miércoles, 26 de febrero de 2020

¿Qué nos enseña el Coronavirus sobre la Vida en Marte?

Tras la expansión del coronavirus alrededor del mundo no se habla de otra cosa. Sin embargo, podemos sacar varias reflexiones sobre las constantes investigaciones (y obsesiones) de encontrar vida en Marte. ¿Estamos preparados para ello?


¿Qué nos enseña el coronavirus sobre la vida en Marte?

El virus SARS-CoV-2 ha originado una enfermedad que se está expandiendo a gran velocidad por todo el mundo, conocida como COVID-19 o, coloquialmente, coronavirus. Todavía estamos aprendiendo cómo contrarrestar dicho virus, y aunque la Organización Mundial de la Salud, así como todos los expertos médicos, hacen un llamamiento a la calma y a la serenidad, la realidad es que este brote (y el pánico que está sembrando) nos invita a reflexionar sobre el espacio exterior.

No hay que olvidar que el coronavirus tiene unos síntomas parecidos a los de la gripe, y su tasa de mortalidad es del 0,7% fuera de China. En el país asiático, la tasa aumenta al 2-4%, ya que es donde ha habido más casos registrados (cerca de 80.000), y la mayoría de las víctimas que se ha cobrado eran personas muy mayores o que presentaban patologías previas que se complicaron al contraer la enfermedad. 





Todo esto nos lleva a pensar en las investigaciones en el planeta rojo, Marte, y la constante persistencia (e insistencia) por parte de la comunidad científica en encontrar vida más allá de nuestro planeta. Sin embargo... ¿Estamos preparados para las posibles consecuencias? De nuestras visitas a Marte nos traemos "souvenirs" dedicados a la exploración científica. ¿Y si uno de ellos contiene una patología? No podemos estar seguros de los organismos que existen fuera de la Tierra, ni cómo se comportarán en nuestra frágil biosfera. 

Carl Sagan, que fue un reconocido astrofísico y escritor, publicó en 1973 The Cosmic Connection - An extraterrestrial perspective, y hablaba sobre las patologías marcianas:

"Precisamente porque Marte tiene un medio ambiente con un gran potencial a nivel biológico, es posible que contenga patógenos; organismos que, al ser transportados al entorno terrestre, causen un gran daño biológico (...). La posibilidad de que una infección así ocurra es muy pequeña, pero el riesgo, en caso de suceder, es muy alto". 

Es por ese motivo por el que tal vez, tal y como indica John Rummel (científico del Instituto SETI de California), "podria ser instructivo considerar este clima de preocupación que rodea la situación actual del coronavirus".

 El principal problema al que nos enfrentamos es la ignorancia, y es que los tests diagnósticos del coronavirus todavía no son del todo claros, ya que los síntomas pueden tardar hasta una semana en aparecer. ¿Pero qué pasaría con una enfermedad marciana? Ese tiempo de margen podría no existir.

De este modo, podría ser productivo reconsiderar el estado de alarma que se vive actualmente y relativizar la gravedad del coronavirus. Marte, así como otros planetas que se investiguen en el futuro, podrían esconder males mayores que hoy desconocemos. Aunque se trate de un peligro menor y el porcentaje real de posibilidades de que pase es muy limitado, también lo es morir por culpa del coronavirus, ¿verdad? 

En busca de la vacuna para contrarrestar el coronavirus

Para los más preocupados e hipocondríacos, ya se está trabajando en una vacuna para contrarrestar la enfermedad. Y es que un grupo de científicos ya ha encontrado la estructura molecular de la proteína clave que usa el coronavirus para invadir las células humanas, lo que abre la posibilidad de desarrollar una vacuna. 

Todavía se necesita investigar más, ya que en los diferentes infectados el virus se ha propagado por diversas proteínas, pero parece que su identificación está muy cerca. Y una vez identificado el objetivo, se puede prevenir la fusión del virus en la célula. Que no cunda el pánico.


Un meteorito letal: el origen del coronavirus





La epidemia por coronavirus se ha cobrado la vida de más de 2.000 personas y ha infectado a unas 74.000, según los datos más recientes facilitados por Pekín, y aunque las fuentes coinciden en considerar su origen como animal, hay científicos que aseguran que un meteorito caído en China hace unos meses podría ser el causante.

Un meteorito letal: el origen del coronavirus

El profesor Chandra Wickramasinghe, director del instituto de Astrobiología de la Universidad de Buckingham, asegura en un artículo que «una bola de fuego excepcionalmente brillante se vio el 11 de octubre de 2019 sobrevolando la ciudad de Sonjyan» a unos 2.000 km de Wuhan, el centro a partir de el cual se expandió el virus. 

Si un fragmento suelto de un meteorito carbónico que lleva dosis de virus y bacterias entra en la mesosfera y la estrateosfera a gran velocidad (30 km por segundo), su parte más interna que sobrevive a la incandescencia se podría haber dispersado, asegura un científico de la Universidad de Buckingham. 

La dispersión a nivel terrestre del contenido de un meteorito varía según la meteorología y las precipitaciones, por lo que concuerda que haya sido tan irregular en tiempo y lugar (tengamos en cuenta que los primeros casos de esta nueva epidemia comenzaron a documentarse en noviembre de 2019). 

Este proceso podría prolongarse en una escala temporal típica de 1-2 años hasta que se drene un inoculante inicial del agente infeccioso. Concuerda bien con muchas nuevas cepas de virus, incluida la gripe, que han aparecido en los últimos años.


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