Uno de los casos mejor documentado con evidencias de huellas físicas fue el incidente OVNI del Lago Falcón en Canadá que ocurrió el 20 de mayo de 1967.
El participante solitario fue Stephen Michalak, un inmigrante polaco que se estableció en Canadá después de la Segunda Guerra Mundial. El Sr. Michalak encontró trabajo como mecánico industrial en una fábrica de cemento.
Tenía conocimiento de maquinaria automotriz, soldadura y metalistería. También fue un geólogo aficionado que pasaba su tiempo libre prospectando por plata en una región cerca del Lago Falcón en Manitoba, Canadá, a unos 75 kilómetros al norte de la frontera de los EE.UU.
El lugar es un gran bosque deshabitado, conocido por varios depósitos de minerales. El Sr. Michalak había visitado esa zona varias veces. Otros prospectores habían encontrado varias vetas de cuarzo cerca que estaban asociadas con yacimientos de plata, y Michalak había encontrado algunas también.
El 19 de mayo de 1967, mientras disfrutaba de unos días libres, él se decidió de prospectar por minerales. Viajó desde su casa en Winnipeg al Lago Falcón, donde pasó la noche en un motel en la autopista Trans-Canadá.
El Encuentro:
Stephen Michalak dejó su motel a las 5:30 am, esa mañana y se dirigió hacia el norte donde se localiza el bosque. A las 9:00 am, viajando bajo un cielo claro y sin nubes, él había encontrado una veta de cuarzo cerca de una zona pantanosa, no lejos de una quebrada. A las 11:00 am almorzó, y luego volvió a examinar la formación de cuarzo.
A eso de las 12:15 pm, con el sol alto y las nubes reuniéndose en el oeste, Michalak se sorprendió por el cacareo de unos gansos, que fueron perturbados obviamente por algo. Miró hacia arriba y se asombró al ver dos objetos con forma de cigarro con unas “cúpulas” encima de ellos, a una estimación de cuarenta y cinco grados de altura, descendiendo y brillando un color rojizo.
Según los objetos se acercaban a él, más parecían tomar la forma de disco. Uno de los ovnis se detuvo en el aire mientras él observaba con temor. El segundo OVNI continuó descendiendo hasta que finalmente aterrizó encima de una roca plana grande aproximadamente 46 metros de distancia de él.
El otro objeto que se había detenido en el cielo se alejó, cambiando de rojo a naranjado y finalmente a gris, antes de desaparecerse en unas nubes.
El OVNI que aterrizó luego comenzó a cambiar sus colores de manera similar. En última instancia, el gris parecía como “de acero inoxidable caliente”.
Mientras observaba la nave aterrizada, se arrodilló al lado de una roca donde él había estado astillando las venas de cuarzo y usaba gafas de soldadura para proteger sus ojos de los fragmentos de roca que volaban.
Se quedó cerca de la roca por la próxima media hora, haciendo un dibujo del objeto, notando varias características, incluyendo que el objeto no tenía ninguna marca o insignias encima.
La nave era de forma platillo, a unos 12 metros de diámetro. Su cúpula superior o domo tenía 90 centímetros adicionales de alto.
El Sr. Michalak se había enterado de las ondas de aire caliente que irradiaban de la nave, acompañado por el “olor a azufre.”
También escuchó el zumbido de lo que sonaba como un motor eléctrico rápido y un silbido, como si el aire se estuviera aspirando en el interior o expulsándose hacia fuera.
Una puerta se había abierto en el lado de la nave que revelaba el interior iluminado como un árbol de Navidad. Su curiosidad lo impulsó acercarse a la nave y cuando llegó a eso de 18 metros, oyó dos voces similares a las humanas, una con un tono más alto que el otro.
Estando seguro de que la nave era un vehículo experimental estadounidense, se le acercó y preguntó con sarcasmo en inglés: “¿Están bien, muchachos yanquis, tienen problemas … los ayudaré?
Él no recibió respuesta, las voces se habían desaparecido, y se convirtieron aturdidas. Él preguntó cuidadosamente en ruso, “¿Hablan ustedes ruso?”
Todavía no había respuesta, así que dio saludos en polaco su lengua nativa, después en alemán y luego una vez más en inglés, pero todavía sin ninguna respuesta.
Finalmente, se acercó mucho más, terminando directamente al frente de la nave. Cuando metió la cabeza en la abertura, la luz era tan brillante que tuvo que bajar la visera de su gafas protectoras.
Allí observó paneles con diferentes luces a colores, y rayos de luces láser que cruzaban uno al otro como los rayos láser de seguridad.
El grupo de paneles tenían filas de luces que destellaban en sucesión aleatoria similar a una exhibición de computadora. Él no podía ver ningún ser vivo dentro de la nave.
Mientras Michalak se apartaba de la nave, vio que la pared de la nave era unos 46 centímetros de espesor.
De repente, tres paneles deslizaron sobre la apertura, sellando “como un obturador de cámara”.
Su atención estaba ahora en el exterior de la nave. Más tarde él describió la superficie como un “vidrio-metal muy pulido y sin cortes ni costuras en su superficie”.
Cuando extendió su mano para tocar unos “vidrios coloridos” que observó en la superficie del objeto, su guante se incendió y se derritió quemándose la mano. De repente, el objeto comenzó a girar hacia la izquierda (sentido contra el reloj), y cuando lo hizo, una abertura de escape de aire fue expuesta, como un tipo de rejilla que contenía un patrón uniforme de orificios redondos. Él estimó su tamaño a eso de 23 centímetros de alto por 15 centímetros de ancho.
Una explosión de gas caliente salió disparada de esos boquetes pegándole en el pecho, empujándolo hacia atrás, y envolviendo su camisa y camiseta en fuego que le causó quemaduras y dolores severos.
Él se arrancó las ropas abrasadas y las tiró al suelo.
Levantó la vista a tiempo para ver salir la nave, y sintió una ráfaga de aire caliente mientras se ascendía.
En su camino a casa, empezó a sentirse extraño, enfermo y vomitó varias veces. Desorientado y quemado demasiado tomó su mejor adivinación de la dirección.
Nueve horas más tarde, finalmente regresó a su casa en Winnipeg, donde su historia hizo titular de primera página en los periódicos locales y aparentemente dejó desconcertado a los médicos.
Michalak sentía dolor y se enfermó gravemente después de ese encuentro y fue tratado en un hospital con quemaduras en el pecho y estómago.
El médico de la familia de Michalak había declarado que Michalak estaba confundido y aturdido, pero racional, y mostró síntomas de pérdida de cabello y una serie de llagas elevadas, de forma ovalada en el pecho y abdomen con un padrón cuadrícula, similar a una quemadura de primer grado.
Al parecer, los problemas de salud plagaron a Michalak por varios meses, incluyendo la falta de apetito, pérdida de peso, hinchazón, y desmayos, a pesar de un psiquiatra de la Clínica Mayo que indicó que Michalak estaba libre de “una enfermedad significativa mental o emocional.”
A finales de junio de 1967, la Policía Real Montada del Canadá (RCMP) se había interesado en el asunto de Michalak.
No podía identificar el sitio del supuesto aterrizaje por su cuenta, y el 1° de junio trajeron a Michalak con ellos. Sin embargo, Michalak no pudo encontrar el sitio, que levantó algunas dudas con respecto a su reclamo.
Al 26 de junio ellos habían localizado el sitio y encontraron pertenencias personales que él había dejado allí.
La Policía Real Montada del Canadá obtuvo muestras de tierra del lugar, y la probaron por radiactividad. Las pruebas eran negativas.
Sin embargo, el 28 de julio, Michalak y oficiales de la RCMP, juntos identificaron un círculo encima de una roca en el lugar, 5 metros de diámetro, donde el musgo se había retirado de alguna manera.
Había rastros de radiación en la parte superior de la roca donde había aterrizado el objeto.
Este caso fue investigado exhaustivamente por las autoridades canadienses, la “Condon Commission” (Comisión Condón), y varios grupos civiles de OVNIs de los EE.UU. y Canadá.
La Policía Real Montada del Canadá (RCMP), el Departamento de la Defensa Nacional (DND), la Fuerza Aérea Canadiense (RCAF), y el Departamento de Salud de Manitoba fueron algunas de las agencias involucradas.
Los funcionarios canadienses reaccionaron rápido cuando algunos rastros radiactivos fueron detectados en muestras del suelo de la zona de aterrizaje, así como en las ropas de Michalak.
Muchos informes y documentos sobre el caso fueron liberados por el gobierno canadiense. Un documento ofrece un resumen completo del caso y de la investigación.
El resumen de la investigación fue a lo siguiente:
“Ambos equipos de investigación DND y la RCMP no pudieron proporcionar una evidencia que disputaría la historia del señor Michalak. El Sr. Michalak sostuvo quemaduras severas en el estómago y pecho.
Como resultado de esto, fue hospitalizado por varios días. Los médicos que atendieron y entrevistaron al Sr. Michalak no pudieron obtener ningunos datos que podrían explicar las quemaduras en su cuerpo.
Los articulos de ropas personales que supuestamente habían sido quemados por el OVNI, fueron sometidos a un extenso análisis en el laboratorio de la policía de Canadá. Los analistas no pudieron llegar a ninguna conclusión sobre lo que pudo haber causado el daño de las quemaduras.
”Las muestras de tierra tomadas por el Sr. Michalak de la zona inmediata ocupada por el OVNI fueron analizadas y se encontraron tan radiactivas a un grado que las muestras tuvieron que ser eliminadas con precaución y seguridad.
Un examen de la supuesta área de aterrizaje del ovni fue realizado por un radiólogo del Departamento de Salud y Bienestar y una pequeña área se encontró que estaba radiactiva.
Sin embargo, el radiólogo no pudo proporcionar una explicación a lo que podía haber causado la contaminación del área.”
Algunas hipótesis médicas
Los médicos que se ocuparon de Michalak (fueron 27 durante algunos meses) propusieron diversas teorías para explicar estos curiosos trastornos. Uno de ellos pretendía que Michalak había sido quemado por ondas ultrasónicas. Otro pensaba que se trataba de una reacción térmica causada por una bocanada de aire comprimido.
Un tercero encontró que era bastante probable que una radiación de tipo gamma hubiere causado las quemaduras, así como la descomposición inmediata (en el estómago de Michalak) de la comida que había ingerido justo antes de la observación. Esta descomposición podría haber sido el origen del olor pestilente que el testigo había percibido después de los hechos (y que parecía estar en él, según sus propias palabras).
Otro indicio proporcionado por los análisis: en los días que siguieron a la observación, el porcentaje de linfocitos en la sangre de Michalak pasó del 25 al 16 %. Luego –cuatro semanas después de los hechos– volvió a su índice normal.
En agosto de 1968 Michalak se internó por propia voluntad en el Mayo Clinic de Rochester (Minnessota) para someterse a un nuevo tratamiento. Parece que allí dio sus frutos, porque se repuso rápidamente de sus diversos trastornos. El diagnóstico de los médicos fue lacónico: envenenamiento de la sangre…
Evidencias físicas en el sitio de descenso
Mientras Michalak se encontraba bajo tratamiento, diversas encuestas trataron de descubrir la causa del fenómeno y, particularmente, las huellas que aquél pudiera haber dejado en el suelo. En los días que siguieron al incidente, James Barand (Barry) Thompson, representante de la APRO en Winnipeg, pudo entrevistar al testigo.
Éste le confió sus vestimentas quemadas, las que fueron enviadas al seno de la APRO, en Tucson, Arizona, EEUU, para ser analizadas. La Comisión Condon envió al lugar a uno de sus expertos en la materia, el físico Roy Craig, de la Universidad de Colorado.
Las primeras investigaciones tendientes a localizar el lugar del aterrizaje fueron infructuosas, pero a mediados de junio de 1967 el sitio fue determinado con precisión y reconocido por el propio Michalak. En el suelo se encontró una zona circular en donde había desaparecido toda vegetación. Se recogieron diversas muestras por parte de los expertos enviados, tanto por el National Research Council del gobierno canadiense, como por la Fuerza Aérea del Canadá.
Se descubrió radiactividad que según los expertos gubernamentales, provenía de “pintura fosforescente de tipo industrial”. El radio 226, un elemento frecuentemente asociado a los minerales de uranio y torio, fue identificado como la fuente de la radiación y permitió a estos encuestadores sugerir la idea de que “cualquiera habría podido contaminar artificialmente el sitio para probar la autenticidad de la presencia de un OVNI”.
El 19 de mayo de 1968 se efectuaron nuevos estudios sobre el lugar y los análisis confirmaron la presencia de radio 226. Se descubrió al mismo tiempo la presencia de pequeñas partículas metálicas. Como éstas habían escapado a los primeros análisis, y este retorno al sitio se llevó a cabo a pedido de Michalak, muchos pensaron que éste último había colocado las partículas para autentificar su relato. Roy Craig dijo especialmente:
“Es muy improbable que las partículas descubiertas un año después de los primeros estudios in situ hayan pasado desapercibidas en oportunidad de los primeros análisis”. Sin embargo, la APRO acometió la tarea de repetir los análisis con las primeras muestras (recogidas en julio de 1967) y descubrió la presencia de tales partículas. ¿Un descuido de los investigadores gubernamentales o un análisis mal hecho?.
Los ensayos efectuados por la APRO revelaron que estas partículas estaban compuestas esencialmente de plata: de 92 a 96 % plata y de 1 a 2 % cobre. La plata nativa contiene mucho menos, así como la plata que puede encontrarse en ciertas piezas de monedas (éstas contienen de 7,5 a 10 % de cobre).
Subrayemos –de todos modos– que sobre este último punto los expertos del Comité Condon no se pusieron de acuerdo. Las partículas fueron descubiertas en el interior de un área de unos 50 cm, situada a 1,20 m del centro de la huella. Ciertos fragmentos de sílice y de rocas incrustradas en las partículas indican que el metal se fundió en el lugar.
Como es habitual, los expertos de la Comisión Condon se inclinaron por poner en evidencia ciertas inconsistencias en el relato de Michalak. Así, el fuego –que había sido capaz de quemar al testigo– habría podido inflamar normalmente la vegetación y provocar un principio de incendio en el bosque, etc.
Pero en lo que concierne a los trastornos padecidos por Michalak, y citados al comienzo del Informe Condon, no figuraban para nada en las conclusiones. De modo que para Condon (y Craig, que llevó a cabo la encuesta), Michalak puede ser considerado un simulador.
Aquí nos detenemos. Simplemente leamos lo que declara este “simulador” que, durante 18 meses, tuvo que soportar terribles pruebas: “Yo no pido a persona alguna que me crea: pero yo sé lo que he visto”.
Comentarios del director de “OVNIs: un desafío a la ciencia”
El episodio de Falcon Lake acusa notables analogías con los sucesos argentinos de Trancas, acaecidos el 21 de octubre de 1963. En especial lo concerniente a los siguientes detalles:
a) Aproximación mínima de los testigos en relación al objeto.
b) Impresión personal de su origen terrestre.
c) Percepción de un pequeño zumbido, comparable al de un motor que funciona a baja revolución.
d) Olor a azufre.
e) Náuseas provocadas por el olor sulfúrico.
f) Emisión –desde el objeto– de una bocanada de calor.
g) Violencia de la bocanada.
h) Quemaduras de primer y segundo grado.
i) Aparición ulterior de una huella circular en el sitio.
De acuerdo a los amigos y la investigación realizada, el Sr. Michalak fue un hombre de familia honesta y decente que no podría haber inventado esa historia. Sus afirmaciones fueron apoyadas más ya que nunca buscó fama o trató de capitalizar su experiencia. Stephen Michalak falleció en 1999, a la edad 83.
2 agosto, 2018
Fuente: http://www.impactoovni.com/2010/12/el-incidente-ovni-del-lago-falcon-en.html