El Sudario de Turín es una sábana de cuatro metros de largo en la cual, según se supone, fue envuelto Cristo después de ser crucificado. Es una de las reliquias más controvertidas en el mundo cristiano, porque muchos no creen que contenga manchas auténticas de la sangre de Cristo.
Se han llevado a cabo muchas investigaciones sobre el Santo Sudario. La más reciente fue publicada en la revista Journal of Forensic Scientists.
El médico forense y antropólogo británico Matteo Borrini y el especialista en química Luigi Garlaschelli afirman que, según su estudio, las manchas en la tela son inconsistentes entre sí, no pudieron haber sido producidas por un cuerpo acostado envuelto en ella.
La técnica se llama Análisis del patrón de manchas de sangre; para esto, usaron dos tipos de sangre: sangre humana donada para la investigación y sangre sintética con las mismas propiedades de fluidos.
En los ensayos se simularon las heridas en el cuerpo, manos y pies de Cristo. Así observaron cómo goteaba la sangre cuando el voluntario estaba de pie, acostado, sentado, con los brazos cruzados, etc., prestando mayor atención en los chorros de sangre de los dorsos de las manos y el pecho para analizar el flujo de sangre en las heridas de la mano izquierda, los antebrazos, la «herida de la lanza» en el torso y manchas de sangre alrededor de la cintura.
La «herida de lanza» formaba riachuelos en lugar de una mancha sólida. Créditos: Borrini y Garlaschelli/Journal of Forensic Science
Los científicos trataron de descubrir inicialmente la posición en la que fue colgado Jesús. No obstante, los resultados revelaron algo diferente. Las manchas en la sábana ponen de relieve que la sangre de las manos corrió en un ángulo de 45 grados, algo que no es posible para un cuerpo acostado, según aseveran los expertos.
«El ángulo entre cuerpo y hombro debe ser de entre 80 y 100 grados para que los chorros de sangre goteen de muñeca a codo y a la parte externa de antebrazo, como se ve en el Santo Sudario», aseveran los investigadores.
La sangre de la herida en el pecho chorreaba en la misma parte de tela donde hay una mancha en el Sudario de Turín, si bien no formaba una mancha completa, sino solo líneas de sangre. Ni siquiera fueron capaces de recrear una de las manchas en la reliquia.
«Suponiendo que las manchas en el Sudario de Turín sean las huellas de sangre de las heridas infligidas a Cristo tras la crucifixión, hemos descubierto a través de experimentos que la supuesta corriente de los chorros de sangre no coincide con estas manchas.Incluso si aceptamos la posibilidad de situaciones diversas cuando sangraba Cristo (por ejemplo, después de trasladar el cuerpo o después de la muerte), no solo no están documentadas [estas situaciones], sino que tampoco explicarían las manchas», dice en el artículo.
Cabe recordar que la reliquia fue hallada por primera vez en Francia en 1353. En 1898 se descubrió que en la tela estaba dibujado un rostro humano. Al final del siglo XX, los científicos empezaron a analizar la reliquia con el uso de nuevas tecnologías.
Los resultados de la datación con carbono de 1988 señalaron que la tela fue creada en 1275-1381. Sin embargo, se creía que la reliquia se había visto afectada durante el incendio de 1532, lo cual refutaba los datos recabados.
En 2013 se detectó que la tela pertenecía al año 33 a.C. con una margen de error de 250 años. No obstante, estos datos no son suficientes para que el Sudario de Turín sea clasificado por el Vaticano como reliquia cristiana. La búsqueda de respuestas científicas y el inmenso significado religioso de la tela continúan en debate.
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