus tendencias antropófagas, ha desarrollado resistencia a ciertas enfermedades neurológicas.
El hallazgo podría tener enormes implicaciones en el tratamiento —o incluso la prevención— de males como el Alzheimer. No se sabe a ciencia cierta cuándo los humanos adquirieron el hábito de la antropofagia. La investigación fue llevada a cabo por la Unidad Prión del Medical Research Council de la Universidad de Londres. Los estudiados fueron los Fore, una tribu aislada al este de Papúa Nueva Guinea.
A mediados del siglo pasado, los antropólogos descubrieron que los Fore consumían la carne de sus difuntos para honrarlos, en especial el cerebro. Esta práctica provocó efectos desastrosos en la población, y esparció una enfermedad fatal neurodegenerativa conocida como Kuru, la cual es, justamente, consecuencia del consumo de una proteína infecciosa llamada prión, ubicada en el tejido cerebral humano contaminado.
En su auge, durante los 1960s, la enfermedad Kuru hizo estragos en la población Fore, sobretodo en las mujeres —quienes eran las que consumían más cerebro durante los rituales—. A pesar que los rituales de canibalismo fueron prohibidos posteriormente, sus efectos aún perduran en la tribu.
El nuevo estudio, publicado en la revista Nature, concluye que, si bien la práctica ritual funeraria causó una epidemia mortal, también generó una mutación genética que hizo a los Fore inmunes a la Kuru y otras enfermedades. Los sobrevivientes de Kuru parecen haber desarrollado una variante de la proteína priónica resistente a enfermedades neurológicas degenerativas como la de Creutzfeldt-Jakob (CJD).
Por lo tanto, entender este tipo de proteínas podría ayudar a los científicos a encontrar mejores tratamientos para enfermedades como el Alzheimer y trastornos neurodegenerativos como el Parkinson. Miembros de tribu Fore, Papúa Nueva Guinea.
El Profesor John Collinge, a cargo del programa de investigación, indicó que «esta es la primera vez que se encuentra una mutación genética natural en los humanos que previene la Kuru». Asimismo, los investigadores utilizaron la ingeniería genética en un ratón de laboratorio para alterar de manera similar los 253 «bloques constructores» —aminoácidos— que constituyen la proteína priónica.
Los resultados arrojaron un 100% de resistencia a la Kuru y a todas las formas de CJD por parte del ratón alterado genéticamente «A partir del trabajo genético en humanos que desarrolló la Unidad en Papúa Nueva Guinea, esperábamos que el ratón mostrara alguna resistencia a la enfermedad», dijo el Dr. Emmanuel Asante, quien lideró el equipo que realizó la prueba. «Sin embargo, nos sorprendió que el ratón quedara completamente protegido de todas cepas del prión humano. El resultado no puede ser más contundente o dramático», añadió. «Este es un notable ejemplo de la evolución darwinista en humanos.
La epidemia de la enfermedad priónica generó una respuesta a nivel genético para proveer una protección contra un tipo de demencia fatal», sentenció el Profesor Collinge. Los científicos esperan comprender la base molecular de este efecto en el cerebro humano, para así poder desarrollar nuevos tratamientos contra las enfermedades neurodegenerativas en los próximos años.
Artículo publicado en MysteryPlanet.
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