12/02/2022
Por Alfonso de la Vega.- La actual crisis de civilización posee una dimensión espiritual. Para mí esa es la más importante de todas, incluida la política, cultural, económica o sanitaria.
Sin embargo, se disimula de modo mohatrero en lo que casi nada es como parece. El abogado alemán Reiner Fuellmich lo explica así: “Los gobiernos ya no son nuestros gobiernos, puesto que han sido tomados por la plataforma del Foro económico mundial…”.
Desde ese punto de vista son usurpadores, pese a haber sido entronizados tras elecciones supuestamente limpias, aunque más o menos manipuladas. Muchos son tiranos decididos a oprimir y atacar a sus propios pueblos. Varios llevan la chapita de la Agenda 2030 o sueltan discursos estupefacientes similares para que no quepa duda de quiénes son sus amos.
Pero tampoco algunos líderes religiosos son lo que parecen o hacen lo que se esperaría de ellos en función de su propia posición institucional. Algunos, como Bergoglio, son políticos clericales que parecen haber olvidado la razón de ser de la institución bimilenaria que se supone representa. Fuera de toda pretensión evangélica, Bergoglio ya no se reconoce como vicario de Cristo, sino como Jefe del Estado Vaticano. Un poderoso estado abducido ahora por el NOM, el Foro de Davos u otras instituciones globalistas contra la humanidad. Y del que no sabemos qué verdadera naturaleza tendrá una vez felizmente acabado el bergogliato.
Mientras preparaba su próximo viaja a la Costa de los Piratas, en la península Arábiga, no para convertir infieles, que eso ahora está muy feo, sino para compadrear con sarracenos, Bergoglio ha sido entrevistado en la RAI. En el programa, Bergoglio ha hecho alarde de sus últimas ocurrencias. Según ha declarado, muy serio y puesto en razón, está en contra de las rigideces ideológicas.
En consecuencia, así se entiende que persiga con saña y crueldad inusitadas a los sacerdotes y fieles que, por ejemplo, no quieren comunión en la mano o prefieren la misa tradicional a la posconciliar. Ceremonia sagrada que, desde el punto de vista estético –en el asunto teológico no me meto—, viene a ser como sustituir una obra sublime del padre Vitoria por la canción de eurovisión de turno.
O que, para no ser rígido, mientras niega entrevista al paciente octogenario cardenal Zen, compadree con los camaradas filantrópicos próceres del Partido comunista chino. O que busque la forma de desalojar de sus monasterios tradicionales al monjerío remanente y así liberar rico patrimonio para colocar en el mercado y crear valor para el accionista.
Pero donde Bergoglio estuvo felizmente “sembrao” es en su disposición para sustituir a la población europea autóctona. De ahí la propuesta de repartir pobres entre los diferentes países de la UE por indígenas de otras geografías y culturas. No sé si Bergoglio habrá visto Plácido o Viridiana, dos obras maestras españolas contra la demagogia del buenismo y la hipocresía. Si no las ha visto se las recomiendo, y sin cobrar óbolo alguno por la asesoría.
Dado que el Vaticano es quizá uno de los estados más opulentos del mundo es de suponer que empezaría dando ejemplo. En caso de subasta de pobres, como en Plácido, el currante autónomo alienado y explotado del motocarro pagado a plazos, el Vaticano pudiera emplear su potencial financiero en quedarse con unos cuantos. E incluso con artistas venidos a menos para mejor animar la velada eclesiástica. El gran Berlanga ya contaba cómo hacerlo.
Si fuese Viridiana, habría que cuidar la mesa y mantel, así como los manjares cardenalicios no sea que los menesterosos invitados al banquete se rebelen y asalten las bodegas y despensas vaticanas. Está muy bien lo de presumir de llaneza y campechanía cara a la galería, pero luego pasa lo que pasa.
Sabemos que Bergoglio es amiguete y coleguilla de los principales mafiosos del Partido demócrata: de los Clinton, Obama, Podesta, Biden, Pelosi, así como de la mafia cardenalicia homosexual de San Gallo, a los que debe poltrona y protección. Por eso no termino de entender la incoherencia de que le preocupen tanto las víctimas habituales de ambas sectas. Me refiero a los niños indefensos.
Tampoco se entiende desde un punto de vista evangélico –yo debo ser muy burro o muy rígido— su decidida apuesta por algo tan absolutamente anticristiano como el tenebroso y satánico NOM; ni la protección en la práctica del aborto, uno de sus instrumentos más abominables; ni su empeño en “vacunar” urbi et orbi a quien no pueda escaparse, incluso las más indefensas criaturas.
Desde mi modesto punto de vista estamos ante un demagogo y mohatrero. Sí, esto forma parte de una mohatra. Una mohatra globalista y global. Un personaje tenebroso encumbrado a lo más alto de la cucaña por el Mal para hacer desde allí lo contrario de lo que cabría esperar.
Repito las palabras del abogado alemán Reiner Fuellmich: “Los gobiernos ya no son nuestros gobiernos, puesto que han sido tomados por la plataforma del Foro económico mundial, los mismos que empezaron a crear su programa de jóvenes líderes mundiales por el año 1992, cuyos primeros graduados fueron Angela Merckel y Bill Gates”.
Líderes fabricados a troquel que van siendo colocados en los puestos decisivos para perpetrar políticas contra los intereses de los administrados. Bergoglio tiene otra edad que los antes citados; es de la misma quinta que el peligroso eugenista Klaus Schwab Rothschild, pero también agente de igual servicio.
Ahora bien, visto el actual proceso de descristianización del Vaticano o lo que ha pasado en España desde la muerte de Franco y la nueva restauración borbónica, parece que la fe y la espiritualidad en el cristianismo se forja más en las persecuciones, en la resistencia a las leyes inicuas, en la soledad de la conciencia y aún en cierta debilidad material en contraste con la opulencia, que en la protección de instituciones esclerotizadas, cuando no degradadas.
https://www.alertadigital.com/2022/02/12/el-estado-vaticano-abducido-por-el-nuevo-orden-mundial-de-la-mano-de-bergoglio/
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