Alrededor del año 800, los caballeros negros comenzaron a aparecer en la historia y, siglos después, se difundieron una serie de leyendas acerca de ellos.
A pesar que la fama de estos misteriosos caballeros era de llevar a cabo buenas acciones y luchar para proteger ciudades de, entre otras amenazas, gobernantes injustos e inescrupulosos, los textos que hacían referencia a sus aventuras fueron censurados y prohibidos por la Iglesia de aquel entonces.
Una de esas leyendas proviene de Europa del Este, y habla sobre un justiciero conocido bajo el nombre de Ashor.
En este artículo rescatamos su leyenda del olvido. Ashor, el caballero negro. Ashor era un tenaz caballero y mercenario que se especializó en asesinar reyes y nobles. La leyenda cuenta que en algún momento entre el siglo 13 y 14, un rey se vio amenazado por el poder creciente de un tirano que oprimía a su gente en una tierra cercana. Desesperado por cortar el problema de raíz, el buen rey solicitó la ayuda de Ashor.
Una noche, mientras el rey dormía, Ashor hizo su aparición repentina. El solicitado había entrado al castillo sin ser detectado y habiendo sorprendido al rey en su propia cama, probando así su habilidad para la tarea demandada. Ashor le preguntó al rey para qué lo necesitaba y éste le encargó la tarea de asesinar a su enemigo, el monarca tirano del reino vecino.
El caballero aceptó, pero no sin antes aclararle al rey que primero comprobaría si realmente su enemigo era un opresor malvado como se decía.
Siguiendo con lo establecido, Ashor ingresó en la fortaleza de la ciudad vecina y pudo atestiguar por sí mismo la crueldad del gobernante, cuyo destino fatal acababa de decidirse.
Además, durante sus pesquisas previas al asesinato por encargo, descubrió que un anciano sacerdote había sido confinado en un calabozo por oponerse a las políticas injustas del tirano.
El caballero negro ejecutó al malvado rey y decidió rescatar al sacerdote también. Al ingresar al calabozo, descubrió que el hombre se encontraba en malas condiciones, tan debilitado que apenas podía sostenerse en pie.
Pero, obstinado como era, decidió cargarlo y llevárselo de todas formas. Una mala decisión, pues el sacerdote sería un lastre a la hora de escapar y provocaría que Ashor sufriera varias heridas mientras ambos huían de una horda que respondía al difunto monarca.
«Al ingresar al calabozo, descubrió que el hombre se encontraba en malas condiciones, tan debilitado que apenas podía sostenerse en pie». Sacando fuerzas de flaqueza, Ashor y el sacerdote finalmente se hicieron con un caballo y lograron salir de la ciudad mezclándose con los árboles del bosque.
El caballero comprendió que la oscuridad pronto sería algo más que su vestimenta, herido y perdiendo sangre, estaba siendo perseguido mientras intentaba poner a salvo al anciano.
La situación era insostenible por lo que optó por bajarse del caballo e instó al sacerdote a que siguiera adelante sin mirar atrás, las gotas de sangre debían detenerse allí para no dar más pistas a quiénes pretendían frustrar el escape. El sacerdote le agradeció, lo bendijo allí mismo, y cumplió con la voluntad, tal vez la última, de su salvador.
A medida que la sangre abandonaba el cuerpo del caballero negro, tendido al pie de un árbol y esperando lo inevitable, un demonio apareció de las sombras para reclamar el alma de Ashor; pero antes que pudiera hacerlo, un ángel hizo lo propio, proclamando que el alma del caballero en realidad le pertenecía al él y que se la llevaría al Cielo consigo.
Al parecer, en la balanza de la vida, la buenas obras habían sido algo superiores a las malas.
Mientras el ángel y el demonio se preparaban a enfrentarse en una batalla por el alma humana, una tercera entidad surgió de la nada misma y la trifulca se detuvo inmediatamente. Esta tercera entidad no tenía una forma definida, lo único que era visible era una capa negra, y no se distinguían ni manos, ni pies o un rostro detrás de ella.
Era Il Separatio, Anonymvs, el guardián del balance universal, el que no puede ser nombrado, la personificación de la neutralidad más perfecta, ni el bien ni el mal. Estatua de ‘Anonymvs’ o ‘Il Separatio’, Castillo Vajdahunyad, Budapest, Hungría. Ante la presencia del caballero malherido le dijo: «Has hecho tanto bien como mal, por lo tanto, ninguno de los dos lados puede reclamar tu alma, me pertenece a mí».
En ese preciso instante, el ángel y el demonio se esfumaron, y sucedió algo que no esperaría alguien que está golpeando las puertas del más allá. La oscura entidad sanó las heridas de Ashor e hizo que éste se pusiera de pie.
«Ya no eres parte del sistema, estás fuera de él, sobre él, y ahora puedes hacer lo que tu quieras, vivir tanto como te lo permitas y viajar a donde te plazca», le dijo Il Separatio al caballero negro, dejándole bien en claro que en el momento que se aburriera de la inmortalidad concedida podría llamarle nuevamente para discutir el propósito de su existencia.
Pero eso no era todo, las acciones de Ashor ya no importarían al mundo, si hiciera el bien o el mal, no cambiaría el balance universal. De acuerdo a la leyenda, la entidad desapareció una vez que finalizó su explicación, mientras que el caballero Ashor aún continúa viviendo entre nosotros; y se dice que eligió hacer el bien incluso a pesar que sus acciones ya no importaban al mundo. Ashor, el inmortal, es la imagen arquetípica que todo caballero negro debe seguir.
Artículo publicado en MysteryPlanet
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