Regla número 1 del Libro de la Guerra: «Nunca marches sobre Moscú, distintas personas lo han intentado, Napoleón y Hitler, y no valió de nada». —Gral. Bernard Montgomery. Las victorias de Napoleón Bonaparte son bien conocidas a lo largo del globo, al igual que sus derrotas.
De hecho, no son pocas las batallas que han quedado grabadas a fuego en la Historia debido a que el «Pequeño Corso» fue vencido de forma humillante. Una de ellas, precisamente, es su campaña sobre Rusia, un plan que salió estrepitosamente mal debido —principalmente— al viento gélido de la estepa y a las enfermedades.
O eso se pensaba hasta ahora, pues dos nuevos estudios científicos han corroborado que el hambre también pudo ser determinante en la muerte de miles de soldados galos. Dicha conclusión se ha podido establecer gracias a una serie de análisis realizados a los restos de varios militares de las guerras napoleónicas hallados en Lituania.
Estos han desvelado que los combatientes contaban con un alto novel de isótopos de nitrógeno en sus huesos, algo que sucede cuando el organismo sufre una falta grave de proteínas. Napoleón retirándose tras la terrible Campaña de Rusia entre junio y diciembre de 1812.
Realizados por Serenela Pelier y Sammantha Holder (de la Universidad de antropología central de Florida) bajo la dirección de la bioarqueóloga Tosha Dupras, los estudios han sido publicados en la revista Forbes.
En el primero, Pelier ha analizado los isótopos de oxígeno presente en los restos para averiguar su origen geográfico. Por su parte, Holder ha usado los isótopos de carbono y nitrógeno para conocer la dieta de los sujetos y si sufrían, o no, falta de algún alimento.
La campaña Corría 1812 cuando Napoleón Bonaparte envió a 675.000 hombres llegados de toda Europa hacia la estepa rusa para evitar que el zar Alejandro I se lanzase sobre Polonia (ya suelen decir que la mejor defensa es un buen ataque). Sin embargo, tras varios meses de luchas y avanzar sobre la misma Moscú, esta Grande Armée no tuvo más remedio que iniciar una retirada masiva.
Esta se realizó, en principio, debido, al frío y las enfermedades. En esa huida controlada murieron miles de combatientes. De hecho, cuando el grueso de las tropas llegaron a Smolensk, al oeste del país, solo había 41.000 soldados vivos. Desde allí, el ejército continuó hacia el oeste, cruzó el río Beresina y llegó a Vilna, en Lituania, donde cayeron otros 20.000 militares debido a la hipotermia, el hambre y el tifus.
Allí fue precisamente donde, en 2001, el arqueólogo Rimantas Jankauskas halló varias fosas comunes con restos de más de 3.200 combatientes de la Grande Armée. Todos, en menos de siete metros cuadrados y todavía con lo que quedaba de sus uniformes y sus pertrechos. La mayoría, hombres (salvo dos docenas de mujeres).
Los estudios
Este tesoro arqueológico es el que ha sido usado por las expertas para determinar si el hambre afectó o no de forma determinante a los combatientes. Para ello, Pelier analizó, en primer lugar, restos del fémur de ocho hombres y una mujer (acompañante de los soldados, probablemente).
Durante su investigación, basada en la medición de isótopos de oxígeno en los huesos, logró averiguar que ninguno de los varones era natural del lugar y que, posiblemente, habían estado en la Península Ibérica y en África antes de llegar hasta allí (ambos, lugares en los que combatió el ejército de Napoleón). La mujer, por su parte, provenía del sur de Francia.
Restos de varios soldados napoleónicos hallados en una fosa común en Lituania. Posteriormente, Holder analizó los restos de isótopos de carbono y de nitrógeno que se hallaban en las muestras de 73 hombres y 3 mujeres enterradas en la fosa común. Y es que, la cantidad de estas sustancias presentes en los huesos ofrece datos sobre los carbohidratos y proteínas que ingerían lo sujetos.
Los resultados fueron determinantes: más de dos docenas de los sujetos tenían altos niveles de isótopos de nitrógeno (algo que sucede —entre otras situaciones— cuando el organismo necesita urgentemente proteínas.
Esto, en palabras de la experta, indica que muchos sufrieron de una mala alimentación. «Los periodos prolongados de inanición se produjeron, probablemente, debido al servicio militar o a sus viajes por Europa», ha determinado Holder. A pesar de que la experta ha señalado que sus conclusiones son provisionales, parece que la falta de comida causó estragos en el ejército de Napoleón.
Artículo publicado en MysteryPlanet.
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