Este es el último artículo de la serie “¿Cuándo volverán los “dioses” de Sumer?”, en el que intentamos sacar algunas conclusiones sobre el posible retorno de los dioses.
Al estudiar cada profecía se encuentran repetidas referencias al profeta David como Ungido de Dios y a una promesa de que será a través de un descendiente de la Casa de David que su trono será reestablecido de nuevo en Jerusalén ‘en los días que han de venir’.
Es en el trono de David’ en que los futuros reyes, que deben ser de la Casa de David, se sentarán en Jerusalén. Y cuando eso ocurra, los reyes y príncipes de la Tierra acudirán a Jerusalén en busca de justicia, paz y la palabra deDios. Esto, según prometió Dios, es ‘una promesa eterna’ y un pacto divino ‘para todas las generaciones’. La universalidad de esta promesa se halla testificada en escritos de Isaías, Jeremías y Zacarías, entre otros. Estas son palabras inconfundibles con respecto a su pacto mesiánico con la Casa de David, aunque están llenas de informaciones que dictaron el curso de los eventos en Jerusalén, entre ellos los relacionados con el profeta Elías.
Elías, apodado el Tishbita por el nombre de su ciudad natal en la región de Galaad, fue un profeta bíblico del reino de Israel (después de la partición de Judá) en el siglo noveno a.C., durante el reinado del rey Ahab y su esposa la reina Jezabel. Fiel a su nombre hebreo, Eli-Yahu, que significa Yahveh es mi Dios, estaba en constante conflicto con los sacerdotes del dios cananita Baal (‘el Señor’), que creemos era realmente Marduk, cuyo culto promovía la reina Jezabel. Se dice que Acab siguió con los mismos pecados que su padre y que sus antecesores al introducir y edificar altares y templos a dioses ajenos (Astoret diosa cananea y Baal). Esta política contraria a la ley de Moisés se entiende en un contexto de mezcla cultural y en el intento de ganarse a los arameos y demás pueblos que habitaban en su territorio. La Biblia la hace depender en gran medida de su matrimonio con Jezabel, que era Fenicia. Jezabel instituyó un culto ajeno con sacerdotes y profetas paganos que entraban en conflicto con los profetas de Yahveh. Existía una tensión entre ambos cultos y la Biblia hace referencia a dos hechos importantes que se contraponen en este asunto: el primero es una persecución efectuada por Jezabel contra los profetas de Dios, que tienen que ocultarse; y otra, el enfrentamiento de Elías con los profetas de Astoret y Baal que saldrían derrotados y ejecutados por Acab; a lo que sigue una nueva persecución como venganza por parte de Jezabel.
Jezabel también era una mujer cruel y dispuesta a asesinar para conseguir sus objetivos. La Biblia introduce el relato de la viña de Nabot para ilustrarlo. En este relato se cuenta cómo tras serle imposible al rey Acab comprar la viña de Nabot por la que se había encaprichado, su mujer decide difamar contra éste para que le maten y de este modo su marido pueda adquirirla. La derrota final de Acab se justifica teológicamente por su pecado de idolatría y por haber dejado escapar al rey de Siria, Ben-adad, después de una segunda batalla profetizada por Elías y Miqueas. Luego de un período de reclusión en un sitio escondido cerca del Jordán, donde fue ordenado para convertirse en ‘Un Hombre de Dios’, a Elías le fue dado un manto que poseía poderes mágicos y era capaz de realizar milagros en el nombre de Dios. Su primer milagro documentado consistió en hacer de una cucharada de harina y un poco de aceite de cocinar alimento para una viuda que le duró el resto de su vida. Después resucitó a su hijo, que había muerto de una virulenta enfermedad. Durante una pugna con los profetas de Baal en el Monte Carmelo, pudo convocar un fuego desde el cielo.
Según la Bibla, visitó el Monte Sinaí después del Éxodo, cuando escapó de la cólera de Jezabel y los profetas de Baal para salvar su vida. Para evitar que fuera hallado, un Ángel del Señor lo escondió en una cueva del Sinaí. En la Biblia se dice que no murió porque fue llevado al cielo en un torbellino para estar con Dios. Su ascenso, como está descrito con gran detalle en Reyes, no fue un hecho inesperado sino que fue una operación perfectamente planificada y cuyo lugar y momento fueron comunicados a Elías con anticipación. El sitio escogido fue el Valle del Jordán, en el lado oriental del río. Cuando fue el momento de ir allí, lo acompañaron sus discípulos encabezados por Eliseo. Hizo una parada en Gilgal, el lugar donde se realizaron algunos milagros de Yahveh para los israelitas guiados por Joshua. Elías intentó zafarse de sus seguidores, pero ellos lo escoltaron hasta Beth-El; aunque les pidió que lo dejaran atravesar el río sólo, se mantuvieron con él hasta su última parada, Jericó, preguntándole todo el camino si era cierto que el Señor vendría a llevarlo al cielo ese día.
En las orillas del Jordán Elías enrolló su manto milagroso y golpeó las aguas, dividiéndolas, lo que le permitió atravesar el río. Los otros discípulos se quedaron atrás, pero aun entonces Eliseo persistió en estar con Elías, cruzando el río con él; Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos y Elías subió al cielo en el torbellino. Eliseo le veía y clamaba: «¡Padre mío, padre mío! Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» Y no le vio más. Asió sus vestidos y los desgarró en dos. La tradición judía ha sostenido que el transfigurado Elías volverá algún día como un heraldo del Mesías para anunciar la redención final del pueblo de Israel. La tradición afirma que la cueva en el Sinaí donde el ángel llevó a Elías fue donde Dios se reveló a Moisés y que se espera que Elías reaparezca al comienzo de la Fiesta de Pascua judía, cuando se conmemora el Éxodo. Hasta este día, el Seder, comida ceremonial cuando se inician los siete días del festejo de Pascua, requiere la colocación en la mesa de una copa llena de vino para Elías. Y la puerta permanece abierta para que pueda entrar, mientras se recita un himno que expresa la esperanza de que pronto anunciará ‘al Mesías, hijo de David’.
La ‘Copa de Elías’ ha sido embellecida hasta convertirse en una artística copa, un cáliz nunca empleado para un propósito diferente del ritual de la cena de Pascua. La ‘Ultima Cena’ de Jesús fue la celebración tradicional de Pascua. Aunque aparentemente podían escoger sus propios sumos sacerdotes y reyes, Judá se convirtió a todas luces en una colonia romana, gobernada primero desde el cuartel general en Siria y luego por regentes locales. El gobernador romano, llamado Procurador, se aseguraba que los judíos escogieran, según la preferencia de Roma, un Ethnarch (‘Cabeza del Consejo Judío’) para servir como Sumo Sacerdote del Templo e incluso un ‘Rey de los Judíos’ (no un ‘Rey de Judá’ como país). Desde el 36 al 4 a.C. el rey fue Herodes, descendiente de edomitas convertidos al judaísmo, que fue elegido por dos generales romanos: Marco Antonio y Octavio. Herodes dejó un legado de estructuras monumentales y además ponía mucha atención en cumplir los deseos del Procurador romano.
A esta Jerusalén repleta de peregrinos para la fiesta de Pascua, es donde llegó Jesús de Nazaret en el 33 d.C. En esta época a los judíos sólo se les permitía conservar la autoridad religiosa y un consejo de setenta ancianos llamado el Sanedrín. Y esta provincia romana era gobernada por el Procurador Poncio Pilatos. Estaban creciendo las tensiones entre el pueblo judío y los romanos, que derivaron en una serie de motines sangrientos en Jerusalén. Poncio Pilatos empeoró las cosas trayendo a la ciudad legionarios romanos con sus signos, monedas y una serie de imágenes de ídolos prohibidas en el Templo; los judíos que se resistieron fueron sentenciados sin piedad a la crucifixión por lo que el lugar de castigo fue apodado Gólgota o lugar de las Calaveras. Jesús y sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando llegó Jesús nuevamente, con sus discípulos, la situación no era la esperada ni la prometida por las profecías bíblicas.Los judíos devotos estaban obsesionados con la idea de la redención por un Mesías, basada en el eterno vínculo entre Dios y la Casa de David. Yahweh dijo: “He prestado mi asistencia a un bravo, he exaltado a un elegido de mi pueblo. He encontrado a David mi servidor, con mi óleo santo le he ungido… …El me invocará: ¡Tú, mi Padre, mi Dios y roca de mi salvación! Y yo haré de él el primogénito, el Altísimo entre los reyes de la tierra. Le guardaré mi amor por siempre, y mi alianza será leal con él; estableceré su estirpe para siempre, y su trono como los días de los cielos”.
Y esto fue lo que Jesús de Nazaret, ahora en Jerusalén con sus doce discípulos, se propuso hacer: si la salvación requiere un Ungido de la Casa de David, él, Jesús, sería aquel. Su nombre hebreo, Yehu-shuah (“Joshua”), significaSalvador de Yahveh; y en cuanto al requerimiento que el Ungido (‘Mesías’) fuera de la Casa de David, él lo era: En Nuevo Testamento, San Mateo dice: “El libro de las generaciones de Jesús, hijo de David, hijo de Abraham”. En otras partes del Nuevo Testamento la genealogía de Jesús es dada según las generaciones: catorce generaciones desde Abraham a David; catorce generaciones desde David a la deportación a Babilonia; catorce generaciones desde ahí a Jesús. Estaba calificado para ser el ungido. Nuestras fuentes para lo que ocurrió después son los Evangelios y otros libros del Nuevo Testamento. Sabemos que los ‘reportes de testigos visuales’ fueron de hecho escritos con posterioridad a los hechos y también sabemos que la versión oficial es el resultado de deliberaciones del concilio convocado por el emperador romano Constantino tres siglos más tarde.
Los manuscritos ‘gnósticos’, como los documentos de Nag Hammadi o el Evangelio de Judas, aportan versiones diferentes, que la Iglesia suprimió. Incluso sabemos que primero hubo una Iglesia de Jerusalén liderada por el hermano de Jesús, enfocada de manera exclusiva a sus seguidores judíos, que fue suplantada por la Iglesia de Roma que dirigían los gentiles. Mateo, Marcos y Lucas citan a Jesús diciendo a sus discípulos a su llegada a Jerusalén: “En dos días más será la fiesta de Pascua, del pan sin levadura”. Se acercaba la fiesta del pan sin levadura, que es llamada la Pascua. Después, los tres evangelios señalan que Jesús pidió a sus discípulos ir a cierta casa, donde podrían celebrar la cena de Pascua con que se iniciaban los festejos.
Lo siguiente en aclarar es el tema de Elías, el heraldo del Mesías. Según los Evangelios, la gente que había oído hablar de los milagros de Jesús, milagros que eran tan populares como los de Elías, al comienzo se preguntaban si acaso Jesús era realmente Elías. Sin negarlo, Jesús preguntó a sus más cercanos discípulos: “¿Quién dicen ustedes que soy?”. Y Pedro respondió: “Tú eres el Ungido”. Si así es, le preguntaron: “¿dónde está Elías, que debía aparecer antes?”. Y Jesús respondió: “Sí, por supuesto, ¡pero él ya vino!” Y le preguntaron, diciendo: “¿Por qué los escribas dicen que Elías debe venir primero?”. Y él respondió, diciendo: “Elías de cierto vino primero, y restauró todas las cosas… Pero de cierto os digo… Que Elías sin duda ya ha venido”. Si Elías había vuelto a la Tierra, satisfaciendo el prerrequisito para la venida del Mesías, entonces tenía que mostrarse en el Seder y beber de su copa de vino. Como requería la tradición y la costumbre, la Copa de Elías, llena de vino, fue colocada en la mesa del Seder de Jesús y sus discípulos. Jesús tomó el pan sin levadura (llamado ahora Matzoh) e hizo las bendiciones, y lo partió, y entregó partes a sus discípulos: “Y tomó la copa, y después de dar gracias, lo pasó a ellos, y todos bebieron”.
La Copa de Elías estaba allí, pero Leonardo Da Vinci decidió no mostrarla en su pintura La Última Cena, supuestamente basada en los pasajes del Nuevo Testamento. Jesús no sostiene la copa y no hay otra copa de vino sobre la mesa. En vez de ello hay un inexplicable vacío a la derecha de Jesús y el discípulo a su derecha se halla inclinado como para permitir que alguien invisible esté entre ellos. ¿Acaso Leonardo estaba insinuando que un invisible Elías entró por la ventana abierta, detrás de Jesús, y tomó la copa que le pertenecía? En este caso el heraldo habría llegado precediendo alUngido Rey de la Casa de David. Cuando Jesús fue llevado delante del gobernador romano que le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”, Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”. La consecuencia de esta afirmación fue morir en la cruz. Cuando Jesús levantó la copa de vino para bendecir, dijo a sus discípulos: “Esta es mi sangre de la nueva alianza”. SI esas fueron sus palabras exactas, no quiso decir que ellos fueran a beber vino transformado en sangre, una grave transgresión a una de las estrictas prohibiciones del judaísmo desde los tiempos ancestrales, ‘porque la sangre es el alma’. Lo que quiso decir era que el vino en esta copa, la Copa de Elías, era un testimonio de su linaje de sangre. Y Leonardo quiso indicar que, supuestamente, había sido recogida por Elías. La copa desaparecida ha sido durante siglos un tema recurrente, ya que los Cruzados la buscaron; los Templarios se dice que la hallaron y fue traída a Europa… la copa se convirtió en cáliz; era el cáliz que representaba la Sangre Real (Sang Real en francés, del que derivó San Greal o Santo Grial).
La continua represión romana sobre los judíos llevó al estallido de una rebelión, que tomó siete años a los más grandes generales romanos el conseguir sofocarla y llegar hasta Jerusalén. En el 70 d.C., luego de un prolongado asedio, los romanos rompieron las defensas del Templo, que el general Tito ordenó destruir. Aunque la resistencia continuó en otras partes durante tres años más, la rebelión judía llegó a su fin. Los romanos estaban tan satisfechos que conmemoraron su victoria con una serie de monedas que anunciaban al mundo Judaea Capta (Judá Capturada) y erigieron un arco de la victoria en Roma representando los objetos rituales del Templo que habían saqueado. Las monedas judías de la época de la independencia estaban grabadas con la leyenda ‘Año Uno’, ‘Año Dos’, etc., ‘por la libertad de Sión’, mostrando frutos de la tierra como temas decorativos. Sorprendentemente, las monedas, a partir del segundo año, tenían la imagen de un cáliz. ¿Seguía el ‘Santo Grial’ en Jerusalén?
los dioses Anunnaki, ¿volverán? ¿Cuándo se producirá el retorno? Creemos que las profecías del Retorno se cumplirán. La pregunta sobre la fecha del retorno ha preocupado a la Humanidad desde hace más de dos mil años. Pero, ¿cuál será la señal del Retorno y qué nos traerá? ¿Será un acontecimiento feliz o, como ocurrió con el Diluvio, será el fin, tal como se indica en el Armagedón del Apocalipsis? ¿Será una catástrofe, tal vez nuclear, que afectará solamente al Próximo Oriente o será a escala mundial? Estas últimas posibilidades convierten estas profecías en un asunto de sobrevivencia de la Humanidad. Porque Armagedón es el nombre de un lugar específico en una tierra que ha estado bajo las amenazas de la aniquilación nuclear. En el siglo veintiuno a.C., una guerra de los reyes del este contra los reyes del oeste fue seguida por una hecatombe nuclear. Veintiún siglos después los miedos de la Humanidad fueron expresados en unos rollos, encontrados en una cueva cerca del Mar Muerto, que describen una “guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de la Oscuridad’”. ¿Quiénes son estos Hijos de la Luz y estos Hijos de la Oscuridad? Su identificación se presta a múltiples elucubraciones.
De nuevo hoy, en el siglo veintiuno d.C. una amenaza nuclear amenaza el mismo lugar histórico. ¿Se repetirá la historia? Una conflagración aniquilante ha sido representada como parte del escenario del Fin de los Días en Ezequiel. Aunque unos misteriosos Gog y Magog se presentan como los principales instigadores en esa guerra final, la lista de los combatientes se dice que abarca a todas las naciones. Y el foco de conflagración serán ‘los moradores del Ombligo de la Tierra’ que, según la Biblia, son los habitantes de Jerusalén. Es realmente significativo que entre la extensa lista de Ezequiel de naciones involucradas en la guerra final (Armagedón), figure destacada Persia (hoy Irán), el mismo país que está involucrado en la producción de armamento nuclear con la que podría ‘barrer de la faz de la Tierra’ a la gente que habitaHar-Megiddo.
Megido, Mageddo o Meguiddó, es una colina de Israel, situada 90 km al norte de Jerusalén y 31 km al sudoeste de la ciudad de Haifa. Se conoce también como Har Megiddo (en hebreo) y Tell al-Mutesellim (en árabe). En tiempos antiguos, Megido era una ciudad importante, apareciendo su nombre en jeroglíficos egipcios y en escritura cuneiforme: en las “cartas de Amarna“; gozaba de una importante situación estratégica, pues dominaba una vía de comunicación primordial en elValle de Jezreel, a la salida de los desfiladeros del Carmelo, al noroeste de Tanak y en el camino de esta ciudad al Tabor. Era una de las estaciones principales en el camino que seguían los ejércitos en dirección de Egipto a Siria. Tras la ocupación por los hebreos, fue situada en el territorio de Isacar, pero atribuida a la tribu de Manasés.
Sobre su situación, Jakut, geógrafo árabe del siglo XII, dice que “Ledjun es la antigua ciudad de Mageddo que recibió, bajo la dominación romana, el nombre de Legio“. En sus inmediaciones se entablaron tres célebres batallas, una durante el siglo XV a. C. Es un importante lugar arqueológico, un montículo con 26 estratos de ruinas de antiguos asentamientos, conocido por motivos históricos, teológicos y geográficos. Según se narra en la Biblia, este paraje, el Valle de Jezreel, será el escenario donde acontecerá el Apocalipsis (las Revelaciones) o la batalla final entre las fuerzas de la luz, dirigidas por Jesucristo, y las de las tinieblas, guiadas por Satanás o el Anticristo, durante el “Fin del Mundo“, la batalla definitiva de Armagedón. La expresión griega Har Ma·ge·don, tomada del hebreo y convertida en “Armagedón”, significa “Montaña de Megido”, o “Montaña de Asamblea de Tropas”.
Pero, ¿quiénes son Gog y Magog y por qué tal profecía de hace más de dos milenios suena tan actual? Armagedón, una guerra final de Gog y Magog, es además un elemento esencial en el escenario del Fin de los Días del libro profético del Nuevo Testamento, llamado Apocalipsis de San Juan. Relaciona a los instigadores de los sucesos apocalípticos con dos bestias, una de las cuales puede ‘hacer caer fuego del cielo a la tierra, a la vista de los hombres’. Sólo encontramos una posible enigmática clave para su identificación: “¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666”. Muchos han intentado descifrar este misterioso número 666, suponiendo que se trata de un mensaje codificado perteneciente al Fin de los Días. Debido a que el libro fue redactado cuando comenzó la persecución romana a los cristianos, la interpretación aceptada es que el número era un código relacionado con el emperador Nerón, ya que el valor numérico de su nombre en hebreo (NeRON QeSaR) sumado da la cifra de 666. El hecho que haya ido a la plataforma espacial en Baalbek, posiblemente a inaugurar el templo de Júpiter, en el año 60 d.C. puede-ofrecer alguna pista.
Pero tenemos el intrigante hecho de que 600, 60, y 6 son los números básicos del sistema sexagesimal sumerio, fundado por los dioses anunnaki, de modo que el código podría remontarse a algunos textos anteriores, refiriéndose al hecho de que había 600 Anunnaki, el rango numérico del gran dios Anu era 60, y el rango de la diosa Ishkur/Aada era 6. Y, aún más intrigante, si los tres números se multiplican en vez de sumarlos, obtenemos que 666 = 600 x 60 x 6 = 216.000, lo que representa 100 veces 2160 (los años de una era zodiacal). También tenemos que cuando siete ángeles revelan la secuencia de futuros eventos, no los vinculan a Roma, sino a la ciudad de Babilonia. La explicación convencional ha sido que, así como el 666 era un código para el emperador romano Nerón, así también Babilonia era una denominación simbólica de Roma. Pero cuando fueron escritas Las Revelaciones, Babilonia hacía varios siglos que había desaparecido, y ese libro, hablando de Babilonia, inequívocamente vincula las profecías al ‘gran río Éufrates’, incluso describiendo como el sexto ángel “derramó su copa sobre el gran río Éufrates y sus aguas se secaron para preparar el camino a los reyes del Oriente”. Se habla de una ciudad junto al río Éufrates, no al río Tíber.
Ya que las profecías de Las Revelaciones son del futuro, uno debe concluir que Babilonia no es simbólico, sino que se refiere a una futura Babilonia que se verá envuelta en la guerra del Armagedón (Har-Megido, Monte Megiddo, en Israel). Una guerra que se desarrolla en la Tierra Sagrada de los Dioses. Si esta futura Babilonia corresponde al Irak actual, los versículos proféticos son sorprendentes, porque además de predecir eventos que llevan a la caída de Babilonia después de una espantosa guerra, predicen la partición de Babilonia (Irak) en tres partes, que es algo que se está planteando. Como el Libro de Daniel, el cual pronostica fases de tribulaciones durante los procesos mesiánicos, así Las Revelaciones trató de explicar las enigmáticas profecías del Viejo Testamento al describir una Primera Era Mesiánica con ‘una Primera Resurrección’ de mil años de duración, seguida por un reinado Satánico de mil años, cuando Gog y Magog se involucren en una terrible guerra, y una Segundo Era Mesiánica, seguida por otra resurrección y una ‘segunda venida’.
Inevitablemente, esas profecías generaron numerosas especulaciones a medida que se acercaba el año 2000 d.C. Pero, por un lado, el verdadero punto del milenio, contado desde el nacimiento de Jesús, ya había pasado, ya que Jesús habría nacido el 6 ó 7 a.C. Por otro lado las profecías parecían representar una repetición cíclica de sucesos (la ley del eterno retorno), algo que sólo puede ocurrir cuando la historia y el tiempo histórico se mueven en círculo, donde el punto de partida es el punto final, y viceversa. En este plan cíclico de la historia, es inherente el concepto de Dios como una entidad divina eterna que ha estado presente al Comienzo cuando el Cielo y la Tierra fueron creados y que estará presente en el Fin de los Días, cuando Su Reino sea renovado sobre Su Monte Sagrado. Esto esta expresado en la Biblia y por los últimos Profetas, como cuando Dios anunció, a través de Isaías: “Yo soy, Yo soy el Primero y también soy el Último… Desde el Principio Yo anuncio lo que viene después y desde el comienzo lo que aun no ha sucedido”.
E igualmente en el Libro de las Revelaciones: “Soy el Alfa y el Omega, el Comienzo y el Final, dijo el Señor— lo que es, lo que fue, y lo que será”. Ciertamente, la base de las profecías era la creencia que el Final estaba relacionado con el Comienzo y que el Futuro podía ser predicho porque el Pasado era conocido, si no por el Hombre, al menos por Dios,Según Isaías: “Soy aquel que desde el Comienzo dice el Final, dijo Yahveh”. El Profeta Zacarías predijo los planes de Diospara los Últimos Días en términos del Pasado, o los Primeros Días. Esta creencia, la cual es reafirmada en los Salmos, en Proverbios y en el Libro de Job, fue vista como un plan divino universal para todas sus naciones. El profeta Isaías describe las naciones de la Tierra reunidas y preguntándose unas a otras: “¿Quién entre nosotros puede decir el futuro dejándonos oír las Primeras Cosas?”. Que esto fue un principio universal puede verse en unas Profecías Asirias, cuando el dios Nabu dijo al rey asirio Easrhaddon: ‘El futuro será como el pasado’. Mircea Eliade, filósofo, historiador de las religiones y novelista rumano, ya expresó esta mismo concepto muy lucidamente en su obra “El mito del eterno retorno”.
Este factor cíclico de las profecías bíblicas del Retorno nos lleva a una posible respuesta a la pregunta de la posible fecha del Final de los Días. En Mesoamérica, después de sincronizar dos calendarios, se obtuvo un periodo repetitivo de 52 años en que, luego de una número no especificado de repeticiones, volvería Quetzalcoatl (Toth/Ningishzidda). Y eso nos lleva a las famosas Profecías Mayas, de acuerdo a las cuales parece ser que el Fin de los Días se produciría alrededor del 2012 d.C. Esta fecha surge del hecho que en ese año, dependiendo de como se calcule, la unidad de tiempo Baktun completará su treceava vuelta. Dado que un Baktun toma 144.000 días, puede establecerse un tipo de hito. Sin embargo es necesario señalar algunas posibles suposiciones erróneas en este escenario. La primera es que elBaktun no pertenece a ninguno de los calendarios involucrados con este periodo cíclico de 52 años (el Haab y el Tzolkin) sino a un tercero llamado La Cuenta Larga. Esta Cuenta Larga fue introducido por los Olmecas africanos que habían venido de Mesopotamia cuando Toth fue exiliado de Egipto y continuada por los Mayas. Y la cuenta de días realmente comienza con ese evento, de modo que el primer año de la Cuenta Larga fue en 3113 a.C.
Tal como ya hemos indicado en el artículo “La interrelación entre la Tierra y los otros cuerpos celestes”, quizás más que cualquier antigua cultura de las que conocemos, los Mayas estaban obsesionados con la Astronomía. No sólo eran capaces de proyectar sus cálculos astronómicos miles de años adelante y atrás en el tiempo, sino que desarrollaron un preciso y enigmático calendario de Venus, así como una tabla de eclipses que todavía funciona hoy. También calcularon exactamente el año solar hasta con cuatro cifras decimales. Para lograr estos impresionantes cómputos crearon un sistema matemático sofisticado que utiliza el concepto del cero. Y todo esto mientras Europa todavía estaba inmersa en una época oscura. En una cultura tan compleja como la maya es importante recordar que eso causa diferentes modelos de creencia en épocas distintas. Y es en este contexto que es apropiado limitar nuestras consideraciones de la cultura maya a sólo esas creencias que prestan significado e importancia a la misteriosa fecha indicada en su calendario de cuenta larga: 21 de diciembre de 2012.
Al concentrarnos en esta fecha, encontramos que uno de los indicadores de su probable importancia es que específicamente designa el Solsticio de Invierno. Como este es nuestro punto de partida en nuestro análisis, echemos una mirada acerca de lo que esto podría significar. En primer lugar, es bueno ser consciente de que cada cultura del pasado designó un tiempo específico para marcar el principio de su Nuevo Año: En la antigua Sumeria y Babilonia, el Nuevo Año empezaba con el Equinoccio de la Primavera; En Israel el Nuevo Año se cambió gradualmente al Equinoccio en el Otoño; En el Norte de Europa, el Nuevo Año era celebrado en el tiempo del Solsticio de Invierno; Nosotros todavía observamos esta tradición del Nuevo Año en particular, pero agregando unos días extras para que ahora nuestro Nuevo Año empiece el 1 de enero.
Entonces, en el contexto de esta tradición el Solsticio de Invierno el 21 de diciembre era celebrado como el cumpleaños del Sol, que es la noche más larga del año y por consiguiente, el día más corto del año. Representó el último poder de las fuerzas oscuras de la Naturaleza: la larga noche invernal, cuando las cosas parecían estar muertas y quietas. Y fuera de las profundidades de esta noche más larga, nacía el nuevo Sol. Desde esta fecha el poder de la luz crece poco a poco en fuerza y los días empiezan a hacerse más largos. El Solsticio de Invierno inauguró el nacimiento de un nuevo año solar. El Sol parecía regresar de su viaje anual al Sur y empezaba su lento retorno a las Latitudes del Norte. La salida del sol, el 21 de diciembre, se creía que era como la primera salida del sol, y el comienzo del Nuevo Año era, de hecho, una celebración del principio del Tiempo.
Con este contexto particular en mente, podemos ahora examinar más detalladamente las razones por qué el Solsticio de Invierno en el año 2012 es tan importante. En el calendario maya de la cuenta larga, un ciclo de 5.200 años finaliza en esta fecha, y también apunta a una rara alineación astronómica. De hecho, esta alineación sólo pasa una vez cada aproximadamente 26.000 años. El año 2012 indicado en el calendario de la cuenta larga, ilumina el hecho de que el movimiento Precesional del Sol en el Solsticio de Invierno gradualmente llevará su posición a alinearse con el mismo centro de nuestra Galaxia. Para los mayas, esto es como la última campanada de medianoche en Nochevieja, sólo queen el 2012 el Nuevo Año es el Nuevo Año Galáctico de 26.000 años solares. El Reloj Galáctico estará en el punto cero y comenzará un Nuevo Ciclo Precesional. Pero, ¿qué es lo que es tan importante en relación a la Vía Láctea y por qué los mayas estaban tan interesados en ello?
Nuestra cultura científica ha comprendido finalmente que nuestro planeta, el Sol, y el sistema solar entero tuvieron sus orígenes en el centro de la Galaxia de la Vía Láctea. Nosotros también hemos encontrado recientemente que nuestra Galaxia tiene unos 70.000 años de luz de diámetro, con la mayoría de sus 400 mil millones estrellas concentrados en la gran protuberancia central. Equipados con instrumentos ultravioleta, radiografías y rayos gamma, así como con telescopios de infrarrojos, la mayoría de los astrónomos están ahora convencidos que en el centro de nuestra Galaxia hay un masivo agujero negro de un tamaño inimaginable, millones de veces más grande que nuestro sol. Y ahí es donde la Ciencia y la Mitología coinciden. Pero con respecto a lo que el centro de nuestra Galaxia puede representar en términos de energía y propiedades tiempo/espacio, creo que todavía nadie tiene una pista.
Pero para los antiguos mayas, la Vía Láctea representaba a la Gran Madre Cósmica de donde nació toda la vida. Ellos vieron a nuestra Madre Galáctica a través del cielo nocturno y de alguna manera apuntando al lugar de donde todos nosotros procedíamos. Y a la gran protuberancia central, a su centro, ellos lo percibieron como el Útero Cósmico. Dentro de la protuberancia central está lo que parece un corredor oscuro, conocido como la grieta oscura (dark rift). Los mayas se referían a esto con muchos nombres, pero el más pertinente aquí es su referencia a esta área como el “paso del nacimiento”. Considerando entonces la importancia de la fecha 2012 en el calendario maya, se ha descubierto que ese año específicamente apunta a un periodo de tiempo cuando el Sol del Solsticio de diciembre se alinea con la grieta oscura, el “canal Galáctico del Nacimiento” en la protuberancia central. Es como si el Sol realmente estuviera naciendo nuevamente del Útero Galáctico.
La Cosmología maya no fue escrita en un libro, sino en las mismas estrellas sobre sus cabezas. Todo lo que necesitamos hacer es reconocer las asociaciones existentes y la historia se despliega sola. Así es como en nuestra cultura nosotros hemos construido asociaciones entre el Solsticio de Invierno, el Nuevo Año y el nacimiento de Jesucristo, “ el Hijo de Dios” quien llegó a este mundo como “el salvador de la humanidad “. Con los mayas hemos descubierto otra historia asociada con el Solsticio de Invierno, el Nuevo Año y tal vez el destino de la Humanidad. La alineación astronómica del Ciclo Precesional del Solsticio de Invierno y el Centro Galáctico representa el “Punto Cero” en el Reloj Cósmico, marcando así elprincipio de una Nueva Era. Este hecho nos dice que nace un Nuevo Sol, que un Nuevo Año amanecerá, que un Nuevo Ciclo Galáctico empieza y tal vez la transformación de nuestro Mundo.
Así como el ecuador de la Tierra divide el planeta en dos hemisferios de Norte y Sur, el Ecuador Galáctico es el término astronómico para la línea divisoria de la Vía Láctea, separando la Galaxia en dos mitades. Similar al tiempo del Equinoccio, cuando el Sol parece cruzar el Ecuador de la Tierra y entra así en un nuevo hemisferio, así también en 1998 el Sol del Solsticio de Invierno comenzó a atravesar el Ecuador Galáctico. Considerando que el Sol es tan grande (aproximadamente uno y medio grados de ancho) y el movimiento es tan lento, nuestro Sol no cruzará el Ecuador y entrará totalmente en el nuevo Hemisferio Galáctico hasta el año 2018. Así que nosotros necesitamos entender entonces que la fecha maya de 2012 simplemente es un indicador de este periodo de 20 años de transición – el proceso de nacimiento de la Nueva Era y el punto del principio del Nuevo Ciclo Precesional de 26.000 años.
Es realmente irónico que los descendientes de los colonizadores europeos que vinieron al Nuevo Mundo para llevar el conocimiento a la población indígena, ahora encuentran un calendario/reloj de piedra de estos mismos indígenas marcando el tiempo galáctico. Un calendario adaptado a su entorno cultural, pero que realmente incorpora su visión del tiempo cíclico, el Ciclo Precesional. Este “Gran Año” era conocido hace mucho tiempo por los sumerios, babilónicos, egipcios y los antiguos griegos, pero carecía del marcador en el que empezaba o acababa. De algún modo, a través de las edades, el conocimiento había estado perdido. Quizás el regalo más grande que la cultura maya ha dado a nuestro mundo es elPunto Cero del Ciclo Precessional de unos 26.000 años. A través de la fecha 2012 en su calendario, ellos indicaron la importancia del Ecuador Galáctico y su relevancia en relación al Ciclo Precesional, dándonos así la posibilidad de marcar con precisión el tiempo exacto en nuestro Reloj Galáctico. Sobre el lapso de los 20 años de periodo de transición, cuando el Sol del Solsticio cruce el Ecuador Galáctico y se mueva hacia un nuevo hemisferio, puede ser que estemos siendo testigos del nacimiento de una nueva civilización planetaria.
Continuando con el tema del calendario de la Cuenta Larga, vemos que se representaban las siguientes secuencias de unidades: 1 kin = 1 día; 1 Uinal = 1 kin × 20 = 20 días; 1 Tun = 1 kin × 360 = 360 días; 1 Ka-tun = 1 tun × 20 = 7.200 días;1 Bak-tun = 1 Ka-tun × 20 = 144.000 días; 1 Pictun = 1 Bak-tun × 20 = 2.880.000 días. Estas unidades, cada una un múltiplo de la previa, continuaban más allá del Baktun con valores siempre crecientes. Pero como en los monumentos mayas nunca se superaron los 12 Baktuns, cuyos 1.728.000 días estaban ya más allá de la existencia maya, el 13º Baktun aparece como un importante hito. Además, la tradición maya sostenía que el presente “Sol o Era terminaría con el 13º Baktun”, así que su cantidad de días (144.000 x 13 = 1.872.000), si se divide por 365.25, resulta en 5.125 años, que cuando se resta de 3113 a.C., da como resultado 2012 d.C. ¡Realmente impactante!
No obstante, algunos eruditos señalan que habría que dividir por 360 y no por 362.25. De ese modo, los 1.872.000 días darían 5.200 años, que representan 100 veces el número mágico de Toth: 52. De esta manera el año del Retorno de Toth sería el 2087 d.C. (5200 – 3113 = 2087). También podría afirmarse que la Cuenta Larga es una cuenta lineal del tiempo en lugar de cíclica, por lo que se podría pasar hasta el 14º Baktun o el 15º Baktun. Todo eso, sin embargo, no elimina la importancia de un milenio profético, ya que la fuente del milenio tiene sus orígenes en las escrituras apócrifas judías del siglo 2 a.C. Por ello, la búsqueda de resultados probablemente debería ir en esa dirección. De hecho, la referencia a un milenio definiendo una Era, tuvo sus raíces en el el Deuteronomio, del Antiguo Testamento. Allí se asignó un período de mil generaciones a la duración del pacto de Dios con Israel cuando el Arca de la Alianza fue traída por David a Jerusalén. Los Salmos aplican de manera repetida el número mil a Yahveh, sus milagros y a su carruaje.
La declaración en Salmos es relevante en relación al Fin de los Días y el Retorno. Y según Moisés, refiriéndose a Dios: “mil años, en tus ojos, no son más que un día que ha pasado”. Apenas los romanos destruyeron el Templo, esta declaración de Moises dió origen a la especulación de la manera de descifrar el Fin de los Días mesiánico: si la Creación, el Comienzo según el Génesis, se desarrolló en seis días y un día divino dura mil años, el resultado desde la Creación hasta el Fin sería de 6.000 años. Calculado de esta manera, el Fin de los Días llegaría en el Anno Mundi 6.000. Si aplicamos esta cifra al calendario hebreo de Nippur, que comenzó en 3760 a.C., esto significaría que el Fin de los Días ocurriría en el 2240 d.C. (6000 – 3760 = 2240). Este nuevo cálculo del Fin de los Días puede resultar desalentador o tranquilizador, según lo contemplemos como el inicio de una nueva Era mejor o como un fin catastrófico. Lo interesante de este cálculo es que se halla en perfecta armonía con el sistema sexagesimal sumerio.
Pero no creemos que sea válido, ya que es lineal, mientras que en las profecías se habla de una unidad de tiempo cíclica. Ello nos lleva a contemplar lo dicho por Isaías: “mirar las señales hacia atrás”. En esta búsqueda de periodos cíclicos podemos contemplar dos opciones: el período orbital de 3600 años terrestres, considerado el Tiempo Divino del planeta Nibiru; y el Tiempo Celestial de la precesión de los equinoccios zodiacal. Parece claro que los Anunnaki vinieron y se fueron cuando Nibiru estaba lo más cerca posible del Sol, la Tierra y Marte. Por ello se tiene la tentación de restar 3600 de 4000 a.C. (fecha estimada de la última visita del gran Dios Anu), obteniendo 400 a.C.. Pero si restamos 3600 de 3760 a.C., cuando comenzó el calendario de Nippur, obtenemos 160 a.C. Pero, de cualquier modo, esto implicaría que la siguiente llegada de Nibiru se hallaría en un futuro distante. A esto debemos añadir que los textos hallados indican que la anterior aproximación de Nibiru se produjo hacia el 560 a.C.
Al considerar esta diferencia debemos tener en cuanta que el perfecto SAR (de 3600 años) es un período orbital ideal teórico, porque las órbitas de planetas y cometas varían de órbita en órbita en función del tirón gravitacional de otros planetas a los que se acercan. Tomando como ejemplo el cometa Halley, su período de 75 años realmente fluctúa entre 74 y 76 años. Si extrapolamos esta diferencia a los 3600 de Nibiru, nos llevaría a una diferencia de más o menos 50 años para cada órbita. Pero hay otras posibles razones para variaciones importantes en la órbita de Nibiru. Por ejemplo el Diluvio ocurrió alrededor del 10900 a.C. Y durante sus 120 SARs antes del Diluvio, Nibiru orbitó sin generar tal catástrofe. Después, ocurrió algo inesperado que llevó a Nibiru más cerca de la Tierra de lo usual, que combinado con la disminución de la capa de hielo de la Antártida, provocó el Diluvio. ¿Qué produjo este hecho inesperado?
La respuesta podría estar en la parte exterior de nuestro sistema solar, en concreto en los planetas Urano y Neptuno, planetas con satélites que, inexplicablemente, orbitan en dirección contraria a la usual. En realidad de mueven en el mismo sentido en que se mueve Nibiru. Uno de los grandes misterios en nuestro sistema solar es el hecho que el planeta Urano literalmente yace sobre su costado, ya que su eje norte-sur encara al Sol de forma horizontal en vez de vertical. Según científicos de la NASA, parece como si Urano hubiese sufrido una fuerte colisión alguna vez en el pasado, pero sin saberse con qué colisionó. Podría ser que el objeto que colisionó con Urano fuese el mismo que generó una inmensa y misteriosa cicatriz, junto con un inexplicable surco en Miranda, una luna de Urano, tal como detecto el Voyager 2 de la NASA en 1986. Miranda es realmente una luna muy diferente a los otros satélites de Urano. ¿Pudo una colisión con Nibiru y sus lunas causar estas anomalías? Recientemente los astrónomos han observado que los grandes planetas exteriores no se han mantenido donde se formaron, sino que han ido distanciándose del Sol.
Y este cambio ha sido más pronunciado en el caso de Urano y Neptuno, lo que podría explicar por qué nada sucedió durante muchas órbitas de Nibiru. Pero, de pronto, algo ocurrió. No es disparatado asumir que durante una de sus órbitas Nibiru se encontró con el errante Urano y, posiblemente, una de las lunas de Nibiru golpeó a Urano, inclinándolo en su costado. Incluso podría ser que el causante del golpe fuese la enigmática luna Miranda, que posiblemente era una luna de Nibiru. Al golpear a Urano terminó siendo capturada en una órbita alrededor de Urano. Si hubiese acontecido lo que explicamos, la órbita de Nibiru habría quedado afectada, acortándola hasta cerca de los 3450 años terrestres en vez de 3600, y resultando en una reaparición postdiluviana alrededor de los años 7450, 4000, y 550 a.C. Si eso es lo que sucedió, explicaría el adelantamiento en la llegada de Nibiru hacia el 556 a.C. Y siguiendo esta teoría, se supone que su siguiente llegada sería alrededor del 2900 d.C. Ello implicaría que, si asociamos los profetizados eventos cataclísmicos con el retorno de Nibiru, también llamado Planeta X, todavía faltaría mucho tiempo.
Pero creemos que es incorrecta cualquier referencia a que los Anunnaki limitaron sus venidas y partidas a una corta ventana durante el perigeo de Nibiru. Suponemos que pudieron haber venido en otros momentos, ya que los textos antiguos refieren viajes de ida y regreso de los dioses sin estar relacionados con la proximidad del planeta. Hay además una importante cantidad de relatos de viajes entre la Tierra y Nibiru llevada a cabo por terrestres (como Enoc) que omiten cualquier mención de que Nibiru era visto en los cielos, especialmente teniendo en cuenta que sí hay una referencia de este tipo cuando Anu visitó la Tierra hacia el 4000 a.C. En una ocasión Adapa, un hijo de las relaciones del dios Enki con una mujer terrestre, a quién le fue conferido conocimiento pero no la inmortalidad, realizó una corta visita a Nibiru, acompañado por los dioses Dumizi y Ningishzidda. También Enoc, emulando al sumerio Enmeduranki, fue y volvió a Nibiru al menos dos veces durante su vida terrestre. Esto posiblemente fue posible mediante una nave espacial viniendo desde Nibiru en la fase de entrada al sistema solar conocido, llegando bastante antes del perigeo; o bien en sentido inverso durante la fase de salida de Nibiru del sistema solar.
Una corta visita a la Tierra, como la de Anu, podía tener lugar al combinar las dos maneras antes indicadas para partir. Ello implica que es posible un Retorno de los Anunnaki en un momento diferente al del regreso de Nibiru, lo cual nos vuelve aponer el foco en otro tiempo cíclico, como el tiempo zodiacal. Lo llamamos Tiempo Celestial, como puente entre el Tiempo Terrestre, marcado por el ciclo orbital de la Tierra, y el Tiempo Divino, marcado por el planeta Nibiru. Si el esperado Retorno será de los dioses anunakis más que de su planeta, entonces debemos buscar la solución mediante el reloj que los ha vinculado, el tiempo cíclico zodiacal del Tiempo Celestial. Después de todo, este tiempo cíclico fue inventado por los Anunnaki como una forma de reconciliar los dos ciclos; y su proporción, 3600 años de Nibiru y 2160 años de cada Era zodiacal, representa la Proporción Áurea de 10:6 = 1,6666666666.
Beroso, sacerdote de Babilonia durante el siglo III a. C., estimó que las Eras zodiacales eran momentos de cambio en las relaciones entre dioses y hombres y sostenía que, periódicamente, ocurren catástrofes apocalípticas, ya sea por agua o por fuego, que están determinadas por fenómenos celestiales. Como Maneto, en Egipto, también dividió la prehistoria y la historia en fases divinas, semidivinas, y postdivinas, con un total de 2.160.000 años de duración de este mundo.Sorprendentemente esto son exactamente mil Eras zodiacales. Los investigadores de las antiguas tablillas de arcilla que tratan de las matemáticas y la astronomía quedaron asombrados al descubrir que las tablillas usaban el fantástico número de 12.960.000 como punto de partida. Concluyeron que esto sólo podía estar relacionado con las Eras zodiacales de 2.160 años, cuyos múltiplos resultan en 12.960 (si 2.160 x 6), o 129.600 (si 2.160 x 60), o 1.296.000 (si se multiplica por 600). Y el número con el cual comienza esta antigua lista, 12.960.000, es un múltiplo de 2.160 por 6.000, aparentemente relacionados con los seis días divinos de la creación.
Parece evidente que los más importantes eventos de los dioses que afectaban a los asuntos de los hombres, estaban vinculados a las Eras zodiacales. Cuando comienza cada Era, siempre ocurre algo trascendental: la Era de Tauro señaló el otorgamiento de la civilización a la Humanidad. La Era de Aries estuvo marcada por el desastre nuclear y finalizó con la partida de los dioses. La Era de Piscis llegó con la destrucción del Templo y el inicio del cristianismo. Tal vez el profético Fin de los Días significa en realidad el Fin de una Era zodiacal. Tal vez lo que un ángel dijo a Daniel de ‘tiempo, tiempos, y medio tiempo’ sea una terminología referente a las eras zodiacales. Esta posibilidad fue considerada nada menos que por Sir Isaac Newton, que formuló las leyes naturales que gobiernan los movimientos celestes, tales como los planetas orbitando al Sol. Pero también se interesó por otros temas y escribió extensos tratados acerca de la Biblia y las profecías bíblicas. Consideró los movimientos celestiales que formuló como la ‘mecánica de Dios’ y creía firmemente que los descubrimientos científicos que comenzaron con Galileo y Copérnico y fueron continuados por él ocurrieron cuando había sido predicho. Esto lo llevó a poner especial atención en las claves escondidas en las profecías de Daniel.
En un documento, escrito a mano por Newton, calculaba el Fin de los Días de acuerdo a las profecías de Daniel. Newton escribió sus cálculos numéricos y sus análisis de los cálculos. Un examen del documento revela que los números que usó en los cálculos incluyen varias veces el 216 y el 2160, que implica que estaba pensando en términos de tiempo zodiacal. Para él, ese era el verdadero Reloj Mesiánico. Resumió sus conclusiones apuntando un conjunto de tres franjas de fechas para las claves proféticas de Daniel: Entre 2132 y 2370 de acuerdo a una clave dada a Daniel; Entre 2090 y 2374 de acuerdo a una segunda clave; Entre 2060 y 2370 para el tiempo crucial ‘tiempo, tiempos, y medio tiempo’. Según esto, podría interpretarse que Sir Isaac Newton predijo que el Fin de los Días llegaría en el año 2060. No exactamente, pero probablemente estaría señalando entre 2060 y 2090. El documento original del gran científico británico está archivado en la Biblioteca Nacional y Universitaria Judía, en Jerusalén.
Aquí también queremos hacer referencia a un hecho mantenido en secreto: el ‘Incidente de Phobos’. Se trata de la pérdida, en 1989, de una nave espacial soviética enviada a explorar Marte y su luna Phobos, que se supone hueca. De hecho, no se perdió una nave soviética sino dos. Llamadas Phobos 1 y Phobos 2, ya que su objetivo principal era investigar el satélite Phobos, fueron lanzadas en 1988 para llegar a las proximidades de Marte en 1989. Aunque era un proyecto soviético, fue apoyado por la NASA y agencias europeas. Phobos 1 desapareció, sin que se dieran explicaciones. Phobos 2 llegó a Marte, y comenzó a enviar fotografías tomadas por dos cámaras, una regular y la otra infrarroja.Sorprendentemente, por ambas cámaras pudieron verse imágenes de la sombra de un objeto en forma de cigarro volando en los cielos entre la nave soviética y la superficie marciana. Los jefes de la misión soviética describieron el objeto que proyectó la sombra como ‘algo como lo que algunos pueden llamar un platillo volante .’
Inmediatamente se desvió la nave para hacerla salir de la órbita marciana y acercarse al satélite. La última imagen que envió Phobos 2 mostró un tipo de misil viniendo hacia ella desde el satélite Phobos. Inmediatamente la nave finalizó sus transmisiones, supuestamente destruida por el misterioso cohete. El ‘incidente Phobos’ permanece oficialmente como un accidente inexplicable, pero inmediatamente después se creó una comisión secreta en la que estaban representados los países con programas espaciales. Y esta comisión parece que llegó a conocer temas relacionados con Nibiru y los Anunnaki. Los hechos que derivaron en la formación de este grupo secreto comenzaron en 1983, con el descubrimiento de un nuevo planeta del tamaño de Neptuno por parte del IRAS (Infra-Red Astronomical Satellite) de la NASA, que buscaba en los límites del sistema solar intentando detectar la emisión de calor de los cuerpos celestes. La búsqueda de un décimo planeta era uno de sus objetivos señalados y finalmente encontraron uno, determinando que se trataba de un planeta porque después de seis meses de seguimiento observaron que estaba moviéndose claramente en dirección a la Tierra.
La noticia de su descubrimiento fue rápidamente desmentida, pero condujo a un cambio radical en las relaciones entre los EE.UU. y Rusia, llevando a un acuerdo para la cooperación espacial entre Reagan y Gorbachov y declaraciones públicas del presidente en las Naciones Unidas con las siguientes palabras: “Sólo piensen cuán fácil puede ser su trabajo y el mío en estas reuniones si de pronto hubiera una amenaza a este mundo desde otras especies de otro planeta en el universo… Ocasionalmente pienso con cuánta rapidez desaparecerían nuestras diferencias si tuviéramos que encarar una amenaza alienígena de fuera de este mundo”. En 1989 se aprobó un acuerdo llamado “Declaración de Principios Respecto a las Actividades Tendientes a la Detección de Inteligencia Extraterrestre”, a través del cual se acordaron los procedimientos a seguir después de recibir ‘una señal u otra evidencia de inteligencia extraterrestre’.
Aunque pueda parece demasiado fantástico, todo ello y el incidente del supuesto misil disparado desde el satélite Phobos,pueden indican que los antiguos dioses Anunnaki aun mantienen una presencia en Marte, su antigua Estación de Viaje. Esto podría indicar un plan para disponer de una instalación lista para una futura visita a la Tierra. Todo junto sugiere un intento de retorno de los dioses. El sello cilíndrico que parece referirse a algún tipo de interrelación entre la Tierra y Marte, y que puede verse en la imagen adjunta, es tanto una descripción del Pasado como una predicción del Futuro porque contiene una fecha, una fecha indicada por el signo de dos peces, que corresponde a la Era de Piscis. Tal vez nos avisa de que lo que ha ocurrido volverá a repetirse en la actual Era de Piscis. Si las profecías se hacen realidad, silas Primeras Cosas serán las Últimas Cosas, si el Pasado es el Futuro, la respuesta tiene que ser afirmativa.
Y en noviembre de 2005 se encontraron en Israel las ruinas de una antigua iglesia cristiana del siglo III d.C. Al limpiar un mosaico, se vió que estaban representados dos peces, el signo zodiacal de Piscis. Lo sorprendente del caso es que estas ruinas se encontraron en Megido (Har Megiddo o Armagedón). Estamos finalizando la Era de Piscis y el retorno de los dioses, dicen los signos, ocurrirá pronto. Y la fecha de paso de la Era de Piscis a la Era de Acuario puede variar en función de los criterios de fechas que antes hemos explicado. De todos modos, el alineamiento con el mismo centro de nuestra Galaxia en 2012 podría considerarse un hito astronómico de suficiente entidad para justificar un cambio de Era.