Entre los particulares la locura es poco frecuente, entre los grupos, partidos, pueblos y épocas, la regla. (Friedrich Nietzsche)
Cada primavera y verano, durante un período de baja presión sobre el Golfo Pérsico, poderosos vientos conocidos como “shamals y sharqi”, bajan desde el norte y el noreste hacia Arabia Saudí, levantando cada vez más granos de arena mientras se dirigen hacia el sur y el sudoeste a través del Desierto Árabe. Frecuentemente estas tormentas de arena alcanzan tamaños gigantescos – cientos de metros de alto y kilómetros de ancho y de longitud de densas partículas irritantes que sofocan los pulmones de los que son expuestos, tapan completamente el sol y, terminan por enterrar ciudades enteras, algunas veces incluso ciudades grandes como Riad, bajo un metro o más de arena.
Las velocidades del viento van de 30 a 300 kilómetros por hora, y generalmente toman una ruta semicircular, que se orienta hacia el sur del Golfo y los restantes Estados del Golfo. Por cierto, cada año todos los Estados del Golfo combinados –EAU, Catar, Bahréin, Omán, Kuwait y Arabia Saudí, sufren literalmente cientos de semejantes tormentas de arena y polvo. Y frecuentemente los vientos que impulsan esas tormentas de arena se originan en el norte y el noreste (Irán, Iraq, Kuwait, y a veces incluso Turquía).
Imagen satelital de la NASA que muestra típicas direcciones de viento shamal
A continuación reproducimos un mapa que muestra la ubicación de las instalaciones nucleares y de las minas de uranio de Irán. Una mirada a la imagen satelital de la NASA permite ver la dirección primordial del viento shamal.
Hay que pensar en “Fukushima x 10”: el bombardeo de instalaciones nucleares de Irán haría que toda la región de los Estados del Golfo fuera prácticamente inhabitable.
Fukushima es, sin duda alguna, el peor desastre nuclear del mundo hasta la fecha. De hecho, muchos científicos creen, y con buen motivo, que el incidente de Fukushima, que está lejos de haber terminado, es la peor catástrofe ecológica del mundo.
“Mientras las repercusiones a largo plazo del desastre nuclear de Fukushima Daiichi aún no han sido totalmente evaluadas, son mucho más serias que las relacionadas con el desastre de Chernóbil de 1986 en Ucrania, que causó casi un millón de muertos (New Book Concludes – Chernobyl death toll: 985,000, mostly from cancer” Global Research, 10 de septiembre de2010.)
Para un informe completo sobre Fukushima, vea Global Research Online Interactive Reader Series, Fukushima: A Nuclear War without a War, The Unspoken Crisis of Worldwide Nuclear Radiation (Michel Chossudovsky, editor).
Hay que imaginar varios grandes reactores nucleares (la producción del reactor Bushehr de Irán, por ejemplo, es de 1.000 megavatios, en comparación con el mayor reactor de Fukushima Daiichi que tenía una producción de 784 megavatios), junto a varias plantas de enriquecimiento de uranio, y ciertamente instalaciones militares de almacenamiento y con gran probabilidad minas de uranio, todas convertidas en polvo en algunos días. Además, a diferencia de los reactores de Fukushima Daiichi que sufrieron solo fusiones parciales en las cuales gran parte de las barras de combustible y almacenamientos de combustible gastado quedaron en su mayoría intactos, “todo” el combustible nuclear de Irán explotaría hacia la atmósfera. Y no olvidemos que las municiones estadounidenses-israelíes empleadas para destruir las instalaciones nucleares de Irán ciertamente tendrían puntas de uranio empobrecido, y con gran probabilidad incluirían algunas mini-bombas nucleares.
Por cierto, si se consideran los desastres nucleares y las catástrofes ecológicas, Fukushima palidecería en comparación con la causada por el bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán. La contaminación nuclear de un evento semejante sería extrema, para no decir más. Decenas, si no cientos de miles de inocentes iraníes morirían dentro de una década o dos de alguna forma de cáncer provocado por la radiación. Y ya que una parte significativa de esa contaminación nuclear terminaría de inmediato, o durante las siguientes semanas y meses en el Desierto Árabe, donde los vientos, año tras año, llevarán consigo partículas de arena y polvo en gigantescas tormentas irradiadas (recordad, “cientos” de semejantes tormentas de arena y polvo por año), ni una sola persona que viva en algún sitio en la región de los Estados del Golfo escaparía a la exposición. El Golfo Pérsico, también, pronto estaría tan irradiado e inánime que podría ser rebautizado como Nuevo Mar Muerto.
Vale la pena recordar algunas estadísticas. La vida media del cesio-137 es algo más de 31 años, mientras que la del estroncio-90 es aproximadamente de 29 años. El plutonio-239, la más peligrosa de las mencionadas sustancias radiactivas, tiene una vida media de 24.110 años. Y el uranio, que es el objetivo primordial y que compondría el mayor porcentaje de la contaminación, tiene una vida media que va desde 700 millones hasta cerca de 4.500 millones de años, dependiendo del tipo de uranio utilizado – U-235 o U-238. Vale la pena señalar que se necesitan aproximadamente 20 veces los años de vida media mencionada para la radiación para que semejante contaminación se disipe enteramente.
Por cierto, gran parte de esa radiación también pasaría al jet stream (corriente en chorro), que entonces la llevaría por todo el globo, depositándola como contaminación nuclear por doquier. Ninguna nación, ninguna superficie acuática, se salvaría. Basta con “una” partícula “caliente” inhalada o ingerida para producir un cáncer con riesgo mortal.
Sugerir, o incluso considerar, un semejante evento genocida es una locura; en realidad, si tuviera lugar sería una locura que va más allá de cualquier descripción.
Debemos concluir, por lo tanto, que la alianza EE.UU.-OTAN-Israel está fanfarroneando. Poco antes de todas y cada una de las negociaciones del P5+1 respecto al programa nuclear de Irán, los medios dominantes controlados por las corporaciones o el gobierno en Occidente aumentan las amenazas, e Israel insiste en que pronto bombardeará las instalaciones nucleares de Irán si su programa nuclear no es detenido. Ya hemos oído las mismas amenazas durante más de una década. El hecho mismo de que los demás Estados del Golfo en la región apoyan la alianza EE.UU.-OTAN-Israel también sugiere que semejantes amenazas son puras maniobras de amedrentamiento, intentos de intimidar a Irán para que acepte cualesquiera demandas que hagan EE.UU., la OTAN e Israel.
Seguramente, los monarcas de los Estados del Golfo en especial son suficientemente conscientes como para darse cuenta de que, incluso si Irán planificara el desarrollo de un arma (de lo cual no existe absolutamente ninguna evidencia), un Irán con armas nucleares sería mucho menos peligroso para ellos que un bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán, que garantizaría positivamente su fin. Incluso Israel, que se encuentra a solo 1.100 kilómetros de distancia de Irán, y también sufre regulares tormentas de arena y polvo, probablemente sufriría calamitosas consecuencias como resultado de la contaminación por radiación de un tal ataque.
¿Ha infectado una semejante locura absoluta las mentes de las potencias occidentales a tal grado que realmente llegarían a atacar a Irán, y al hacerlo destruir toda la región de los Estados del Golfo, irradiar todo el planeta y posiblemente desencadenar la Tercera Guerra Mundial? ¿O se trata solo de estratagemas publicitarias, tácticas de amedrentamiento y retórica, y prevalecerán las mentes más sensatas?
No perdamos la esperanza y oremos por lo último.