España llegó a tener hasta cuatro directores generales en el ámbito comunitario
PERIODISTA DIGITAL 11 Jul 2020 - 11:01 CET
Un mensaje o una advertencia a navegantes.
Europa no tolera determinadas veleidades y ha propinado un verdadero revés a España en el rostro de Nadia Calviño, la ministra de Economía, que aún anda lamentándose por las esquinas tras ver como perdía la votación para presidir el Eurogrupo.
La tarde del 9 de julio de 2020, a pesar de la propaganda triunfalista que se insufló desde RTVE dando por hecha la elección de Calviño, resultó nefasta para los intereses de una España que se ha quedado reducida a la mínima expresión en los órganos de influencia comunitarios.
Y por mucho que se pretenda por parte de Calviño o del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, buscar al país que traicionó a la titular de Economía española, la respuesta, tal y como glosa este 11 de julio de 2020 el eurodiputado de Ciudadanos Luis Garicano, tiene que buscarla el inquilino de La Moncloa en su propio entorno.
Porque Europa, desde hace mucho tiempo, no solo tiene cogida la matrícula a Sánchez, al que señalan por su ineptitud, sino también están alarmados por el sectarismo de un Pablo Iglesias que hace constantes alabanzas del comunismo.
Y en el corazón europeo, precisamente, no están para bromas con un régimen que tanta muerte y miseria dejó en el siglo pasado.
Tal y como señala el corresponsal de ABC en Bruselas, Enrique Serbeto, el fracaso de Calviño deja a España en una situación inédita en la historia de su participación en las instituciones, con un papel prácticamente irrelevante.
Ahora mismo aparte del cargo de Alto Representante que ejerce Josep Borrell, y que es más decorativo que otra cosa, en la Comisión ya solo hay un director general español (Daniel Calleja, responsable del servicio jurídico) mientras que países como Holanda tienen tres y en puestos especialmente estratégicos (Presupuesto, Economía y Política Social). Suecia tiene dos, Dinamarca otros dos, así como Finlandia. Italia tiene tres, Francia, cuatro y Alemania, cinco.
El grado de influencia de España en la cúpula de los funcionarios europeos se ha quedado a la altura de países muy pequeños como Austria, Chipre o Luxemburgo, cuando hasta no hace mucho tenía cuatro directores generales, uno de ellos, por cierto la propia ministra Calviño al mando de una cartera codiciada como la de Presupuestos.
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