Sabiñánigo (Huesca) esconde una de las catástrofes medioambientales más graves de Europa, silenciada sistemáticamente por las autoridades. El origen del desastre se llama Inquinosa, una empresa que entre 1975 y 1989 fabricó lindano, un pesticida altamente cancerígeno según la OMS. Cientos de miles de toneladas de residuos fueron vertidos ilegalmente en los basureros municipales. La total inacción política ha multiplicado el problema hasta convertirlo hoy en una bomba de relojería.
1. INQUINOSA
EL ORIGEN DE LA CATÁSTROFE
En Santa Eulalia de Gállego nadie bebe agua del grifo. Cualquiera diría que gozan de una de las aguas más puras de España, la que procede del Gállego, un río que nace en los Pirineos y desemboca en el Ebro, cerca de Zaragoza. Pero Conchita Mallén, la tendera del pueblo, ni siquiera la utiliza para cepillarse los dientes: “En casa solo la gastamos para la ducha.
Para todo lo demás, usamos agua embotellada”. Tampoco se atreve a lavar las verduras, ni siquiera se la da a sus gallinas. La tendera, al igual que cientos de personas a lo largo de la cuenca, no considera agua lo que corre por sus cañerías. Le parece poco menos que veneno.
Por el curso del Gállego hace años que fluye una de las peores catástrofes medioambientales de Europa. No se ve, no huele, pero lleva más de 40 años triturando el ecosistema de la región y amenazando la salud de sus habitantes. Su nombre: lindano. Un pesticida prohibido hace 25 años en Europa por su enorme riesgo para la salud que se fabricó sin ningún tipo de control en el pueblo de Sabiñánigo entre 1975 y 1989. La empresa responsable fue Industrias Químicas del Noroeste SA, más conocida como Inquinosa.
Debido a 27 años de inacción política, los cimientos de Sabiñánigo siguen cociendo a fuego lento una sopa compuesta por más de 160.000 toneladas de residuos altamente tóxicos. Según la Asociación Internacional de HCH y Pesticidas, los bellos parajes prepirenaicos de Huesca acumulan más del doble de residuo de lindano que toda Europa junta. Un compuesto químico que la Organización Mundial de la Salud incluyó en junio de 2015 en el Grupo 1 de sustancias cancerígenas para los humanos, la categoría más peligrosa.
Casi tres décadas han pasado desde el cese forzado de su actividad, pero el esqueleto de Inquinosa permanece inalterable como símbolo de la infamia empresarial y política. Del mismo modo que el tiempo se congeló en Chernóbil tras el accidente nuclear de 1986, en Inquinosa el reloj se detuvo en cuanto el último empleado echó el cierre a la puerta. Y eso, tal como demuestra un ejemplar de periódico tirado en el suelo, ocurrió en 1995, seis años después de la clausura oficial. Atrás quedaron documentos privados, material de producción, muestras de laboratorio, sacos llenos de residuo tóxico, químicos listos para trabajar.Por alguna razón, los trabajadores huyeron en desbandada. De no ser por la minuciosa labor de los ladrones (no queda ni un solo marco de puerta), Inquinosa tendría hoy exactamente el mismo aspecto que hace 20 años. Ni el ayuntamiento ni el Gobierno de Aragón han acometido en todo este tiempo la limpieza y la descontaminación del lugar.
“La actividad de Inquinosa fue ilegal desde su apertura en 1975”, advierte Mariano Polanco, activista de Ecologistas en Acción y el mayor experto nacional en la catástrofe del lindano. “Por ley, no podía ubicarse a menos de dos kilómetros de un núcleo de población, a menos de un kilómetro de una corriente de agua y a menos de 500 metros de un pozo. Pero está a 200 metros de Sabiñánigo y justamente sobre la terraza fluvioglaciar del río Gállego”. El escándalo es tan evidente que alcanza lo grotesco. “Inexplicamente, el ayuntamiento concedió en 1978 un permiso para enterrar los residuos tóxicos en el vertedero municipal de Sardas, junto al resto de desechos urbanos. Y al saturarse ese vertedero, se le dio licencia en otro nuevo, Bailín, donde incluso se le delimitó a Inquinosa un área propia en la que vertió 60.000 toneladas de residuos”. Negligencia política: noy hay duda, ya que ningún basurero municipal estaba habilitado para almacenar residuos químicos. Corrupción: no se ha podido demostrar. La historia tiene tantos puntos negros, tantos testimonios que se niegan a hablar, que cuanto más se profundiza en el escándalo menos certezas se obtienen.
"LA ACTIVIDAD DE INQUINOSA FUE ILEGAL DESDE SU APERTURA EN 1975"
En la actualidad, el desmantelamiento del cadáver industrial de Inquinosa se encuentra bloqueado en los juzgados, mientras el antiguo director general de la firma, Jesús Herboso Pajarrón, disfruta de plena libertad de movimientos. En 1994 fue condenado a dos meses de cárcel y a pagar un millón de pesetas como responsable de los vertidos. En 2003, la Audiencia de Huesca condenó a Inquinosa a pagar 6,5 millones de euros como indemnización, a los que se suman otros 14 millones por intereses de demora. Nadie espera que los pague. El Gobierno de Aragón se ha mostrado incapaz hasta la fecha de dar con los responsables del intrincado complejo financiero al que pertenece hoy la firma.
“No hay forma de deshacerse de estos contaminantes, y menos en estos volúmenes”, sostiene Polanco. “Se ha encontrado lindano hasta en el mismo delta del Ebro, por lo que no es un problema local ni comarcal, es una afección que podría destruir toda la cuenca del Ebro”. La Asociación Internacional de HCH y Pesticidas concluye lo mismo en un informe: el problema sobrepasa con creces las competencias autonómicas.
Los ecologistas y los habitantes de la cuenca del Gállego temen que el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente y el Gobierno de Aragón solo se pongan en serio a limpiar los focos contaminantes cuando llegue la primera multa de la Comisión Europea, que ya ha advertido repetidamente a España sobre este particular.
La inversión necesaria se prevé antológica. Solo a modo de ejemplo, el Gobierno cifró en 700 millones de euros las tareas de limpieza del vertido del 'Prestige', que echó al mar menos de la mitad de chapapote del que Inquinosa excretó durante 14 años de actividad incontrolada.
La fábrica de Inquinosa se encuentra abandonada desde hace 20 años. Los ladrones han saqueado todos los elementos de valor.
Los almacenes fueron abandonados a toda prisa, dejando atrás sacos llenos de residuos químicos y precursores listos para fabricar lindano.
Cada metro cuadrado de Inquinosa es un enorme foco de contaminación. En la imagen, una de las salas utilizadas para producir el pesticida.
2. LINDANO
Lindano es el nombre comercial de un organoclorado cuya fórmula genérica es C6H6CI6. Se basa en la actividad del isómero gama-hexaclorociclohexano (HCH). Solo se aprovecha un 10% de la reacción química necesaria para producirlo.
Durante décadas, se utilizó como potente insecticida en agricultura, como antiparásito en ganadería y también en lociones para tratar piojos y sarna en humanos. La Unión Europea lo prohibió en 1991.
Desde junio de 2015, el lindano es oficialmente cancerígeno para los humanos y está incluido en el Grupo 1 del listado de la OMS, el más peligroso.
El lindano se adhiere en el tejido adiposo, es bioacumulativo y es de casi imposible metabolización. Produce alteraciones en el sistema nervioso central, incide en la aparición de tumores en todas las vísceras y es además un disruptor hormonal.
Las glándulas mamarias son uno de sus principales focos de concentración. De ahí su tendencia a producir cáncer de mama y su capacidad para alterar el desarrollo hormonal y neuronal de los recién nacidos.
No se ha elaborado ningún estudio epidemiológico sobre las consecuencias del lindano para la población de la cuenca del Gállego. Al no provocar efectos inmediatos y visibles, es muy difícil relacionar el lindano con un tumor o un proceso degenerativo concreto.
Un centenar de bidones de lindano siguen acumulados en el interior de Inquinosa. Sin embargo, estos contienen bicarbonato de sodio, prueba de que la firma fue víctima de una estafa.
Los residuos altamente tóxicos siguen contaminando el subsuelo de la fábrica a medida que se abren las goteras y la lluvia filtra las mezclas químicas.
3. EL VERTEDERO
UNA BOMBA DE RELOJERÍA
A orillas del Gállego, la gente casi empezaba a olvidarse del lindano. Hasta que llegó el verano de 2014. Inesperadamente, las aguas volvieron a bajar llenas de residuos de pesticida. El Gobierno de Aragón tuvo que prohibir el consumo de agua corriente con carácter inmediatoy mandar cisternas de agua potable a los pueblos. Durante meses, la presencia de residuos tóxicos alcanzó los 7,05 miligramos por litro cuando el límite autorizado es de 50 milésimas.
El origen del desastre había que buscarlo río arriba, en Sabiñánigo, donde se estaban trasladando cientos de miles de toneladas de tierras contaminadas a una celda de seguridad ubicada a 500 metros de distancia del viejo vertedero de Bailín. Por fin, las autoridades se habían decidido a actuar, pero la operación estuvo tan trufada de negligencias(hasta 13 distintas, según la Guardia Civil) que cientos de toneladas de residuos químicos enterrados durante décadas fluyeron corriente abajo del Gállego. Las lluvias torrenciales de ese verano de 2014, las peores en medio siglo, se encargaron de multiplicar el desastre.
Más de 50 kilogramos de compuesto de lindano fluyeron limpiamente río abajo, provocando una alarma sanitaria y medioambiental en toda la región. Hasta en Flix (Tarragona), a 240 kilómetros de Sabiñánigo, se encontraron índices elevados de pesticida. La propia Confederación Hidrográfica del Ebro denunció al Gobierno de Aragón por este suceso, causa que todavía hoy investiga el juzgado de Jaca.
Según la Asociación Internacional de HCH y Pesticidas, el vertedero de Bailín es un “megaemplazamiento” de lindano tan descomunal que sobrepasa los localizados en Europa del Este, el Cáucaso y Asia Central. Y ya no es solo el pesticida. Bailín acumula toneladas de mercurio, arsénico, benceno, clorobenceno y otra decena de metales pesados y organoclorados de alta toxicidad, que bien fueron usados como precursores químicos para fabricar lindano o bien se convirtieron en residuos químicos posteriores a la fabricación. Fuentes oficiales calculan que no menos de 120 kilos de esta poción mortífera se han estado filtrando cada año a través de la arenisca de las rocas del basurero hacia el río Gállego. La Unión Europea limita a dos kilos por año el volumen tolerable de filtraciones en aquellos focos de contaminación que se consideran fuera de control.
"UN GRAMO DE LINDANO CONTAMINARÍA EL AGUA DE CUATRO PISCINAS OLÍMPICAS"
Las cifras dan escalofríos. Un solo gramo de polvo de lindano es suficiente para contaminar el agua de cuatro piscinas olímpicas. Un solo litro de la fase densa del agua (lixiviados) que hay en Bailín podría contaminar un millón de litros de agua. Desde 2004, los técnicos han extraído del vertedero unos 20.000 litros de lixiviados. Suficiente para contaminar toda la reserva hídrica de Aragón durante 15 años.
Ya en 1992, un informe técnico indicó la necesidad de aplicar un “plan de descontaminación integral de Sabiñánigo”, pero hasta 2014 el Gobierno de Aragón no se decidió a actuar, y con nefasto resultado. Ni siquiera la nueva celda de seguridad es fiable. Según un informe pericial del Juzgado de Primera Instancia número 12 de Zaragoza, existe un “riesgo claro de inestabilidad del vertedero de residuos peligrosos (seguridad insuficiente o rotura)”, mientras que el Mapa de Riesgo Sismológico del Instituto Geominero de España advierte de que está en un terreno geológicamente inestable con riesgo muy elevado de movimientos sísmicos.
Con semejante panorama, los habitantes de la cuenca del Gállego viven con la certeza de que Bailín esconde una bomba de relojería, lista para volver a estallar en el momento menos oportuno. Por su parte, la Consejería de Salud instaló en 2014 filtros de carbono para depurar el agua en varios municipios de la cuenca, filtros que siguen funcionando hoy sin solución de continuidad.
El vertedero de Bailín es el mayor basurero de lindano de Europa y Asia Central. A la izquierda de la imagen se encuentra el vertedero, y a la derecha, la nueva celda de seguridad química.
4. EL GÁLLEGO
PÁNICO A ORILLAS DEL RÍO
Pablo Vallés es uno de esos moradores del Gállego que decidieron dar un paso al frente tras el episodio de contaminación vivido en 2014. Junto a un grupo de vecinos de la cuenca creó el Movimiento LindaNO, una plataforma surgida “de la indignación de comprobar que durante meses se estuvo permitiendo a la población consumir agua envenenada con lindano, en una concentración 15 veces por encima de lo permitido por la Organización Mundial de la Salud”, explica Vallés, gerente de un negocio de turismo rural en Murillo de Gállego. “Somos un grupo completamente apolítico en el que están representados todos los movimientos asociativos, sindicatos agrarios y ayuntamientos para requerir información y para exigir la limpieza integral del río”.
Apenas 18 kilómetros curso abajo, en el pueblo de Biscarrués, los 50 vecinos están levantados en armas contra el embalse proyectado por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) en su municipio. Saben que el embalse de la Peña, Gállego arriba, está contaminado con pesticida y no quieren que el pesticida infecte también sus tierras. “El lindano se acumula en el río y en los pantanos”, indica José Torralbal, alcalde de Biscarrués. “En lugar de dar una solución al problema, lo que quieren es gastar dinero en una obra innecesaria y no dedicarlo a la limpieza de los focos contaminantes que nos encontramos en toda la cuenca. No es solamente el agua de boca la que está afectada. Todos los regadíos de los Monegros y el Bajo Gállego podrían sufrir una catástrofe si se produce una fuga masiva de lindano en Sabiñánigo, como ya ocurrió en 2014. Por eso es que nos sentimos estafados, engañados; como siempre, se nos ignora. Se necesitan cientos de millones de euros para limpiar el Gállego, y solo el Gobierno central tiene capacidad para financiar esos trabajos”.
El río Gállego drena una cuenca de 4.008 km2 y recorre 193,2 km desde el pirenaico Col d’Aneu hasta confluir con el Ebro cerca de Zaragoza. En la imagen, la fábrica de Inquinosa sigue en pie sobre el río.
Nadie en los 30 pueblos que viven a orillas del río ignora el asunto del lindano, pero están ya resignados después de tantos años. La mayoría son ganaderos y agricultores, si no retirados cerca de la jubilación. Conchita Mallén, propietaria del único colmado que abastece a Santa Eulalia de Gállego, es de esas personas que han optado por levantar la voz y luchar hasta donde puedan. “Sabemos que la solución no es a corto plazo, pero deben empezar a trabajar ya. La dejadez de los políticos hace que nos sintamos abandonados. De qué nos sirve que midan los niveles de lindano regularmente, si sabemos que cada vez que llueve, el río vuelve a arrastrar veneno”, denuncia indignada.
Javier San Román, jefe del Área de Calidad de las Aguas de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), ofrece un punto de vista menos alarmista: “Llevamos analizando el agua del Gállego desde 1999, y a excepción de un episodo concreto en 2014, nunca hemos detectado niveles significativos de lindano. Ahora llevamos muchos meses en los que el índice es cero, la gente puede estar muy tranquila”. Para San Román, lo ideal sería eliminar el lindano, si bien la legislación española no lo permite. “Habría que incinerarlo o destruir sus moléculas mediante desorción térmica, pero esto es algo que para cantidades tan grandes no se sabe bien cómo abordar, así que por el momento se ha decidido sellar los residuos y ver si en el futuro se puede abrir la celda e ir eliminándolo”.
"CADA VEZ QUE LLUEVE EL RÍO VUELVE A ARRASTRAR VENENO"
Los habitantes de la cuenca del Gállego no solo ven peligrar su salud, sino también su modo de vida. Desde la agricultura ecológica de la confluencia con el río Ebro hasta el incipiente sector del turismo rural y el 'rafting', que están revirtiendo la despoblación de pueblos como Murillo de Gállego. “Lo que no se puede hacer es lo que hasta ahora: no hacer nada y mirar hacia otro lado. Sabemos que es un problema estructural, que cuesta mucho dinero y cuya solución es a largo plazo,pero el objetivo final debe ser la limpieza del río mediante la ayuda del Gobierno central y de la Comisión Europea si es necesario”, indica el portavoz de Movimiento LindaNO. En contra de esta opinión, el jefe de Calidad de las Aguas de la CHE considera que “el río es mejor no tocarlo”, ya que con la contaminación sedimentada no se puede hacer nada. “Para extraer tres kilos de lindano, habría que mover millones de toneladas de tierra y cargarse el río. Lo que se debe hacer es atajar los focos de la contaminación en Sabiñánigo y dejar que la naturaleza degrade los residuos depositados en el río”, advierte.
REPORTAJE:DAVID BRUNAT
http://www.elconfidencial.com/espana/2016-01-27/sabinanigo-agua-contaminada-aragon-chernobil_1138180/
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