El malestar ha empezado a correr por el cuerpo con la nueva intromisión del ministro de Interior en el Cuerpo
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos.
06/07/2020 06:50
Las maniobras del ministro del Interior para interferir en la Guardia Civil no han finalizado. El último capítulo aún se está escribiendo y afecta a los homenajes y funerales que se van a celebrar en dos ciudades españolas –Logroño y La Coruña- por la muerte del teniente coronel Jesús Gayoso Rey, del Grupo de Acción Rápida (GAR) y víctima del Covid-19 en el mes de marzo y figura totalmente querida y respetada por el cuerpo de la Guardia Civil al completo.
El propósito de los agentes de la Benemérita que han confirmado ya su deseo de asistir a esas misas y actos de respeto y recuerdo por el compañero caído, es el de acudir a los funerales de agentes muertos por Covid con el uniforme: el de rendir homenaje a título particular y a título de Guardia Civil.
Pero ese acto, plenamente natural y habitual hasta ahora, no es bien visto por Grande-Marlaska. El ministro teme que esos homenajes de los funerales alberguen críticas airadas y evidentes al Gobierno por su nefasta gestión del Covid y por las intromisiones del Ejecutivo de Sánchez lanzadas a raíz de la investigación judicial del 8-M y de la destitución del coronel Pérez de los Cobos.
Grande-Marlaska no quiere que esas expresiones puedan ser captadas visual y mediáticamente en un acto con la estética de la Guardia Civil. Por ese motivo, para desdibujar lo que es ya un sentimiento crítico mayoritario en el cuerpo, el ministro ha dado orden verbal a los mandos de presionar para que los guardias acudan vestidos de paisano. De civil.
Malestar en el Cuerpo
El malestar ha empezado a correr por el cuerpo con la nueva intromisión de Marlaska en la forma habitual de comportarse de la Guardia Civil. Los agentes están tomando las presiones como un acto más de falta de respeto al Cuerpo y de manoseo de cada acto por motivos políticos.
En este caso, para evitar que se perciba la magnitud del malestar de los guardias civiles con el pisoteo habitual de Marlaska y con el abandono que han tenido durante el coronavirus: los guardias no contaron de forma generalizada con mascarillas, guantes, tests y demás elementos de prevención frente al virus.
Los homenajes previstos se celebrarán el 11 de julio en Logroño y el 24 del mismo mes en La Coruña. Las presiones para acudir sin uniforme afectan al conjunto de los agentes -Gayoso Rey era muy querido y respetado en cada área del Cuerpo Benemérito- y en especial a uno de los colectivos más prestigiosos de la Guardia Civil: el Grupo de Acción Rápida (GAR).
De hecho, agentes del GAR de la Guardia Civil tributaron ya un sentido homenaje en marzo a su teniente coronel, Jesús Gayoso Rey, tras fallecer por haber contraído el coronavirus.
La comandancia de la Guardia Civil en Logroño, sede del GAR, fue el lugar donde esa noche se llevó a cabo el tributo al teniente coronel, Jesús Gayoso Rey. El mando de los GAR había luchado durante días contra el coronavirus pero, finalmente, el jefe de las fuerzas especiales de la Benemérita sucumbió al virus. «Ha luchado como un león», dijeron compañeros del cuerpo que no pararon de mandar mensajes de ánimo durante la hospitalización de Gayoso.
Efectivamente, y como teme ahora Marlaska -y Pedro Sánchez-, no faltaron los mensajes críticos contra el trato dado por el Gobierno a los guardias durante el estado de alarma.
Agentes uniformados formaron ese día frente a la comandancia. A ellos se unieron agentes del Cuerpo Nacional de Policía y servicios de emergencias de Logroño. Tras tributar un gran aplauso al que se unieron los vecinos; ‘La muerte no es el final’ sonó en las calles adyacentes mientras lo entonaban los compañeros del guardia civil fallecido.
Marlaska no quiere una nueva escena como esa, acompañada, además, de las críticas por la intromisión del Gobierno en la labor de la Guardia Civil en pleno proceso de instrucción del 8-M y materializado en la destitución del coronel Pérez de los Cobos por haberse negado a romper el secreto del sumario.
El teniente coronel jefe del Grupo de Acción Rápida (GAR), Jesús Gayoso Rey, falleció a los 48 años de edad víctima del Covid-19, motivo por el que estuvo varios días hospitalizado. En aquel momento era la cuarta muerte ligada a la pandemia de coronavirus entre miembros de este cuerpo policial. Y el Gobierno sabe que los funerales por las muertes por covid se cargarán de emotividad. Y es probable que surja la crítica.
El GAR es una unidad de élite de la Guardia Civil con sede en Logroño. El fin de semana del 7 y el 8 de marzo se desplegó en Haro, en La Rioja, para confinar a un grupo de vecinos y contener un brote de coronavirus, justo mientras el Gobierno seguía negando la gravedad del virus y permitía las manifestaciones feministas del 8-M. Y, aunque Gayoso Rey no estuvo físicamente en esta localidad durante aquel despliegue, los agentes presentes circularon posteriormente.
«Cortina de humo»
Eso es ya un factor de crítica, las destituciones, purgas disfrazadas de reestructuraciones, acusaciones de golpismo e insinuaciones sobre la existencia de una «policía patriótica», todo ello encabezado por miembros del Gobierno, no ha hecho más que disparar el enfado de la Guardia Civil.
Los ataques de los últimos días vertidos por el Gobierno contra la Guardia Civil han provocado, de hecho, la reacción de algunos mandos del Cuerpo. Desde la asociación Unión de Oficiales (UOGC) advierten de que todo se trata de una «cortina de humo» para «difuminar sus propias miserias», en referencia a la gestión política de la crisis del coronavirus.
«Dejen de echar cortinas de humo con el único afán de difuminar sus propias miserias». Con esa contundencia ha respondido la Unión de Oficiales de la Guardia Civil, una asociación profesional con mucha representatividad entre las cadenas de mando de la Benemérita, a las insinuaciones y acusaciones que se han hecho desde el Gobierno contra el Instituto Armado tras la destitución del coronel Diego Pérez de los Cobos, apartado de su cargo por el Ministerio del Interior después de negarse a compartir información sobre el informe encargado por la juez Carmen Rodríguez-Medel en plena investigación sobre un posible delito de prevaricación por parte del Gobierno al permitir el 8-M.
Esa destitución provocó, además, la dimisión del DAO, el teniente general Laurentino Ceña, y del Jefe del Mando de Operaciones, teniente general Fernando Santafé.