«Me preocupa el uso generalizado que tendrán los chips cerebrales en el futuro».
La semana pasada, la compañía de implantes neurales de Elon Musk, Neuralink, publicó el video de un primate al que se le había implantado su tecnología para jugar al Pong con su mente.
La demostración, aunque llamativa, fue algo decepcionante —los neurocientíficos desarrollaron y demostraron por primera vez la tecnología de control mental en primates hace décadas—. Sin embargo, representó la creciente prominencia de Neuralink en la esfera pública y planteó preguntas importantes sobre la privacidad, la propiedad de los datos y la ética biomédica.
«Si bien estoy entusiasmada con las aplicaciones terapéuticas de los chips cerebrales para aquellos con problemas de movimiento y memoria, me preocupa el uso generalizado de chips cerebrales en el futuro», dijo a Observer la psicóloga cognitiva Susan Schneider. Schneider, quien es la directora del Centro para la Mente Futura de la Universidad Atlántica de Florida, ha criticado las ambiciones de Elon Musk para Neuralink durante años.
En 2019, dijo que fusionar la mente humana con la IA, como Musk dijo que quiere que haga el implante neuronal, sería similar a un suicidio. Susan Schneider es una filósofa académica y pública, profesora de filosofía William F. Dietrich en la Florida Atlantic University, y ganadora del premio National Endowment for the Humanities Public Scholar Award.
«Sin las regulaciones adecuadas, tus pensamientos más íntimos y tus datos biométricos podrían venderse al mejor postor», agregó Schneider en su última entrevista.
Los datos neurológicos recopilados como parte de un experimento o tratamiento médico están protegidos por regulaciones como HIPAA (Ley de Portabilidad y Responsabilidad del Seguro Médico).
Pero no existen barreras legales que impidan que una empresa como Neuralink recopile y venda datos cognitivos a través de un implante neuronal del consumidor, como una versión más invasiva de cómo Facebook monetiza sus datos.
Y si bien un implante neuronal capaz de hacer eso aún está varios años en el futuro, el hecho de que la tecnología pueda superar las regulaciones destinadas a proteger al público es alarmante. Fuente: Neoscope. Edición: MP.
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