lunes, 31 de agosto de 2015

Los cometas "proféticos" de Napoleón

Así reflejó el arte el interés del corso por estos cuerpos celestes


'Los magos galos dirigidos por el cometa imperial' de William Elmes.

Una semana antes del nacimiento de Napoleón Bonaparte el 15 de agosto de 1769, el astrónomo galo Charles Messier observó por primera vez el bautizado como Gran Cometa de 1769, que pudo ser visto durante varios meses. Aquella coincidencia debería haber sido una mera anécdota, pero con los años, en pleno apogeo de su poder, el estratega corso no dudó en aprovechar dicha circunstancia en beneficio propio.

Bonaparte estaba al tanto de las diferentes tradiciones que, desde la Antigüedad, relacionaban la aparición de cometas y otros fenómenos astronómicos, como los eclipses, con sucesos de gran trascendencia histórica, como desastres, batallas o nacimientos de importantes reyes y emperadores. Así que Napoleón no dudó en relacionar varios cometas que fueron visibles durante su vida como símbolo de su poder y de legitimidad de su mandato.

El propio Messier, descubridor del cometa de 1769, escribió en 1808 un pequeño tratado sobre dicho cuerpo celeste, Gran cometa que apareció al nacimiento de Napoleón el Grande, descubierto el 8 de agosto de 1769, y observado durante cuatro meses por el señor Messier, en el que –con la clara intención de congraciarse con Bonaparte–, no tuvo reparos en arriesgar su prestigio como científico al asegurar que el cometa “apareció al nacimiento de Napoleón el Grande, en un momento destacado, para atraer la atención de todo el mundo, y especialmente de los franceses”.

Tal fue la “obsesión” del corso por los cometas que pudieron verse durante su vida –y que muchos, él incluido, quisieron vincular con momentos clave de su biografía–, que varios de ellos se conocen aún hoy como “el cometa de Napoléon”. Es el caso del cometa visible coincidiendo con su nacimiento –cuyo color rojo fue interpretado por sus críticos como un vaticinio del derramamiento de sangre que provocarían sus ansias de poder–, y también del llamado Gran Cometa de 1811 (C/1811 F1), que el propio Bonaparte quiso relacionar como un portento que vaticinaba la invasión de Rusia.

'Máscara mortuoria de Napoleón', de Luigi Calamatta | Crédito: Rijksmuseum.Ante la relevancia que tuvo esta cuestión a lo largo de la vida del emperador, no es de extrañar que varias obras de arte reflejaran esta cuestión. Una de las más llamativas es el grabado‘Bodegón con máscara mortuoria de Napoleón’, realizada por el artista italianoLuigi Calamatta, y en la que se puede observar la imagen estilizada de un cometa en la parte superior de la imagen, justo sobre la máscara funeraria de Bonaparte.

Otro tanto sucede, aunque de forma más sutil, en una pintura realizada en vida del emperador por el pintor neoclásico Anne-Louis Girodet-Trioson, quien en su lienzo Apoteosis de los héroes franceses muertos por la patria incluyó en la parte superior derecha de la pintura la representación de varias estrellas fugaces y lo que parece ser un cometa. La obra tenía fines propagandísticos y buscaba relacionar el gobierno de Napoleón con el héroe de la mitología irlandesa Ossian.

'Retrato de Richard Goodricke', de Cornelis Ketel | Crédito: Wikipedia.Pero no sólo los partidarios de Bonaparte reflejaron su interés por los cometas. También sus enemigos, y especialmente los británicos, reflejaron esta circunstancia en numerosas obras de arte, especialmente grabados de corte satírico. Es el caso, por ejemplo, de una ilustración realizada por el artista William Elmes en 1811, coincidiendo con el inició de la invasión rusa. En el grabado Los magos galos dirigidos por el cometa imperial, Elmes parodia las tradiciones sobre la estrella de Belén mezclándolas con la figura de Napoleón y su familia, representando un cometa con la imagen del hijo del emperador, cuya estela se forma además con las flatulencias del niño.

No menos incisivo fue el también inglés James Gillray, quien ridiculizó la gran coronación de Napoleón como emperador, representando en su séquito a una figura que sostiene un estandarte en el que se observa un cometa –con la forma de un globo en llamas– y la letra “N”. Y así, fueron muchos los artistas que realizaron obras semejantes, tanto en vida de Bonaparte como años después, siempre con ánimo de ridiculizar al emperador y sus aspiraciones de legitimar su poder y sus actuaciones a través de los astros.

Sin embargo, el caso de Napoleón –aunque sin duda singular por el gran número de obras que generó–, no fue el único en aunar cometas y obras de arte. Además de los ejemplos que ya vimos en su día al referirnos a la influencia del cometa Halley en la historia del arte, otros muchos dibujos, grabados y pinturas dejaron constancia de la visión de estos fascinantes cuerpos celestes.

Detalle del retrato de Richard Goodricke | Crédito: Wikipedia.

Un caso llamativo es el reflejado en el Retrato de Richard Goodricke, una pintura realizada en 1578 por el pintor Cornelis Ketel, artista holandés que alcanzó una notable fama en Inglaterra como retratista. El joven Goodricke, miembro de una familia de la aristocracia, había encargado la pintura a Ketel con motivo de su matrimonio, que tuvo lugar ese mismo año.

En la tabla, hoy en la Galería de Arte del Sur de Australia, aparece Goodricke ataviado con ricos ropajes propios de su alta condición, y flanqueado a uno y otro lado de su cabeza por un escudo familiar (izquierda) y unas diminutas “llamas” (derecha). Esta última figura es en realidad la representación del Gran Cometa de 1577 –visible un año antes de que se pintara la obra–, y el lema latino que le acompaña (doersum nunquam) significa literalmente “Nunca hacia abajo”, haciendo alusión a las aspiraciones de prosperar en la corte que tenía el joven Goodricke, quien afirmaba ser descendiente del rey Eduardo I.

De Javier García Blanco | Arte secreto – vie, 17 jul 2015
https://es.noticias.yahoo.com/blogs/arte-secreto/los-cometas--prof%C3%A9ticos--napole%C3%B3n-155015981.html#more-id

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