Las protestas son protagonizadas, en su mayoría, por jóvenes de barrios periféricos.
A diferencia de otros países europeos, Suecia no se caracteriza por ser foco de revueltas ni descontentos sociales, producto de sus históricos altos estándares de vida, su generosa seguridad social y su fama de país hospitalario con los extranjeros.
El panorama, sin embargo, pareciera estar cambiando. Los barrios periféricos de Estocolmo son, desde principios de semana, escenario de violentos disturbios nocturnos, protagonizados en su mayoría por jóvenes que se enfrentan a la policía, en grupos que van desde cinco a 100 integrantes.
Pese a que el país está asombrado por las decenas de automóviles incendiados y los negocios apedreados, los combates callejeros han dejado al descubierto el actual malestar de un conjunto de la población que no se siente partícipe de la prosperidad del país.
El panorama, sin embargo, pareciera estar cambiando. Los barrios periféricos de Estocolmo son, desde principios de semana, escenario de violentos disturbios nocturnos, protagonizados en su mayoría por jóvenes que se enfrentan a la policía, en grupos que van desde cinco a 100 integrantes.
Pese a que el país está asombrado por las decenas de automóviles incendiados y los negocios apedreados, los combates callejeros han dejado al descubierto el actual malestar de un conjunto de la población que no se siente partícipe de la prosperidad del país.
La oleada de disturbios comenzó la noche del domingo en Husby, en el noroeste de la capital sueca, donde residen unas 12 mil personas, 80% de las cuales son inmigrantes. Días antes, en aquella zona, la policía dio muerte a un hombre de 68 años con problemas siquiátricos, que se había encerrado en su departamento y que, según la versión de los uniformados, habría amenazado a los oficiales con un machete. La acción de los policías desató protestas entre los vecinos, quienes acusan a los agentes de haber atacado a menores y ancianos, además de proferir insultos racistas contra la población del lugar.
Estos dichos habrían calado hondo en los habitantes de un barrio donde uno de cada cinco jóvenes no trabaja ni estudia. Además, mientras que en el resto de Estocolmo el desempleo es de un 3,3% y el índice de personas que dependen de la ayuda social es de un 3,6%, en Husby las cifras son de un 8,8% y un 12%, respectivamente. La agencia Télam destaca que, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), el desempleo entre los migrantes es de un 16%, y de un 6% entre los nacidos en el país. Sin embargo, de acuerdo con el diario español El Mundo, incluso los hijos de padres inmigrantes tienen dificultades para encontrar un trabajo acorde con sus estudios. Esta disparidad en los números se repite en el resto de los sectores periféricos plagados de viviendas sociales en mal estado, donde también han proliferado los enfrentamientos con la policía: Hagsätra, Skogås y Rågsved, entre otros lugares.
“La segregación en Estocolmo aumenta todo el tiempo y está sucediendo rápidamente. Hay diferencias sociales muy grandes. Hay muchos jóvenes desempleados y frustrados. No me sorprende que suceda algo así”, dijo a la agencia AP la antropóloga social sueca Nina Edstrom. A su vez, la asociación Megafon, que trabaja con jóvenes de Husby, vinculó las protestas al racismo y la sensación de abandono que existe en las poblaciones. Según la Oficina de Estadística de Suecia, un 15,4% de la población nació en el extranjero, un porcentaje que va en aumento conforme se incrementa el número de solicitudes de asilo en un país con una larga tradición de acoger a quienes lo soliciten. De hecho, una gran cantidad de chilenos llegó a ese país tras el golpe de 1973. Esa comunidad cuenta con 28.425 personas y es la más grande entre los inmigrantes latinoamericanos que viven en Suecia. Tan sólo el año pasado Suecia aceptó 44 mil pedidos de este tipo, un alza de casi un 50% respecto de 2011.
Mientras la policía investiga un “posible uso inapropiado del lenguaje o un excesivo uso de la fuerza” en Husby, a nivel político aumentan las repercusiones de los disturbios nocturnos.
La oposición socialdemócrata responsabiliza a las políticas del premier conservador Fredrik Reinfeldt del incremento del número de personas viviendo en precarias condiciones y del aumento de la brecha entre ricos y pobres.
por C. Pezoa A. / Agencias