lunes, 26 de octubre de 2015

La conspiración del cambio de hora

‘El control de la élite sobre la masa empieza por el control de la élite sobre el lenguaje de la masa: la semántica’. Cuando le preguntas a un borrego escogido al azar sobre las razones del cambio de hora el borrego contestará al instante algo similar a lo siguiente:

-“El cambio de hora tiene como objeto último el ahorro de energía”

– Perdone, señor borrego ¿Cómo ha dicho?¿Que la élite quiere ahorrar energía?

¿¿¿AHORRAR ENERGÍA???

A ver si queda claro esto: la energía no se puede ahorrar como tampoco se puede ahorrar el dinero ni el agua potable.

La anterior noción de ahorro está diametralmente enfrentada con el principio de conservación de la energía pero más enfrentada aún con el principio de evolución.

Para empezar la energía ni se crea ni se destruye, se transforma, pero lo que es más sangrante, la energía evoluciona por lo tanto es imposible retenerla = imposible ahorrarla.

La única fuente de energía de verdadero interés para la élite es LA energía humana. Hablemos, por ejemplo, del petróleo: ¿acaso el petróleo se extrae a sí mismo?¿Se transporta sólo a la refinería?¿La refinería, por su parte, se construye a sí misma?¿Y los oleoductos, las carreteras, los barcos petroleros, las gasolineras, quién las construye? Sencillo, las élites aplican termodinámica pura y deducen que, si no se puede crear energía, como tampoco se puede destruir, pero sí se puede transformar, transforman energía humana para revenderla a través de, entre otros, el ciclo del petróleo.

En nuestro mundo existen unos ciclos que no se pueden ignorar: las estaciones, la posición del sol durante las horas del día, la noche, las fases de la Luna. Dichos ciclos son una consecuencia directa de las leyes naturales y como tales, deben ser respetados.

No respetar los ciclos naturales implica siempre una mayor explotación personal, puesto que, a su vez, implica no respetar el óptimo que la naturaleza ya ha calculado para nosotros. La naturaleza arroja, en latitudes medias, entre 8 y 15 horas de luz diaria entre los dos solsticios alcanzando el máximo de 15 horas en el solsticio de verano y el mínimo de 8 horas durante el solsticio de invierno (aproximadamente en ambos casos para el hemisferio norte). Por eso la mayoría de las especies hibernan (descansan durante el invierno) y curran durante la estación estival, no para ahorrar, sino para optimizar el uso de la energía.

Por su parte, la especie borrega humana hace justo lo contrario: curra durante el invierno y holgazanea durante el verano, lo cual implica una raciolización pésima del uso energético = mayor esclavitud de la especie humana.

A poco que se piense, es obvio que uno trabaja para las bombillas de su casa, y no a la inversa. La electricidad que funciona en nuestros hogares nos explota a través del recibo de la luz que estamos obligados a pagar por la cuantía de entre 8 y 15 horas de nuestro trabajo cada mes. Ahora la pregunta del millón:

¿Cúando es mayor el importe de la factura de la luz, en Invierno o en Verano? Sencillo, incluso a pesar del aire acondicionado, caso de que lo uses, normalmente, en Invierno el importe es mayor. No es ya sólo el coste de mantener la casa alumbrada sino, aparte, la calefacción y la cocina, que requiere más ‘cocidos y asados’ que ‘ensaladitas y gazpachos’.

Ahora estudiemos el efecto de los cambios de hora a lo largo del año:

En verano se adelantan los relojes para ganar una hora de luz En invierno se atrasan los relojes para perder una hora de luz

La factura de la luz es como la temperatura, que no puede bajar por debajo de -273 °C pero puede elevarse indefinidamente. Es decir, la élite, con sus cambios de hora, acentúa las características propias de cada estación añadiendo más luz al verano y restando más luz al invierno. Pero la factura de la electricidad, durante el verano, ya es suficientemente baja por lo que una hora de más, tendrá un efecto despreciable sobre su cuantía.

 Sin embargo, en Invierno, una hora de luz menos por la noche implicará un mayor consumo energético de calefacción y luz = una explotación más eficiente de los borregos = un ahorro de energía para la élite a costa de exprimir más a la masa.

Lo anterior es evidente y meridiano para la inteligencia. Sin embargo el cerebro de Homer Simpson que anida en todo borrego prefiere pensar que, durante el invierno, gracias al cambio de hora, las centrales nucleares reducen personal, contaminan menos, producen bajo mínimos cuando es justamente lo contrario, como pruebla irrefutable es la factura que le llega en enero-febrero de los meses anteriores: precisamente la más sangrante de todo el año = TOMA AHORRO ENERGÉTICO!

Por Oscar Oliva / Stop Secrets

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