Imaginen que los humanos del futuro se las arreglen para viajar a otros mundos y se encuentran con… más humanos. Según un astrobiólogo de la Universidad de Cambridge, ese escenario puede ser más probable de lo que se cree.
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En una nueva entrevista con la revista Science Focus de la BBC, Simon Conway Morris, un paleobiólogo evolutivo del Departamento de Ciencias de la Tierra de la mencionada institución, declaró que los investigadores pueden «decir con confianza razonable» que se ha producido una evolución similar a la humana en otros lugares del universo.
El núcleo de la creencia de Morris proviene de la teoría de la evolución convergente, que afirma que «los efectos aleatorios eventualmente se promedian de modo que la evolución converge, tendiendo a producir organismos similares en cualquier entorno dado».
El científico utilizó los ejemplos de vuelo, que «ha evolucionado de forma independiente en la Tierra al menos cuatro veces: en aves, murciélagos, insectos y pterosaurios».
En resumen, la teoría de la evolución convergente postula que la evolución en sí misma es una ley de la naturaleza y, como punto final lógico, es probable que opere de la misma manera en diferentes planetas que aquí en la Tierra. En otras palabras, es teóricamente posible que los humanoides alienígenas azules y verdes que ves en Star Trek o Star Wars puedan estar ahí fuera —e incluso nos hayan visitado como afirman múltiples testigos de encuentros cercanos—.
Morris no es el único hombre de Cambridge que cree que la vida extraterrestre habría evolucionado de manera «análoga a la de un humano».
Arik Kershenbaum, zoólogo de la susodicha institución británica, escribió un libro completo sobre el concepto de evolución extraterrestre.
«Debido a que la evolución es el mecanismo explicativo de la vida en todas partes, entonces los principios que descubrimos en la Tierra deberían ser aplicables en el resto del universo», dijo Kershenbaum a la revista Quanta a principios de este año.
Kershenbaum argumentó que si bien es «tentador» imaginar razas alienígenas que no tienen los mismos intereses culturales que los humanos, como la filosofía y la literatura, debemos recordar que no surgieron del vacío como seres tecnológicos avanzados. Incluso las formas de vida extraterrestres con mayor tecnología que los humanos, señaló Kershenbaum, habrían «evolucionado a partir de una especie pre-tecnológica».
Dado que la inteligencia requiere de un gran consumo de energía, es esperable que a lo largo del universo la forma humanoide —que ahorra recursos con su simplicidad y eficiencia para manipular herramientas— sea una regla para las civilizaciones tecnológicas del universo.
«Si esa especie pre-tecnológica pasó a desarrollar todas las cosas que tenemos ahora, es probable que se erigieran sobre bloques de construcción que sirvieron a ese propósito social, cosas como la vinculación entre los miembros del grupo, la transmisión de información e ideas útiles entre ellos», agregó. «Una civilización alienígena pre-tecnológica podría estar cantando, bailando y contando historias como lo hizo la civilización humana pre-tecnológica, porque tiene el mismo propósito».
Es convincente imaginar otros mundos donde las formas de vida humanoides, en palabras de Kershenbaum, están «cantando, bailando y contando historias» como en la Tierra. Y si las leyes de la evolución son tan fuertes como creen los darwinistas como Kershenbaum y Morris, eso aumenta nuestra propensión a relacionarnos y comunicarnos con los extraterrestres y, desafortunadamente, también a luchar contra ellos.
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