Tras estudiar las anomalías magnéticas del Altiplano de Perú y Bolivia, Brien Foerster y otros investigadores como David Hatcher Childress concluyen que construcciones como Puma Punku no son obra de los incas o los aymaras sino de una civilización prediluviana. Por Josep Guijarro
Brien Foerster es un reconocido investigador estadounidense que ha dedicado los últimos seis años a investigar la conexión entre los monumentos megalíticos del altiplano sudamericano (Perú y Bolivia) y los cráneos alargados que se encuentran en algunas culturas del antiguo Perú en busca de una conexión con las visitas extraterrestres en la antigüedad.
Sus teorías encontraron eco en varios capítulos de la serie “Alienígenas Ancestrales”, donde Brien explica su hipótesis sobre los verdaderos constructores del muro de piedra del templo del Sol en Ollantaytambo; o en Puma Punku. Este último enclave está situado muy cerca de la urbe principal de Tiwanaku. Sus característicos y misteriosos bloques de piedra con encajes donde cabían cerrojos de bronce en forma de “T”, así como grapas y anillos de cobre utilizados para la unión de los mismos, no dejan indiferente a nadie y menos a Foerster.
Esta estructura piramidal, presenta una técnica de mampostería tan depurada, tan perfecta, tan evolucionada, que desafía aún más si cabe nuestro entendimiento por lo que son muchos los que relacionan este mítico enclave con seres de otros planetas.
Lamentablemente, el monumento fue objeto de un saqueo inmisericorde desde la época de los incas, hasta la colonia y la República, que lo dejó aún más despojado que el centro urbano de Tiwanaku.
En julio de 2016 Foerster acudió de nuevo a Puma Punku con el propósito de estudiar si este enclave arqueológico presentaba anomalías magnéticas. Los resultados como puedes comprobar tú mismo en el vídeo son muy interesantes.
En opinión de Foerster, «las estructuras o construcciones que son tecnológicamente sofisticadas (como los milimétricos cortes de las piedras de Puma Punku o el muro del tiemplo del Sol en Ollantaytambo en Cuzco) son mucho más antiguas que los incas o los aymaras y con eso no estoy diciendo nada negativo sobre estas culturas, fueron maravillosas y aún lo son.»
Y añade que, las partes más antiguas de Tiahuanaco y Puma Punku tienen más de 10,000 años de antigüedad. Fueron construidas antes del final de la última glaciación (…) Estas estructuras megalíticas no pueden haber sido construidas por los aymaras o los incas, son recordatorios o recuerdos de una cultura muy antigua que se extinguió. En el caso de Tiahuanaco y Puma Punku, luego de la construcción de estas estructuras, llegaron los aymaras y las encontraron, las habitaron y en algunos casos, construyeron sobre ellas.»
Las mejores minas de estaño
Se cuenta que antaño enormes planchas de metales preciosos cubrían las fachadas con sus bajorrelieves, centelleando bajo el sol fulgurante de la región. Un sol, cuya importancia conocían muy bien los antiguos constructores, orientando hacia él con precisión asombrosa sus monumentos para predecir solsticios y equinoccios que manejaban su vida cotidiana. Los diestros arquitectos y orfebres y, también, los sabios sacerdotes, no descuidaban detalle de este gran centro. Además de los famosos k’eros (vasos cerámicos ceremoniales), los huaco-retratos (retratos tridimensionales de rostros humanos representados en las vasijas cerámicas) y textiles (que podemos ver en el Museo Regional de Tiahuanaco), los tiahuanacotas conocieron y trabajaron el bronce (aleación de estaño y cobre), lo cual les dio una gran ventaja tecnológica y militar con respecto a sus vecinos. Para ello necesitaban estaño, que extraían del lecho del lago Titicaca.
Fue Arthur Posnansky quien encontró las antiguas minas a 10 Km. de Tiahuanaco, escribiendo en el cuarto volumen de su tratado sobre la minería del lago:
“En las estribaciones montañosas del Altiplano, se han encontrado cavernas o túneles abiertos por sus antiguos pobladores con el objeto de proveerse de metales útiles.”
Actualmente, Bolivia es el principal abastecedor de estaño del mundo. Considerado un mineral raro, sólo puede encontrarse en Malasia, Tailandia, Bolivia, Congo-Brazzaville, Nigeria y China. Las fuentes más antiguas como las de Oriente Próximo y Europa, se han agotado, y en la actualidad, sólo en dos lugares se pueden hallar los filones originales: Inglaterra y Bolivia. El primero, agotado, mientras que el último, sigue abasteciendo al mundo entero desde sus hermosas montañas que parecen ser en realidad, verdaderas “montañas de estaño”.
Ninti, la diosa sumeria
Algunos investigadores, encabezados por Erland Nordenskiold, aseguran que toda esa tecnología metalúrgica provenía de Europa. Varias de las herramientas examinadas, poseían mangos modelados con la cabeza de la diosa sumeria Ninti, con las cuchillas umbilicales gemelas que tenía por símbolo la que sería también la “Señora de las minas” del Sinaí. Si a todo ello sumamos el extraño hallazgo de un monolito con inscripciones sumerias –declara la arqueóloga Alex Guerra Terra-, nos encontramos ante un enigma que de momento, no ha podido ser desvelado.
Nos referimos al monolito Pokotia, hallado el 2002 por un arqueólogo en las inmediaciones del lago Titicaca (hoy en el Museo del Oro de La Paz), con inscripciones que coinciden en un 60% con las escrituras de Mesopotamia.
Por si todo esto fuera poco, existen similitudes entre el aymara, el quechua y el sumerio. La Fuente Magna, una pequeña vasija de piedra hallada también en el lago, muestra en su parte externa, grabados de figuras zoomorfas claramente tiahuanacoides. Sin embargo, en su interior, presenta incisos de dos escrituras diferentes: el quellca (lengua de la antigua Pukara, cultura precursora de Tiahuanaco), y una lengua antigua similar al sumerio y al acadio. El problema radica, como en otros casos, en que cuando el objeto, considerado hoy un OOPART (un objeto fuera de su cronología), empezó a ser estudiado, había pasado 40 años olvidado en el depósito del Museo del Oro de La Paz (hoy en exhibición), y ya no se sabía a ciencia cierta su verdadera procedencia. Son sin lugar a dudas dos piezas inquietantes, pero descontextualizadas, por lo que es difícil acercarnos a su historia. Quién sabe, si en las excavaciones subacuáticas comenzadas este año en el lago, los arqueólogos extraen otros materiales que consigan esclarecer este y otros enigmas en torno a la cultura Tiahuanaco.
Miércoles 07 de Septiembre, 2016
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