La tendencia bajista y volátil continuó hoy en la bolsa china después del lunes negro a pesar de las promesas gubernamentales de seguir esforzándose para "estabilizar" los mercados.
La bolsa de Shanghái, la mayor del país, acabó en 3.663 puntos, lo que supone una bajada del 1,7% después de que durante la jornada alternase tímidas subidas con caídas del 5%.
La bolsa de Shenzhen, que agrupa a las compañías tecnológicas, cerró en 2.111 puntos, una caída del 2,24 %.
Más de 300 empresas hubieron de suspender su cotización al alcanzar las pérdidas máximas permitidas, del 10%.
El retroceso llega después de que los parqués registrasen pérdidas del 8%, las mayores desde 2007.
Las autoridades han anunciado tras el cierre de hoy que están investigando la "anormal" caída de ayer y, en concreto, las ventas masivas concentradas en unas pocas manos.
Las nuevas pérdidas parecen demostrar que los inversores creen más en quienes anuncian un mercado aún sobrevalorado y un margen de caída amplio que en los esfuerzos gubernamentales o las informaciones tranquilizadoras de la prensa oficial.
El diario Global Times indicaba hoy que el lunes negro era "simplemente una corrección y no un signo de una nueva y prolongada caída": "El descenso de un día difícilmente sugiere que los esfuerzos del Gobierno por restablecer la estabilidad en el mercado han chocado con un obstáculo", afirma el artículo, que señala las dos semanas anteriores de subidas como prueba de su eficacia.
Las autoridades desvelaron ayer que la China Securities Finance Corporation, el órgano que utiliza Pekín para intervenir en las bolsas, seguirá adquiriendo acciones para estabilizar los mercados.
Este órgano dispondría de hasta tres billones de yuanes para financiar las compras de brokers y bancos.
Las bolsas chinas están experimentando el verano más movido de sus tres décadas de existencia.
Tras un año en que se revalorizaron hasta un 150%, a mediados de junio sufrieron unas caídas pronunciadas que se llevaron casi un tercio de su valor.
La crisis obligó a intervenir a Pekín con un paquete de medidas que incluyó la suspensión de nuevas salidas a bolsa, la prohibición de vender a los grandes accionistas, una inyección masiva de capital o la investigación policial de operaciones sospechosas.
La reacción oficial parecía haber calmado a los mercados, que subieron un 15% en las últimas semanas.
El fuerte intervencionismo estatal en las bolsas plantea muchas dudas sobre el alcance de las anunciadas reformas económicas del Gobierno de Xi Jinping, quien había prometido que las fuerzas del mercado tendrían un peso cada vez mayor en el país.
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