Las negociaciones 5+1 se prolongan, pero no por causa de Washington y de Teherán sino porque Moscú quiere asegurarse de que el nuevo orden regional en el Medio Oriente no perjudique sus intereses. Thierry Meyssan levanta una esquina del velo sobre la prolongación de las conversaciones de Lausana.
RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 13 DE JULIO DE 2015
De izquierda a derecha, el embajador de Siria en Moscú Riad Haddad; el ministro sirio de Exteriores Wallid Muallem; la señora Buthaina Shaaban, consejera especial del presidente Assad; el ministro ruso de Exteriores Serguei Lavrov y el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, se reúnen en Moscú, el 29 de junio de 2015.
Las negociaciones 5+1 siguen prolongándose. Después de los problemas de salud del secretario de Estado estadounidense John Kerry y del jefe de la diplomacia irania Javad Zarif, se han mencionado todo tipo de pretextos para retrasar la firma del acuerdo. Sin embargo, ni Washington ni Teherán parecen preocupados. Al contrario, todo marcha como si ya no hubiese problema entre Estados Unidos e Irán sino entre esos dos países y los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU.
Desde esta mismas columnas revelé las negociaciones secretas entre Israel y Arabia Saudita, que tratan de adaptarse a las consecuencias del futuro acuerdo [1]. Aunque no dispongo de información tan precisa sobre la iniciativa rusa, es posible tratar de deducir sus líneas fundamentales.
El acuerdo entre Estados Unidos e Irán [2] es la estrategia de “segunda mano” del presidente Obama después del fracaso de su proyecto de 2013 de compartir con Rusia el «Medio Oriente ampliado» [3]. En la primera conferencia de Ginebra sobre Siria, realizada sin representantes de ese país árabe, Washington pensaba poner en manos de Moscú la misión de controlar los ímpetus de los países árabes y de garantizar la seguridad de Israel, donde residen más de un millón de ex soviéticos. Pero ese plan fracasó, no por culpa de los rusos sino a causa de la división reinante en el seno de la administración Obama. Los fanáticos de la guerra fría, encabezados por Hillary Clinton y el general David Petraeus, sabotearon aquel acuerdo.
Resulta por lo tanto perfectamente lógico que Moscú quiera asegurarse ahora de que las negociaciones entre Estados Unidos e Irán no se desarrollen a expensas de sus intereses.
¿Cuáles son los objetivos estratégicos de Rusia?
En el plano global, Rusia y China siguen adelante con su proyecto de establecimiento de las rutas comerciales que garanticen su libertad económica. Mientras tanto, Estados Unidos trata por todos los medios de impedirlo para conservar el dominio del mundo a través del control de las rutas marítimas (teoría del «control de los espacios comunes») [4].
Gas a cambio de armas
En lo tocante al «Medio Oriente ampliado» [5], Rusia considera que su interés consiste en tener en su frontera sur un Irán lo bastante fuerte como para impedir una invasión prooccidental, aunque no tan fuerte como para regresar a la época de la amenaza del imperio persa. Vladimir Putin mantiene hoy excelentes relaciones tanto con el Guía de la Revolución, ayatola Khamenei, como con el presidente de la República Islámica, el jeque Rohani. El presidente ruso ha tomado nota simultáneamente de los éxitos militares de los Guardianes de la Revolución en Palestina en Palestina, Líbano, Siria, Irak y Bahréin, y del formidable desarrollo industrial de Irán. Varias veces por semana, emisarios rusos, oficiales o no, viajan a Teherán para intercambiar información política, pero también datos militares y económicos.
Rusia se inquieta ante las consecuencias que tendría la próxima venta de gas iraní a la Unión Europea, proyecto inicialmente concebido por Estados Unidos para que Bruselas pudiese prescindir del gas ruso. Sin embargo, para Moscú, se trata de un riesgo que sólo existe a corto plazo ya que Rusia está separándose poco a poco de la Unión Europea y acabará vendiendo su gas a China. El riesgo para las finanzas rusos se limita por consiguiente a un periodo de menos de 5 años, quizás menos, justo el tiempo que demoraría construir o mejorar los gasoductos a través de Siberia. Como contrapartida por la venta de gas iraní a Europa Occidental en reemplazo del gas ruso, Teherán se ha comprometido por lo tanto a dedicar sumas considerables a la compra de armamento ruso, principalmente los misiles antiaéreos S-400, capaces de destruir cualquier tipo de aeronave en pleno vuelo.
Pero ese acuerdo contradice la resolución 1929 del Consejo de Seguridad de la ONU, que prohíbe las ventas de armas a Irán [6], resolución que el anterior presidente ruso Medvedev había decidido respaldar y aplicar, provocando con ello una crisis con su entonces primer ministro Vladimir Putin. Es por eso que ahora el propio Vladimir Putin reclama que se abrogue esa resolución antes de la firma del acuerdo 5+1.
Ese punto no debería molestar demasiado a Washington, aunque sí acentuará la división del mundo en dos bloques.
El terrorismo
El otro interés estratégico de Rusia en Viena es el futuro del Emirato Islámico. No queda ya ninguna duda de que la organización terrorista, hoy bajo las órdenes de Turquía y financiada por un sector de la familia real saudita, está dispuesta a abandonar Irak y Siria para desplazarse hacia el Cáucaso ruso. Desde diciembre de 2014, los oficiales originarios del Magreb han sido apartados paulatinamente de la dirección del Emirato Islámico. Casi todos han sido reemplazados por ex soviéticos, principalmente georgianos y uzbekos. Actualmente, las comunicaciones internas de los oficiales del Emirato Islámico, por vía radiofónica, ya no son en árabe sino casi siempre en ruso dado que los yihadistas árabes ya son solamente carne de cañón. Moscú está por lo tanto obligado a eliminar el Emirato Islámico, actualmente en el Medio Oriente, o tener que combatirlo mañana en su propio suelo, en el Cáucaso.
Es por eso que Rusia solicitó el viaje de una delegación siria a Moscú. Para sorpresa del ministro sirio de Relaciones Exteriores, Wallid Muallem, la conversación no fue con su homólogo ruso, Serguei Lavrov, sino que la delegación siria fue recibida por el presidente ruso Vladimir Putin el 29 de junio. Este último acogió calurosamente a los enviados sirios, en público, en presencia de la prensa, y les expuso detalladamente el proyecto ruso en un largo discurso: Siria debe acercarse a Arabia Saudita, Jordania y Turquía para eliminar el Emirato Islámico. El jefe de la diplomacia siria fue invitado después a hacer uso de la palabra ante la prensa, junto al presidente Putin, sin haber tenido ocasión de contestarle anteriormente.
Es evidente que Rusia ya había discutido secretamente ese plan no sólo con Arabia Saudita [7], Jordania y Turquía [8], sino también con Irán. Y tenía particular interés en mostrar al resto del mundo que estaba en posición de dictar su política a Siria. Esta última, a pesar de su sorpresa ante el plan ruso, se beneficia claramente con él ya que su aplicación marcaría el fin de la guerra.
En todo caso, el plan ruso coincide con la posición de Siria, que –desde enero de 2014 y la segunda conferencia de Ginebra, a la que sí fue invitada, contrariamente a lo sucedido en la primera conferencia– ha estado lanzado llamados a la unidad internacional en contra del terrorismo. Una posición que no deja de resultar una ironía en la medida en que los yihadistas, designados como «oposición siria moderada», tienen el respaldo de… Arabia Saudita, Jordania, Turquía y, en general, de la OTAN.
¿Es realizable el plan ruso?
El plan ruso, de interés para todos los Estados del «Medio Oriente ampliado», contraviene sin embargo los acuerdos ya negociados entre Arabia Saudita e Israel. Además ese plan priva a Turquía –y por consiguiente a la OTAN– de su principal carta: el control del yihadismo internacional. Su aplicación depende del equilibrio interno de cada uno de los Estados implicados, lo cual plantea un gran número de interrogantes, pero los servicios de inteligencia probablemente están bien informados al respecto.
En realidad, la principal interrogante que plantea el plan ruso es sobre la sinceridad de Estados Unidos. ¿Quiere realmente ese país la paz para el «Medio Oriente ampliado» (para poder trasladar sus tropas al Extremo Oriente) y está verdaderamente dispuesto para ello a renunciar al Emirato Islámico como arma utilizable en el futuro contra Rusia?
Es por eso que se han alargado las negociaciones en Viena. El presidente Rohani está en Rusia en ocasión de la cumbre de los BRICS y de la Organización de Cooperación de Shanghai en Ufá, el presidente Putin irá a Turquía antes de la formación de un nuevo gobierno o las próximas elecciones legislativas, mientras que el rey Salman de Arabia Saudita es esperado en Moscú.
[1] «Exclusivo: Los planes secretos de Israel y Arabia Saudita», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 de junio de 2015.
[2] «¿Cómo será el Medio Oriente después del acuerdo entre Washington y Teherán?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 18 de mayo de 2015.
[3] «¿Obama y Putin van a repartirse el Medio Oriente? », por Thierry Meyssan, Оdnako (Rusia), Red Voltaire, 24 de febrero de 2013.
[4] “The Geopolitics of American Global Decline”, por Alfred McCoy, Tom Dispatch (Estados Unidos), Voltaire Network, 22 de junio de 2015.
[5] «¿Cuál es el lugar de Rusia en el Medio Oriente?», por Thierry Meyssan, Оdnako (Rusia), Red Voltaire, 30 de julio de 2010.
[6] «Resolución 1929 del Consejo de Seguridad», Red Voltaire, 9 de junio de 2010.
[7] «Nuevo contacto entre Arabia Saudita y Rusia», por Boris Dolgov,Strategic Culture Foundation (Rusia), Red Voltaire, 10 de julio de 2015.
[8] «De cómo Vladimir Putin invirtió la estrategia de la OTAN», por Thierry Meyssan, Оdnako (Rusia), Red Voltaire, 8 de diciembre de 2014.
por Thierry Meyssan
http://www.voltairenet.org/article188121.html
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