La vida después de la muerte sigue siendo un auténtico misterio. Pese a tener algún testimonio de personas que, en hospitales, volvieron a la vida tras la reavivación médica, no podemos alcanzar un mayor grado de profundidad en el tema.
Entre las diversas incógnitas que esto presenta, ¿y si nuestra alma se reencarnase en el cuerpo de otra persona? Esto es precisamente lo que sucedió en el sorprendente caso de las gemelas Pollock
Irene Fernández Sáez
7 de Enero de 2021 (12:30 CET)
Ian Stevenson estudió en profundidad la reencarnación de las gemelas Pollock, un caso al que todavía no se ha encontrado explicación (Instagram)
Frente a lo que el cristianismo tradicionalmente ha defendido, encontramos la idea de la reencarnación bastante extendida entre cultos orientales. El budismo o el hinduismo consideran que, tras la separación del cuerpo y el alma, esta última se mueve a otros individuos y vuelve a nacer. Este hecho le permite aprender más a partir de las diferentes vidas vividas hasta que no necesite reencarnarse, porque alcanza un estado de perfección.
Sin embargo, la naturaleza de este posible fenómeno sigue resultándonos completamente desconocida. Por ello, dentro de una ciencia reticente a creer en ello, algunos científicos han intentado estudiar este tema en profundidad a partir de casos en los que parece que la reencarnación se ha producido. Ian Stevenson, fallecido en 2007, es uno de ellos.
Este científico llegó a investigar, durante más de 40 años, 3000 casos de niños en los que sus vidas pasadas se manifestaban. 13 de estos casos son recogidos en su libro Casos sobre reencarnación en Europa (2003) en donde hace hincapié en el caso de las gemelas Pollock, el más enigmático de todos los estudiados por el científico.
La metodología de Stevenson consistía en documentar detalladamente todo lo dicho por los niños y, una vez recogida suficiente información, identificar a las personas que esos niños recordaban. Identificado ya el individuo, pasaba a comprobar si los hechos narrados por los niños y la vida de esa persona coincidían.
Incluso estudiaba las marcas (heridas, cicatrices…) de esas personas en sus registros médicos para poder descartar otras posibles explicaciones para los recuerdos de esos niños. En definitiva, Stevenson llevaba a cabo una investigación en profundidad sobre el tema.
La gran desgracia de la familia Pollock
El domingo 5 de mayo de 1957, se presenció la tragedia en la familia Pollock. John y Florence Pollock, habitantes de Hexham (Inglaterra), no sabían lo que les esperaba ese día. Mientras salían de casa para ir a la iglesia local, sus dos hijas, Joanna, de 11 años y Jacqueline, de 6, sufrieron un terrible accidente. Al torcer la calle, un coche las atropelló matándolas en el acto.
Sin embargo, un año después de este horrible suceso la pareja decidió volver a formar una familia. Así, el 4 de octubre de 1958 nacieron Gillian y Jennifer, dos gemelas que se llevaron 10 minutos de diferencia.
Pese al gran parecido físico que suelen tener los gemelos, ellas poseían diferentes marcas de nacimiento. Jennifer tenía la misma mancha en la frente que su hermana mayor Jacqueline, producida por una caída. En el caso de Gillian, ella tenía un lunar en el costado como Joanna, su otra hermana. Ambas, Jacqueline y Joanna habían muerto años antes de que nacieran las dos gemelas.
La cosa no quedó ahí. Tras mudarse a Witley Bay para poder dejar el pasado atrás, los padres empezaron a observar más situaciones inexplicables entre las niñas. Cuando estas empezaron a hablar, comenzaron a pedir juguetes que habían pertenecido a sus otras dos hermanas, teniendo en cuenta que nunca los habían conocido.
Una vez que les dieron unas muñecas que habían pertenecido a ellas, las niñas las llamaron Mary y Susan, igual que hicieron previamente sus dos hermanas fallecidas.
Vuelta a casa
De regreso a Hexham, la situación se recrudeció. Al encontrarse en el lugar en el que habían vivido en su otra vida, lo primero que hicieron las hermanas fue pedir ir al parque al que solían llevar a las dos hermanas mayores, el cual describieron con todo detalle. Lo mismo sucedió con la casa familiar. No hay duda de que habían vivido allí previamente.
Incluso sus actuaciones, palabras, expresiones… eran las mismas que las de Joanna y Jacqueline. El comportamiento era tan igual que, Gillian era como Joanna, siendo la líder entre las dos, mientras que Jennifer, como Jacqueline, seguía todo lo que la mayor decía.
El accidente sucedido en 1957 estaba muy presente en su vida diaria. Esto llegaba a tal punto que tenían una fobia horrible a los coches, precisamente porque fue lo que las mató. En cuando veían uno, iban corriendo a buscar la protección de sus padres. Incluso, llegaron a hablar del accidente entre sí: «No quiero que me vuelva a pasar.
Fue horrible, mis manos estaban llenas de sangre, igual que mi nariz y mi boca. No podía respirar», describió Jennifer. A lo que Gillian, contestó: «No me lo recuerdes, parecías un monstruo y algo rojo salió de tu cabeza».
Estos sucesos paranormales duraron hasta que las niñas cumplieron los 5 años, momento en el que los expertos consideran que la memoria deja de experimentar recuerdos de la reencarnación. De esta manera, nunca volvió a aflorar ningún vínculo con sus hermanas muertas, siendo hasta la actualidad un caso paradigmático e inexplicable.
El hecho de que, a su vez, se especule con que los gemelos presenten ciertas capacidades psíquicas y telepáticas, ¿podría estar relacionado con esta vinculación tan directa con el alma por parte de las hermanas Pollock?
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