“El propósito del trabajo es muy claro: Se trata de dar voz a las víctimas, y dejar que el mundo las escuche. Y para decir que nuestro mundo no puede seguir tolerando este tipo de abusos y torturas”
Liu Hua sostiene los diarios de la tortura y los malos tratos que había pasado de contrabando desde el campo de trabajo. Después de decir la línea que aparece en el subtítulo en esta imagen, dijo: "Las mujeres las pasaban de contrabando hacia afuera en sus vaginas." (Captura de pantalla por La Gran Época)
Hubiera sido imposible hasta hace muy poco tiempo en China producir un documental sobre tortura y esclavitud en un campamento de trabajo oficialmente dirigido, y no ser enviado a la cárcel por ello. Du Bin, cineasta chino independiente, sin embargo, ha hecho exactamente eso, y ahora está en Hong Kong hablando sobre la proyección de la película, concediendo alegremente entrevistas a los medios de comunicación en el extranjero.
Una de los protagonistas de su documental, Liu Hua, una peticionaria que fue torturada terriblemente y vio la intensa tortura infligida a las prisioneras en el campo de trabajo forzado de Masanjia, habló directamente frente a la cámara, en la película, sin hacer ningún intento de ocultar su identidad. Ella está en Beijing y no ha sido capturada por la policía secreta del Partido Comunista.
Ambas, son señales de que el tiempo está cambiando en China, por lo menos en algo.
Masanjia, el campo de trabajos que es objeto del documental de Du Bin, “Sobre Cabezas de Fantasmas: Las mujeres en el Campo de trabajo de Masanjia”, no ha sido clausurado. La última palabra oficial sobre el tema era que un equipo especial de investigación creado por el régimen, más específicamente, fijado por un número de oficiales e instituciones que presiden los abusos en Masanjia, encontraron que las acusaciones de tortura eran en realidad
“maliciosas fabricaciones”.
El nombre del campamento llegó al público a comienzos de abril, después de que la Revista Lens, conocida por sus fotografías,
publicó una larga exposición del campo, basadas en entrevistas con las sobrevivientes. Ese artículo recibió
rápidas y furiosas respuestas en Internet, cuando los chinos descubrieron acerca de tortura extrema que tuvo lugar en el campamento, antes de que la censura cerrara el debate.
El documental de Du Bin fue lanzado en Hong Kong —todavía no es posible mostrar dicha película en China Continental y probablemente no ganará atención en el país, como el artículo de la Revista Lens. Pero añade una gran cantidad de texto y detalles de lo que se conoce acerca del campo.
Una muestra de la tortura que se realiza en Masanjia solo aparece en los primeros minutos del
documental de Du Bin: la cámara se ajusta nauseabundamente boca abajo, con el retrato de Mao en la Plaza Tiananmen destacado por Liu Hua, explicando cómo las guardias de la prisión comunista atacaron el lugar más privado y sensible de su cuerpo.
“Nacemos del vientre de nuestras madres, pero en el campo de trabajo femenino de Masanjia, fueron torturadas por reclamar sus derechos y por practicar Falun Gong”, dijo. Las practicantes de Falun Gong conforman una
gran parte de las prisioneras en Masanjia, y se utilizan como conejillos de indias para la gran parte de las torturas que se administran allí por los guardias.
“Golpearon nuestros pechos y genitales con porras eléctricas, insertaron porras en nuestras vaginas para electrocutarnos, llenaron nuestras vaginas con polvo de pimienta picante, nos insertaron cepillos de dientes en la vagina y lo giraron. Abrieron nuestras bocas con dilatadores vaginales a presión y nos insultaron. Nosotras no entendemos qué es lo que ha sucedido a nuestro país”.
Liu Hua, que no es practicante de Falun Gong, terminó en Masanjia, después de que su esposo se convirtió en jefe de un Comité de la aldea en su ciudad natal, Shenyang, provincia de Liaoning, donde se encuentra el campamento. Descubrió la corrupción por el Secretario del Partido de la aldea, y cuando intentó denunciarlo, fue golpeado y exiliado. Más tarde, Liu Hua fue enviada a Masanjia durante cuatro años por “poner en peligro la seguridad nacional y al Partido de la oposición y por oponerse al socialismo”.
Pero ella era la mujer equivocada para condenar. Mantuvo notas meticulosas de lo que llama “todo el mal que hicieron y el abuso que sufrimos, los castigos corporales, las palizas, el colgarnos en posiciones para estirarnos, el lecho de la muerte y el banco del tigre”.
Su monólogo continúa: “Anoté todo esto, poco a poco. Y conseguí que las mujeres lo sacaran de contrabando en sus vaginas”.
Gran parte de las casi 20.000 palabras de texto describen la dolorosa vida cotidiana de estar encerradas en un campo de trabajos forzados y obligadas a trabajar con la presión arterial alta, las piernas hinchadas, y la alimentación que era “un pequeño plato de repollo de col o rábanos que habían sido picados como alimento para pollos o patos, como si se tratara de animales”.
Algunos elementos sorprendentes en el documental incluye la reacción de las guardias de disciplina cuando se dieron cuenta de que Liu Hua iba a ser liberada. “‘Liu Hua, no habla de lo que ocurrió allí. Sería demasiado repugnante’”, dijo el capitán de la brigada, Sun Bin.
Otra guardia intervino con: “Liu Hua, no habla sobre esto. Sería muy vergonzoso”, recordó. A continuación, los maldijo y les dijo, “ustedes todo el día hablan acerca de gloria. ¿Qué gloria? La gloria viene de despellejarnos a nosotras y beber nuestra sangre. ¡Estamos alimentándolos a ustedes matones! ¿Qué tienen para decir?” Ellos no tienen nada que decir.
Du escuchó por primera vez acerca de Masanjia en 2004, cuando se le informó sobre la tortura en la que utilizan cepillos de dientes para introducirlos en la vagina de las mujeres. “Me sorprendió. Yo sabía que tenía que escribir o crear algo al respecto”.
“El propósito del trabajo es muy claro: Se trata de dar voz a las víctimas, y dejar que el mundo las escuche. Y para decir que nuestro mundo no puede seguir tolerando este tipo de abusos y torturas, para impedir que estas torturas tomen nuevamente lugar”.
A la tortura descrita la llamó “inhumana”.
“La razón por la que hago este trabajo, es por la dignidad humana. No somos animales”, dijo.
Heng He, un comentarista sobre temas políticos chinos de actualidad, fue entrevistado en el programa, señaló que se trataba de un “momento crucial” para el documental Masanjia, por salir en medio de toda la discusión sobre la reforma del campo de trabajo forzado en China por el nuevo liderazgo de Xi Jinping.
“Registrar la historia es increíblemente importante”, dijo Heng He. “Debemos grabarlo hoy, ahora, que los autores no tienen lugar donde esconderse. En el pasado, fue después de que el pueblo judío comenzó a recoger información [sobre el Holocausto]. “Pero creo que ahora, no tenemos que esperar a que el Partido Comunista colapse para obtener esta información”.
Por Mateo Robertson - La Gran Época