Hasta hace solo unos años, pensar en que la Antártida desapareciera o comenzara a desintegrarse era una pesadilla, que parecía cada vez más posible, pero lejana. Ahora, está sucediendo.
Una enorme masa de hielo de 5.000 kilómetros cuadrados de superficie (el tamaño de la Ciudad de Londres, de la isla de Mallorca o de tres veces la ciudad de México) está a punto de desprenderse del continente helado.
Es que una enorme grieta en el hielo de la Plataforma Larsen C, que venía agrandándose de forma progresiva, comenzó a avanzar de forma desmedida, y se amplió 17 kilómetros en solo una semana, entre el 25 y el 31 de mayo, según las observaciones de los especialistas del proyecto MIDAS.
El punto de ruptura está a solo 13 kilómetros, es decir que en pocos días un gran trozo de la Antártida podría desprenderse de ella para siempre y convertirse en un enorme iceberg a la deriva en el mar.
Lo que más asusta a los expertos es que, si este iceberg se separa, pueda ocasionar una especie de "efecto dominó" o reacción en cadena, que provoque que se desprendan más masas de hielo, como ocurrió en 2002, cuando la plataforma Larsen B prácticamente se desintegró.
Si el bloque se desprende, los glaciares podrían acelerar su movimiento hacia el mar, y eso tendría un impacto en el nivel de las aguas. En otras palabras, el nivel del mar podría subir peligrosamente, inundando las costas de todo el mundo.
Hace tiempo que los científicos vienen siguiendo la evolución de ésta y otras grandes y peligrosas grietas en la Antártida. Sin embargo, nada pueden hacer sin el compromiso de todos: desde cada uno en su propia casa hasta los mandatarios que toman decisiones con enorme impacto ambiental.
Mientras la Antártida corre peligro, quienes tienen el poder, como el presidente de Estados Unidos Donald Trump, por nombrar un caso, siguen haciendo la vista a un lado y negando el impacto del calentamiento global y sus consecuencias devastadoras.
¿Detendremos la destrucción de nuestro planeta cuando aún estemos a tiempo?
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