El Castel del Monte es una pequeña fortaleza, por su talla física poco impresionante, que se encuentra en la región de Apulia, en la Italia meridional. Pese a su tamaño la precisión geométrica de su construcción y su peculiar forma esconden un secreto que nadie ha conseguido desvelar.
Las características únicas de la edificación han fascinado a los investigadores en el último siglo; de estructura casi laberíntica, se desconoce la función para la que fue diseñado, aunque se ha propuesto su interpretación como pabellón de caza, templo o incluso casa de baños (por su elaborado sistema hidráulico). El edificio tiene únicamente dos plantas; está compuesto de un cuerpo central octogonal, complementado con torres igualmente octogonales y algo más altas en cada una de las esquinas, el patio interior es igualmente octogonal.
En la construcción y decoración se mezclan elementos góticos con otros grecoromanos y árabes; aunque hoy día la mayor parte de las tallas y decoraciones han sido sustraídas, después de años de abandono, en su momento estaba también ricamente adornado.
El castillo comenzó a construirse en torno a 1240 (la fecha exacta se desconoce), por orden del Sacro Emperador Romano Federico II. Se cree que la repetición del octógono y el número 8 hace referencia a la totalidad del universo, como combinación del círculo (símbolo del cielo) y el cuadrado (la Tierra), otros han relacionado la geometría del Castel con la Sucesión de Fibonacci (matemático que fue consejero y huésped de Federico II). También hay estudios que aseguran que las distintas ventanas e iluminaciones están distribuidas de forma que sirve como observatorio y calendario astronómico en tres dimensiones. Por ejemplo los dos leones que adornan la entrada miran hacia el punto donde amanece el día del solsticio de invierno y el de verano, respectivamente.
Se han establecido similitudes más o menos cercanas con otros edificios, entre ellos la monumental biblioteca (destruida en un incendio en 1327) de la Abadía de la Rosa en el Piamonte, con la Mezquita de la Roca en Jerusalén (que a su vez se creía, erróneamente, que imitaba el destruido templo de Salomón) o la Capilla Palatina en Aquisgrán. También hay quien señala la similitud con los laberintos representados en iglesias y catedrales medievales (especialmente el que aparece en la catedral de Reims).
En el siglo XVII, tras una plaga que asoló la región cercana, la extraña fortaleza fue abandonada, para después ser utilizada un tiempo como prisión, pero ha estado vacía desde el siglo XVIII, por lo que su estado en la era pulp no es demasiado bueno (actualmente ha sido sometido a varias restauraciones que han permitido recuperar parte de su aspecto original). Para desvelar los secretos que oculta esta ruina debemos, sin embargo, hablar primero del hombre que hizo construirlo.
Federico II Hohenstuafen (1194-1250), el constructor
El castillo fue mandado construir (y afirman algunos que diseñado personalmente) por el emperador Federico II Hohenstaufen, sin duda uno de los personajes más fascinantes y polémicos de la Edad Media. Fue conocido en vida como stupor mundi, “el asombro del mundo”, tanto por su gran inteligencia como por su comportamiento extravagante. De ambición ilimitada, y poco disimulada, hay quien defiende que su objetivo era nada menos que la monarquía universal. Federico llevó al Imperio a su máximo poder y esplendor durante su vida; pero su enfrentamiento con el papado, las ciudades italianas y, sus propios enemigos internos, ensombrecieron sus últimos años y su dinastía apenas le sobrevivió.
Aficionado a la lectura, políglota (se dice que hablaba al menos siete idiomas) e interesado por la filosofía antigua y los saberes de los árabes, su falta de respeto por la Iglesia le llevó a ser excomulgado (más de una vez) y acusado por el mismísimo papa de ser el Anticristo en persona. Atrajo a su corte gran número de traductores y matemáticos, pero también hechiceros, astrólogos y alquimistas.
También se cuentan historias más siniestras, según una de ellas el emperador, decidido a descubrir cual era el idioma original de la humanidad (y descubrir si este era el hebreo como planteaba la tradición bíblica) decidió coger a dos bebes recién nacidos y hacerlos criar de forma que no tuvieran contacto con ninguna lengua humana, casi privados de cualquier contacto humano. La mayoría de las fuentes afirman que el experimento fracaso al ceder los cuidadores a sus instintos más humanos y enseñar a hablar a los niños, pero otros afirman que efectivamente los niños comenzaron a hablar una lengua desconocida, que ni siquiera parecía humana.
Como una pequeña digresión colateral resulta significativo apuntar que en In rerum supernatura, el ya clásico estudio etimológico sobre los teónimos en la traducción inglesa del Necronomicon del profesor Phileus P. Sadowsky, se señala como origen de la forma Shub-Niggurath un culto de la fertilidad de influencia árabe localizado en la Sicilia del siglo XIII, es decir: en el mismo tiempo y lugar en que Federico II reunía su corte de hechiceros y filósofos. ¿Es esto un indicio de que el propio emperador era partícipe de estos cultos? no podemos afirmarlo ni desmentirlo categóricamente.
Federico y La Corte del Grial
El tema del Santo Grial aparece en la literatura europea con la obra de Chretién de Troyes, escrito en torno a 1180. Aunque el autor francés dejó su obra inacabada, quedando la misteriosa pieza en el misterio más absoluto (lo que quizás multiplicó su interés), pronto se escribieron diversas continuaciones, interpretaciones y versiones diferentes que intentaban desvelar el significado oculto del relato y el símbolo.
Un caballero y poeta alemán, Wolfram von Eschenbach, escribió a principios del siglo XIII su propia interpretación de la leyenda. Su Parzifal está lleno de simbolismo e influencias orientales y los eruditos llevan siglos intentando desvelar su significado, o la identidad del misterioso “Kyot el Provenzal” que según Wolfram le habría proporcionado dicho material, a su vez proveniente de un aún más misterioso astrólogo árabe de improbable nombre (Flegetanis). En esta obra el graal de Chrétién, una especie de bandeja, se transforma en una piedra preciosa: una gran joya guardada en el mágico castillo, al que llama Munsalväsche, por una orden de caballeros “templarios”. Algunos creen que esta imagen del grial como gema tiene su origen remoto en la Cintamani (o gema que concede deseos) de la tradición hindú y budista.
Este Grial-joya, una esmeralda posiblemente, llamado Laptis Exilis (aunque algunos creen que esconde la expresión lapis ex coelis “piedra [caída] del cielo”) ha sido identificada con la Piedra filosofal de los alquimistas. También se afirma que habría sido desprendida de la frente o la corona de Lucifer en su caída; o en palabras de von Eschenbach habría sido refugio de los ángeles que se habrían declarado neutrales en la guerra celestial entre Dios y Satanás.
Otto Rahn, del que hablaremos más adelante, y otros, han querido establecer una conexión entre este Munsalväsche y el Montsegur de los Cátaros (secta gnóstico/dualista del Sur de Francia, también conocidos como Albigenses), y entre los templarios de Eschenbach y los verdaderos Caballeros del Templo de Salomón, unidos en una conspiración para ocultar y proteger el Grial. Según una de las versiones de la historia dos caballeros templarios (en ocasiones se menciona a un templario y un caballero teutónico) habrían sacado de Montsegur le trésor cathar (el tesoro cátaro, implícitamente el Grial) la noche antes de la caída de la fortaleza en manos de los cruzados en 1244, llevándolo en secreto hasta Federico II, que a su vez lo habría ocultado en esta fortaleza.
Otros creen que el Grial habría sido heredado por el emperador de manos de su abuelo, Federico I Barbarroja, que a su vez la habría recibido desde el misterioso reino asiático del misterioso Preste Juan (pero al menos una descripción de este Grial habla de una sencilla escudilla de madera), lo que parece vincularse con los supuestos orígenes orientales de esta versión de la leyenda. Una tercera teoría afirma que el Grial fue conseguido como parte del tratado de paz entre Federico II y el sultán de egipto Al-Kamil en 1229 sin aclarar como dicha reliquia habría acabado en manos del líder musulmán.
Michael Scot (Michael Scotus), el mago de la corte (1175-¿1232?)
Entre los sabios que Federico atrajo a su corte se encontraba este genio de origen escocés, pero formado en múltiples universidades europeas, al que rodea una constante fama de taumaturgo, mago y, entre sus enemigos, nigromante. Aún hoy circulan leyendas sobre el personaje en su Escocia natal: se cuenta sobre su poder para leer el futuro, como convirtió a un grupo de brujas en piedra o sobre sus banquetes servidos por seres invisibles. Walter Scott, el famoso escritor, que afirmaba ser su descendiente negaba la fecha dada arriba de su muerte (muy discutida por otra parte) y lo identificaba con un Sir Michael Scot de Belweari que habría sido enviado como embajador a Noruega en 1290. Incluso otras leyendas le sitúan aún vivo a mediados del siglo siguiente, lo cual fuerza toda credibilidad. Michael Scot tiene el “honor” de aparecer en la Divina Comedia en el círculo del infierno dedicado a los magos y adivinos.
Escribió diversos libros sobre matemáticas, magia y astronomía, pero sobre todo tradujo al latín varios tratados musulmanes sobre esos mismos temas. Entre sus traducciones se cuentan dos textos menores sobre los mitos, De Conspectu Exsomni Noctis Perpetuae (“Sobre la mirada insomne de la noche perpetua”) y De Nigroris Obscurorum Verbis (“Sobre las negras palabras de los Oscuros”). También se cree que realizó una traducción parcial del Al-Azif árabe (quizás con el título Liber Perditionis Animae et corporis o “Libro de la Perdición del alma y el cuerpo”), aunque de ser así esa traducción no ha llegado hasta hoy. Una opinión minoritaria le señala como verdadera identidad de “Kyot el provenzal” y fuente de esas influencias extrañas en la obra del de Eschenbach.
Sin embargo he podido estudiar, en una colección privada que no puedo mencionar, un documento que demuestra que Scot fue el responsable al menos de parte del diseño del Castel y especialmente de “las cámaras del tesoro”, nunca localizadas oficialmente. Según este documento Scot habría “atado al afrite (sic) guardián con el Signo Secreto de Koth y el Sello de Salomón”. Quizás el hallazgo de este documento, o uno similar, sea un buen punto de partida para que los personajes comiencen su búsqueda del Grial.
Otto Rahn: los Nazis y el Grial.
Otto Rahn (1904-1939) es también un personaje digno de más atención, aunque gran parte de su vida y su muerte están aún rodeadas de misterio y, como suele suceder en estos casos, de informes contradictorios. Ya he hablado de él brevemente con anterioridad en otra entrada.
Desde muy joven se obsesionó con la herejía cátara y con la leyenda de Parsifal. Entre 1928 y 1932 viajó por tierras del sur de Francia, iniciándose en varias sectas y grupos ocultistas (entre ellos posiblemente el grupo neo-catarista de Antonin Gadal o los esquivos Polaires), y realizó diversos viajes por la comarca de Montesegur. Sus movimientos por esta época están llenos de lagunas y algunos creen que por entonces ya era un agente de la Sociedad Thule (aunque su nombre no aparece en ningún listado de miembros al que haya tenido acceso) A su vuelta a Alemania publicó su libro Cruzada contra el Grial (1933) llamando la atención de Himmler que le reclutó para las SS y su sección Ahnenerbe en 1936. En esta obra Rahn reinterpretaba la cruzada albigense como una lucha de la herejía gnóstica “aria” del Grial, aplastada por la Iglesia Católica.
En 1937 publica su segundo libro, La Corte de Lucifer, en que había ampliado su investigación con más viajes a Francia, Italia e Islandia ya como agente de la Ahnenerbe. Pero en ese mismo año su destino parece cambiar, es enviado como guardia al campo de concentración de Dachau, según la versión oficial como castigo disciplinario (algunas fuentes relacionan este castigo con la supuesta homosexualidad de Rahn) El 17 de Marzo de 1939 Rahn es oficialmente expulsado de las SS, pero antes de que puede llevarse a cabo su expulsión efectiva aparentemente se suicida (su cuerpo fue encontrado en los Alpes austriacos, con una dosis letal de somníferos) Hay teóricos que afirman que en realidad Rahn siguió vivo, utilizando la identidad de su hermano (muerto en la infancia) para escapar de su “pacto faustiano” con Himmler y las SS. Incluso una teoría más rocambolesca afirma que aunque su muerte fue real sus superiores no estaban dispuestos a perder sus conocimientos y utilizaron la necromancia para conseguir la obediencia que no lograron de Rahn en vida.
Sea como sea Rahn y otros investigadores de la Ahnenerbe siguieron por el mundo la pista de las diversas leyendas del Grial, y es muy posible que el rastro más tarde o más temprano los conduzca hacia Apulia y el Castel. Hay que considerar que además la fascinación nazi con el Grial tiene además otra raíz: la admiración, casi adoración, de las obras de Richard Wagner, que realizó su propia versión del mito en su opera Parsifal. Haciendo una lectura racial y racista del material legendario del Grial, este es interpretado como un ideal de superioridad y pureza germánica que corresponde “por derecho” al Reich.
El Laberinto Secreto
Bajo el castillo se oculta un laberinto (en el sentido clásico, no hay bifurcaciones ni caminos divergentes, sólo un camino que conduce con vueltas y revueltas hacia el centro), que imita igualmente la forma octogonal de la superficie pero que desciende lentamente. El acceso se encuentra en la sala del trono, el mecanismo que la abre está hábilmente oculto en una de las columnas de la sala, pero en determinada fecha del año el primer rayo del sol naciente ilumina la localización del mismo.
Sobre el dintel de la entrada está grabado el selló de Salomón y el signo de Koth.
El Efrit Guardián
El laberinto también está protegido por el ser que Scot designa como efrit (tipo de genio de la mitología árabe), aunque un conocedor moderno de los mitos lo identificaría como un Vampiro de Fuego. Este permanece en los túneles entre la sexta y la séptima puerta, vagando por el pasadizo y acabando con cualquiera que intente penetrar sus secretos, atado hace siglos a su misión por magos largo tiempo muertos. Es adecuado que aquellos que penetren en el laberinto se encuentren con huesos humanos calcinados y restos de metales fundidos formando extrañas amalgamas en el suelo, antes de ver una luminosidad lejana más allá del siguiente recodo y encontrarse con la criatura.
Aspectos
Protector del laberinto del Grial.
Fuego viviente
Truco
Inmune al daño físico convencional (debe pagar 1 punto FATE por escena)
Debilidad (menores)
“Atado por el signo de Koth y el sello de Salomón”
Habilidades
Aterrador (Provocar) Bueno (+3)
Toque ardiente (Pelea) Fantástico (+6)
La Cámara del Grial
En el centro una sala igualmente octogonal, ocho columnas sustentan la cúpula central, decorada con motivos astrológicos, bajo la cual se encuentra, sobre un pedestal, el Grial. Este, del tamaño de una pequeña bandeja, parece hecho de una única esmeralda y emite una luminosidad que aumenta y disminuye siguiendo un ritmo desconocido.
El Grial para SotC
Es un objeto ambivalente, aunque puede usarse para curar posee también un poder destructor, en realidad es muy peligroso tocar el Grial, ya que sus poderes pueden fácilmente volverse en una dirección o la contraria.
Función: Curar el Dolor del Mundo
Defecto: Poder ambivalente.
Truco: Aquel que simplemente toque el Grial puede ver sus heridas cerrarse ante sus mismos ojos, incluso desaparecer la huella de los años de su rostro. Permite hacer inmediatamente una tirada de recuperación de cualquier consecuencia relacionada con daño, enfermedad o envejecimiento que afecta al personaje reduciendo el tiempo de recuperación a un turno (consecuencias leves), una escena (consecuencias moderadas) o una sesión (consecuencias graves), las consecuencias extremas no pueden recuperarse automáticamente pero pueden reducirse a consecuencias graves e iniciar la curación desde allí.
Sin embargo también puede tener el efecto contrario (si se invoca su defecto), en ese caso el Grial puede fácilmente matar a aquel que le ponga las manos encima. Si el personaje tiene ya alguna consecuencia de daño, enfermedad o envejecimiento la gravedad de la misma se incrementará en un rango (de leve a moderada, de moderada a grave, de grave a extrema) cada turno que esté en contacto continuado con el Grial. Es posible también ser “dejado fuera de combate” por estas consecuencias de la forma normal.
El poder del grial sólo puede usarse una vez por escena y personaje, independientemente del efecto conseguido.