Las ánimas benditas, según cuenta la tradición, permanecen en el purgatorio penando alguna fechoría y esperando a que Dios les conceda la paz del cielo. Por eso han de esforzarse a ojos de la divinidad por hacer el bien, pero en ocasiones se les va la mano…
Cuando ayudan las ánimas benditas
Las tradiciones son muy claras a este respecto: no hay alma que necesite más de nuestros rezos que aquellas que se encuentran en el purgatorio, pasándolo francamente mal y deseando seguir su camino hacia el paraíso.
Y como al parecer están dispuestas a satisfacer nuestras peticiones con tal de ganarse su pequeña porción de cielo, hay que tener mucho cuidado con lo que les pedimos. En Bogotá (Colombia), viven las hermanas Joninka y Daiyani Castillo, que le contaron su propia experiencia a la escritora y colaboradora de Año/Cero-Enigmas Mado Martínez: «Nosotras éramos muy pequeñas, tendríamos unos cuatro o cinco años.
En la segunda planta de nuestro edificio vivía una señora que tenías tres hijos terribles a los que no podía aplacar. Nuestra abuela, que era de Boyacá y muy religiosa, le aconsejó que rezara una novena a las ánimas benditas, porque ellas de seguro se los iban a poner firmes.
La señora, convencida, hizo la novena a las ánimas. Y cuando terminó, justo al día siguiente, bajó a contarle a mi madre y a mi abuela el resultado: los chicos habían recibido una tunda terrible a manos de las ánimas benditas.
Ella relató que no había escuchado nada en la casa, ningún ruido, pero que a los muchachos les habían sacado por los pies de la cama, les arrastraron, les lanzaron al techo, les dieron rejo, agarraron correa y les propinaron una paliza bestial». Ya se habrán imaginado que los muchachos, desde aquel día, no volvieron a dar ni un solo problema a la madre.
Es habitual, dependiendo del país en el que nos encontremos, que se pida a las ánimas del purgatorio que nos despierten a una hora determinada.
El problema surge cuando no te despiertas… o lo haces antes de la hora pactada. Ana López, natural de Logroño, en España, sufrió el «antes» y el «después».
Decía así: «Una noche me levanté antes de la hora, y vi una sombra a los pies de la cama.
Pensé que todavía estaba dormida por lo que me tapé la cara con la sábana. Pero al bajarla de nuevo, la sombra ya no estaba allí; se encontraba a mi lado.
Entonces me dijo: “¡No me conoces!”, y desapareció. Otra noche me quedé dormida, y amanecí al día siguiente tumbada sobre los escalones que terminaban en la puerta de mi habitación, con el cuerpo muy golpeado.
Lo que ocurre es que alguien me agredió durante la noche y me desplazó hasta allí, y yo no me enteré». Si se trata de ánimas que están penando en el purgatorio, ¿por qué agreden? ¿No deberían de mostrar una actitud totalmente diferente? Al fin y al cabo su objetivo es ganarse el cielo…
A este respecto la escritora Mado Martínez lo tiene claro: «Estamos ante la cara más oscura del fenómeno, una cruz que contrasta con el rosto amable de la moneda, en las que las ánimas aparecen representadas como seres blancos y bondadosos.
Su ambivalencia tiene cierta lógica: están en el purgatorio penando terribles sufrimientos porque sus pecados las dejaron lejos de alcanzar la gloria.
Por ello aparecen a menudo representadas como los espíritus de los difuntos que, lejos de descansar en paz, pueden llegar a provocar grandes tormentos a los vivos». Y qué duda cabe, en base a los testimonios expuestos y otros que quedan pendientes, que es así.
Dicho lo cual, es mejor que para despertarse convoquen a la campana de su despertador que a un ánima bendita. Nunca se sabe quién puede venir…
Redacción EM 21 de Enero de 2020 (12:45 CET)
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