Desde el 14 de marzo y hasta el 20 de junio ha sido suficiente para hundir todos los indicadores económicos de un país que ya se desaceleraba.
2020-06-230
Pedro Sánchez | Agencias
El estado de alarma llegó a su fin el pasado domingo tras casi 100 días con la economía española a la deriva. Desde la Guerra Civil, las finanzas de nuestro país no se enfrentaban a un shock de estas características por la parálisis de buena parte de la actividad.
Los servicios considerados esenciales —como los supermercados o las farmacias— fueron de los pocos que siguieron abiertos al público y los empleados cuyas tareas podían ejecutarse desde el domicilio, gracias al teletrabajo, también pudieron continuar su actividad.
Sin embargo, el resto de la economía se congeló. Principalmente, los negocios que requerían presencia física de la plantilla —o de los clientes— se vieron abocados en cascada a declararse dentro de la polémica figura de los ERTE de la que todavía, muchos, no han salido.
Ahora, más de tres meses después, España vuelve a arrancar sumida en uno de los periodos de mayor incertidumbre de su historia. El coronavirus ha hundido la economía nacional y la recuperación se atisba lenta y dolorosa.
Desde el 14 de marzo y hasta el 20 de junio ha sido suficiente para arrasar con los principales indicadores económicos de un país que ya estaba inmerso en pleno proceso de desaceleración. A continuación, el balance que dejan estos desoladores 100 días en la economía, a pesar de que el Gobierno ya estaba haciendo algunos méritos para empeorar el panorama antes de la pandemia, que ahora usará como excusa para incumplir cualquier objetivo, y de que todavía hay algunos espejismos por sus medidas paliativas.
El PIB se hundió un 5,2% en 15 días
Sólo en los últimos quince días de marzo, el frenazo de la economía fue suficiente para hundir al PIB un 5,2% en el primer trimestre, según el INE. En términos interanuales, la variación del PIB cayó un 4,1%, mientras que en el cuarto trimestre de 2019 nuestro país crecía un 1,8%, que aunque era una tasa positiva, suponía medio punto menos que el crecimiento del 2,3% del último trimestre del PP.
En esas dos semanas de marzo, el consumo, la inversión, las exportaciones o el sector servicios cayeron en picado, aunque el grueso del hundimiento del PIB vendrá en el segundo trimestre, del que todavía no hay datos disponibles. Según las últimas previsiones del Banco de España, la economía nacional podría desplomarse la friolera de un 21,8% entre abril y junio.
Para 2020, el organismo que dirige Pablo Hernández de Cos contempla tres escenarios dependiendo de si hay un rebrote del virus y de lo rápido que se reponga la economía. La caída del PIB puede ser del 9%, del 11,6% o del 15,1%, dependiendo de cada escenario.
Déficit y deuda, disparados
El coronavirus disparó la deuda del conjunto de las administraciones públicas en abril en 10.533 millones de euros hasta alcanzar el máximo histórico de 1,23 billones de euros, con lo que ya roza el 99% del PIB, según los datos publicados la semana pasada por el Banco de España.
En febrero, sin pandemia, el Gobierno también endeudaba a los españoles, porque el pasivo del Estado subía en 5.890 millones de euros, hasta los 1,201 billones, con lo que se situaba en el entorno del 96,27%.
Desde que pusiera el primer pie en Moncloa, Sánchez ha ido aumentado sistemáticamente el endeudamiento de España. Tal y como recoge Jose María Rotellar en Libre Mercado, desde que el líder del PSOE llegara al Gobierno, la deuda pública se ha incrementado en 77.357 millones de euros. En abril, la deuda ha aumentado en 340 millones de euros cada día.
Respecto al déficit, Sánchez logró el hito de hacer crecer el déficit en 2019 por primera vez desde 2012. También, pasó del 1,3% comprometido por el PP a cerrar el año en el 2,82% (cifras destapadas por Eurostat). Tampoco había ni rastro del coronavirus entonces.
Ya hasta abril el déficit del estado se disparó hasta 19.929 millones de euros, lo que se corresponde con el 1,78% del PIB y puede achacarse a la pandemia. Antes, en febrero, el déficit también subía y se situó en los 11.908 millones de euros, lo que representaba al 0,95% del PIB.
Para este año, el Gobierno prevé que el déficit público alcance el 10,34% del PIB, hasta los 115.671 millones de euros. Se trataría del mayor déficit desde el año 2012, cuando ese descuadre fiscal fue del 10,7%. Está insólita cifra se acerca al máximo histórico del 11,3%, logrado por José Luis Rodríguez Zapatero en 2009.
Paro vs ERTE
Tras la sanitaria, la crisis del mercado laboral será la más letal para la economía española. Si nuestro país ya sufría un grave problema de paro estructural antes de la pandemia, ahora, el gran reto será que las casi 4 millones de personas que han sufrido algún ERTE durante estos meses logre mantener su empleo.
El mayor temor es que, una vez empiecen a funcionar, las empresas no puedan sostener las nóminas y que se produzca una oleada de despidos masivos cuando el dopaje de los ERTE termine.
La semana pasada, el Gobierno publicó que, desde mayo, el número de trabajadores afectados por un ERTE ha bajado en un millón de personas que se han incorporado a sus empresas —en abril también hubo gente que volvió al trabajo—, lo que implica que quedan más de 2,3 millones de personas en ERTE todavía en casa.
El Gobierno todavía sigue negociando la prórroga de este instrumento laboral que está a punto de expirar. Una de las mayores insistencias del Ejecutivo de Sánchez ha sido que los ERTE no eran parados —ni siquiera se contabilizan como tal—, pero es importante tener en cuenta que pueden serlo si sus empresas no logran remontar.
El último dato de paro registrado que ha publicado el Ministerio de Trabajo es el de mayo, cuando nuestro país cerró con 3.857.776 desempleados, en el peor mayo de la historia. Estos números implican 778.285 parados más que hace un año, lo que supone un incremento insólito del 25,27% en la tasa interanual y 26.573 parados más que en abril, cuando la actividad del país estaba en plena parálisis.
En los meses de marzo y abril, la pérdida de empleos ha provocado una auténtica sangría debido al cerrojazo de la economía. Y todo ello sin tener en cuenta los ERTE, cuya contabilidad estadística ha salvado al Gobierno de la debacle en las cifras de empleo.
En febrero, último mes antes de la pandemia, España cerró con 3.246.047 desempleados, la cifra más baja en este mes desde 2008. Por entonces, ya se observaba un deterioro del ritmo de creación de empleo y de reducción de paro, pero nada hacía presagiar la hecatombe que se venía encima. Ahora, la suma de los desempleados con los ERTE casi alcanza las 6 millones de personas sin trabajar.
Durante la pandemia, el PSOE ha generado una gran polémica, después de que firmara con Podemos y Bildu la derogación completa de la reforma laboral, cuando ahora, precisamente, lo que necesita el mercado es flexibilidad.
Aunque horas después de ese fatídico acuerdo el Gobierno rectificó, asegurando que lo que pretende es tumbar sólo algunos de los aspectos de la reforma de Báñez que considera "lesivos", no cabe duda de que la estrategia laboral del Ejecutivo de Sánchez e Iglesias está basada en implantar más rigideces en materia de empleo.
Espejismo en los autónomos
Los autónomos han sido uno de los grandes damnificados de la crisis del coronavirus y uno de los colectivos que más críticos se ha mostrado con el Gobierno de Sánchez debido a las cuotas cobradas de más, entre otros de los golpes que han sufrido.
El último dato oficial del número de autónomos que trabajaban por cuenta propia en nuestro país es el de mayo, donde había 3.220.907 autónomos registrados, sólo un 1,74% menos que en el mismo mes de 2019, lo que supone una disminución de 56.948 personas.
En febrero, antes de la pandemia, el número de autónomos en España era de 3.257.896 personas, sólo 37.000 más que en mayo. El motivo de estas cifras aparentemente optimistas vuelve a ser otro de los espejismos creados por los subsidios del Gobierno.
En este caso, se debe a la prestación por cese de actividad, que proporciona una nómina de un mínimo de 661 euros al mes a los autónomos que hayan dejado de tener ingresos y que les incentiva a seguir inscritos en el sistema.
A finales de mayo, había 1,4 millones de autónomos cobrando esta prestación, por lo que casi la mitad de autónomos de nuestro país no estaba facturando apenas nada. Sumados a los parados y a los ERTE, estamos hablando de que más de 7 millones de personas en España está sin trabajar a día de hoy.
Cuando está prestación acabe —Escrivá determinará esta semana su extensión— podremos conocer el verdadero drama de este colectivo. Según ATA, más de 300.000 autónomos tendrá que cerrar en 2020.
No hay nuevas empresas y cierran las antiguas
El número de empresas creadas en España registró en abril la mayor caída interanual y la cifra más baja de la serie estadística iniciada en 1995, con 2.311 sociedades mercantiles inscritas y un desplome del 73,4% respecto al mismo mes de 2019.
En febrero, sin covid-19, el número de nuevas sociedades mercantiles también caía, en concreto, un 9,2% y sólo se creaban 8.516 empresas más. El problema no es sólo que no hay nuevas empresas, sino que cierran las antiguas. Así, entre marzo y abril, más de 133.000 negocios han echado el cierre definitivo en nuestro país.