La infiltración en el Vaticano es un hecho.
La masonería, el OPUS DEI, los servicios secretos, Los Illuminati, la OTO y el satanismo han sido capaces de colocar a sus hombres en puestos claves del Vaticano que dan acceso a la información y, en el mejor de los casos, al poder.
El presente trabajo muestra esa realidad asombrosa.
La Masonería
Cuando las logias masónicas se extendieron por Europa en los inicios del siglo XVIII, las condenas papales no se hicieron esperar. Clemente XII, con su bula In Eminenti del 24 de abril de 1738, condenó y prohibió las sociedades, reuniones, asociaciones o agrupaciones denominadas Liberi Muratori, masones u otros nombres, por ser “perniciosas para la seguridad de los estados y la salvación de las almas”.
Otros papas como Benedicto XIV, Pío VII, León XII, León XIII y Pío X reprodujeron las condenas xenófobas contra la masonería y las sociedades secretas, argumentando prácticamente lo mismo que el papa Clemente XII.
El paso del tiempo, sin embargo, ha provocado que la masonería no sólo sea aceptada más o menos por el Vaticano, sino que esté infiltrada en los diferentes escalafones de poder de éste y lo controle en parte.
El primer hecho que provocó que la opinión pública conociese dicho extremo fue el caso de la Logia P2 italiana, fundada por el ex fascista y rico empresario Ligio Gelli. Por la Logia P2, pasaron hombres ligados a las finanzas y el poder del Vaticano, al igual que personalidades de la política y las finanzas de Italia y Latinoamérica, que acabaron envueltos en tramas delictivas.
El 12 de diciembre de 1987, el periodista Pier Carpi, en L’Expresso, afirmaba sobre la presencia de la Logia P2 en el Vaticano que “se llama ‘Logia Eclesia’ y está en contacto directo con el gran maestre de la Logia Unida de Inglaterra, el duque Michael de Kent.
A ella pertenecen más de cien personas entre cardenales, obispos y monseñores de la Curia que consiguen mantenerlo en el más absoluto secreto, pero no hasta escapar a las investigaciones de los hombres del famoso OPUS DEI”.
Dejando de lado el caso de la Logia P2, una Obediencia masónica irregular y de derechas que prácticamente no existe en la actualidad, lo cierto es que encontramos otros testimonios que demuestran la infiltración de la masonería en el Vaticano, siempre en su vertiente regular, es decir tradicional y anglosajona.
El libro “Mentiras y crímenes en el Vaticano”, escrito por unos misteriosos Discípulos de la Verdad y publicado por Ediciones B en el año 2000, sobre la citada presencia de la masonería en el Vaticano, nos cuenta: “El hecho de que el clan masónico esté tan envuelto en el secreto como su adversario opusdeísta hace que la identificación de sus miembros resulte tan difícil como la de los de este último.
En el Vaticano se rumorea que, aparte del cardenal José Rosalío Castillo Lara, pertenecen al clan masónico el cardenal Achille Silvestrini (prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, señalado como uno de los jefes del clan), el cardenal Pio Lagui (prefecto de la Congregación para la Educación Católica),el cardenal Camillo Ruini (vicario general de Roma), monseñor Celestino Migliore (subsecretario para las relaciones con los Estados)…”
La infiltración de la masonería en el Vaticano es un hecho. Y su gran éxito, según parece, ha sido limitar las parcelas de poder en el Vaticano de los conservadores del OPUS DEI e instituciones similares que apuestan por un gran conservadurismo. Ciertamente, es correcto que la finalidad principal de la masonería “vaticana” esté encaminada en esa dirección.
El Opus Dei
El OPUS DEI fue fundado en España a finales de los años veinte por José María Escrivá de Balaguer. Su crecimiento espectacular se produjo en España, durante la dictadura fascista de Francisco Franco. El papa Juan XXIII no apreciaba el conservadurismo opusdeísta, pero sus sucesores iniciaron un acercamiento a la Obra. De hecho, el 28 de noviembre de 1982 Juan Pablo II proclamó oficialmente la elevación del OPUS DEI al rango de prelatura personal.
De esta forma, la organización de Escrivá de Balaguer se situó en una posición inmejorable para infiltrarse e intentar dominar a la Iglesia católica desde dentro, lo cual ha conseguido sólo a medias, por la dura oposición de la masonería “vaticana” y de otros “infiltrados”.
El OPUS DEI ha sido citado como secta secretista y “santa mafia” por aquellos que han padecido en sus carnes sus formas de proceder o que estudiaron su estructura y comportamientos. Por ejemplo, en 1997, una comisión de investigación del Parlamento belga incluyó al OPUS DEI en una lista de 189 sectas o asociaciones sectarias.
España, bajo el gobierno de derechas del Partido Popular, en este momento, está muy influenciada por los hombres del OPUS DEI, ya que un buen número de ministros y cargos del Partido Popular son miembros del OPUS DEI, de la misma forma que otros responsables de la política, la banca, la justicia y empresas varias.
El actual nivel de infiltración y de poder del OPUS DEI en el Vaticano, no obstante, aún es mayor que en países tipo a España, porque, desde el papa hasta el último cura del Vaticano, existen cientos de afiliados a la Obra. Giuliano Di Bernardo, Gran Maestre de una Obediencia de la masonería italiana, harto de que se acusase a la masonería de infiltración en el Vaticano, afirmó que: “ las fuerzas de la reacción católica están en pleno movimiento, reorganizan sus tropas y acusan a la masonería.
Pero, ¿por qué no se dice también que el OPUS DEI, el integrismo católico, ha invadido como un pulpo las finanzas internacionales y también las italianas? Hombres del OPUS DEI ocupan los más altos cargos del poder y condicionan las elecciones de importancia nacional”.
La existencia de una enorme infiltración del OPUS DEI en el Vaticano, que responde a un deseo de adquirir poder y promover el conservadurismo en la Iglesia católica, es evidente. Podría decirse que, hoy, hasta resulta descarada. Sus objetivos son justo lo contrario que los deseos de la masonería “vaticana”, la cual aspira a humanizar el Vaticano.
¿Quién vencerá en la disputa? ¿Vencerá alguien? ¿Existen otros infiltrados en el Vaticano, aparte de los masones y los miembros del OPUS DEI?
Los servicios de inteligencia
Los servicios de inteligencia tienen un gran poder en la sombra. La CIA deEE.UU., el Mossad israelí, los servicios británicos MI5 y MI6, la desaparecida KGB o, incluso, el CESID español disponen de amplias redes de espías y pisos francos en el extranjero para poder realizar sus labores de información y contrainteligencia.
De hecho, todos ellos tratan de obtener información de la organización, la estructura, el armamento, la industria bélica, el servicio de inteligencia, las tendencias sociales, las ideologías, la economía, los grupos de poder…, de los diferentes Estados que son de su interés, para poder neutralizar, desbaratar u obtener algún provecho.
Resulta obvio que el Vaticano es un manjar gustoso para los principales servicios secretos del mundo y que sus agentes están infiltrados en el mismo, al igual que la masonería y el OPUS DEI.
Así, la cruzada derechista y anticomunista que llevó a cabo la logia masónica irregular P2, tanto dentro como fuera del Vaticano, estuvo apoyada en parte por la CIA. Varios miembros prominentes de la Logia P2 recibieron apoyo económico de la agencia para luchar contra el comunismo italiano.
Y algunos agentes del servicio secreto de EE.UU. también se infiltraron en el seno del Vaticano, con ánimo de descubrir una posible infiltración comunista, la cual realmente estaba ocurriendo.
De esta forma, en las mismas fechas, el Vaticano sufría la infiltración del KGB y de otros servicios secretos de países comunistas del antiguo Bloque de Este. En 1998, dos miembros de la Guardia Suiza del Vaticano aparecieron asesinados y el hecho resultó un escándalo, barajándose todo tipo de hipótesis sobre el móvil del crimen. Al final, se difundió la teoría de que Cédric Tornay había matado al matrimonio Estermann en un “arrebato de locura”.
Ahora, sabemos que Alois Estermann, uno de los asesinados, se había convertido en informador de la Stasi en 1980 y que, entre 1981 y 1984, bajo el nombre cifrado de “Werder”, había enviado a la policía secreta de la RDA, que venía a ser lo mismo que el servicio secreto, numerosos y detallados informes sobre el Vaticano utilizando una casilla postal del tren nocturno Roma-Innsbruck.
El almirante Fulvio Martini, jefe del Sismi (el servicio secreto militar italiano) de 1985 a 1990, sobre Alois Estermann y las infiltraciones de servicios secretos de países comunistas en el Vaticano, apuntó:
“La hipótesis de que Estermann estuviera a sueldo de la Stasi es posible. En aquellos años, los servicios secretos de Alemania del Este, Polonia y Checoslovaquia mostraban un enorme interés por todo lo que ocurría en el Vaticano”.
Markus Wolf, la cabeza visible de la “inteligencia” de la antigua Alemania del Este, confirmó la infiltración en el Vaticano en el diario L’Expresso en 1999:
“Nuestro punto de referencia en el Vaticano se llamaba en clave Licht blick, rayo de luz. Era un alemán, uno de los más inteligentes frailes dominicos, miembro de la Comisión Científica del Vaticano y muy próximo al ambiente de monseñor Agostino Casaroli… Se llamaba Karl Brammer”.
La infiltración de los servicios de inteligencia en el Vaticano, así, pues, es un hecho tan real como la infiltración de la masonería y el OPUS DEI. Mientras los últimos, no obstante, desean dominar y reconducir la política del Vaticano, los espías se limitan a obtener información útil, probablemente valorada como “Top Secret”, para saber más y diseñar estrategias favorables a sus respectivos países, lo cual parece lógico.
Conocido todo ello, cabe preguntarse: ¿Aún podemos encontrar otras infiltraciones en el Vaticano? ¿Son organizaciones capaces de obtener datos del mismo como la masonería, el OPUS DEI y los servicios secretos y conspirar en la sombra?
Los Illuminati, la OTO y el Satanismo
Existen otras órdenes próximas a la masonería y el satanismo que igualmente están infiltradas en el Vaticano. Los Illuminati, fundados por Adam Weishaupt el 1 de mayo de 1776 en Baviera, siempre promovieron la estrategia de la infiltración. Y, por eso, cuando la Orden se reconstruyó en EE.UU., esa fue la táctica a seguir con el Vaticano. Algunos expertos en sociedades secretas han detectado infiltraciones en el Vaticano en ese sentido.
Piers Compton, ex editor de la publicación católica The Universe, por ejemplo, ha rastreado la infiltración de Los Illuminati en la Iglesia católica. Y cita como evidencia el que católicos prominentes utilicen el símbolo iluminista dentro del triángulo o que el mismo figure en la colección de sellos del Vaticano de 1978. Compton afirma, además, que el papa Juan XXIII utilizaba el símbolo en su cruz personal.
Más allá de estas teorías, como fundador y Gran Maestre de la Orden Illuminati, lo que sí puedo asegurar es que la táctica de Los Illuminati en los últimos años ha sido parecida a la descrita. Personalmente, he recibido información de la Iglesia católica y del interior del Vaticano de una fuente fidedigna: un cargo católico, sobre el cual por motivos obvios guardo secreto.
La OTO (Ordo Templi Orientis), fundada por los francmasones alemanes de alto grado K. Kellner y T. Reuss a principios del siglo XX, también ha estado interesada en la estrategia de infiltrar a sus hombres en el Vaticano o de captar a cargos de la Iglesia que pudiesen tener acceso a información privilegiada.
El cardenal decimonónico Mariano Rompalla (1843-1913), que ejerció de secretario de Estado del Vaticano durante el papado de León XIII, cuando falleció el papa, surgió como principal candidato al papado, aunque no alcanzó ese puesto por el veto del emperador José de Habsburgo. Tras su muerte, se encontraron papeles de éste que lo ligaban a la OTO y que confirmaban los deseos de los templarios orientales por penetrar en el campo del enemigo.
Finalmente, en el terreno del luciferismo y el satanismo, encontramos el rastro de una organización satánica que opera en el seno del Vaticano. El libro “El Vaticano contra Dios” (Ediciones B, 1999), escrito por un grupo denominado Los Milenarios, relata la citada infiltración en el Vaticano, contando el caso de un arrepentido que hizo confesión de sus “pecados”. Los siguientes párrafos de la obra dejan pocas dudas:
“En el santuario romano del Divino Amor (sic), a última hora de la tarde, mezclado entre los demás, se acerca al confesionario un penitente muy alterado y turbado. El confesor lo anima a hablar.
-Padre, pertenezco a una secta satánica, en la que desempeño un papel importante. He arrastrado a muchos a ella… (…). He llegado a convencer a muchas personas a asistir a misas negras y a otros ritos satánicos. Sin embargo, el otro día fui yo el invitado a una misa negra en un lugar donde yo jamás hubiera imaginado que se pudiese celebrar semejante rito…
-¿Dónde?- pregunta el confesor desde el otro lado de la reja.
-En el Vaticano.
-¿Quiénes eran los demás?
-No sé les podía reconocer, todos íbamos encapuchados y cubiertos de la cabeza a los pies. Las voces eran graves imposibles de identificar por el timbre…”
La infiltración en el Vaticano ha quedado reflejada, incluso al hablar de órdenes luciferinas o satánicas. Y el ejemplo que acabamos de exponer es sólo uno más entre otros muchos que así lo prueban.
Bastantes organizaciones han deseado tener presencia de una forma u otra en el Vaticano, para obtener información útil o controlar a éste y a la Iglesia. Y muchas son las organizaciones que, en la actualidad, consiguen esos fines.
El presente trabajo nos ha acercado un poco a esas organizaciones y a esa realidad que supera la ficción y que pasa desapercibida ante los ojos de una inmensa mayoría de mortales, incluidos un buen número de católicos ajenos a la conspiración descrita.
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