lunes, 18 de marzo de 2019

La Poderosa Maldición de Jacques de Molay, último Gran Maestre de los Templarios


El 18 de marzo de 1314, Jacques de Molay y un puñado de sus caballeros templarios, tras soportar torturas y muchas otras humillaciones, fueron enviados a la muerte.


De Molay era un hombre ya anciano, cansado de la vida y orgulloso de sus logros. Sabía que la tragedia que se había abatido sobre sus hermanos y sobre él mismo era el resultado de una conspiración. 

También estaba al corriente de que el rey de Francia había decidido torturar y finalmente ejecutar a estos hombres inocentes, leales caballeros de Francia. Por esta razón, en el momento de su muerte maldijo a todo aquel que había participado en la maquinación para asesinarle.

La Orden Templaria, también conocida como Caballeros Templarios, Orden del Templo de Salomón, Orden del Temple, o simplemente Templarios, existió durante casi dos siglos en la época medieval. 

Su historia comenzó en torno al año 1129, cuando se convirtió en una de las organizaciones más prestigiosas de la Cristiandad. Crecieron rápido, ya que muchos deseaban pasar a formar parte de la orden de los caballeros de la capa blanca con la cruz roja. 





Fueron combatientes muy diestros en las Cruzadas, y sus técnicas financieras fueron innovadoras en su época, en lo que fue una de las formas más antiguas de la banca moderna. Los templarios fueron también grandes constructores de fortalezas en Europa y en Tierra Santa.

El último Gran Maestre de la Orden Templaria

Jacques de Molay nació en torno al año 1243. Fue el 23º y último Gran Maestre de la Orden de los Caballeros Templarios. Estuvo al mando de la orden desde el 20 de abril de 1292 y fue su gran reformador.

Hay muchas más historias más o menos verosímiles sobre él, pero poca información contrastable sobre sus orígenes y su vida. Según una leyenda, cuando realizó el Camino de Santiago a finales del siglo XII dejó su espada como ofrenda en el castillo de Ponferrada ( España).

Como ya hemos dicho, los templarios combatieron en las Cruzadas, lo que les ayudó a ganar grandes cantidades de dinero. De Molay también pasó mucho tiempo en el Próximo Oriente, para finalmente convertirse en jefe de la Orden.

Ordenación de Jacques de Molay como caballero templario en 1265 en la comandancia de Beaune. Pintura de Marius Granet (1777-1849) ( Public Domain )

Por aquel entonces los templarios ya eran famosos por poseer un tesoro legendario. Los reyes y nobles de Europa creían que eran increíblemente ricos, y algunos incluso llegaron a pensar que en sus correrías por Tierra Santa los templarios habían redescubierto el tesoro del rey Salomón y se habían enriquecido con él.

Haciendo caso de estos rumores, el rey de Francia Felipe IV decidió pedir dinero prestado a la Orden, pensando que tendría crédito casi ilimitado. Los templarios eran muy buenos administradores, pero cuando realizaban un préstamo esperaban recibir su reembolso algún día.





Este fue el principio del fin para los templarios: Felipe IV de Francia no tenía intención de devolver la cuantiosa deuda que había contraído con la orden. En lugar de reembolsar el dinero que les debía a los templarios, decidió aprovecharse de la situación. Pidió ayuda al papa Clemente V, y en 1307, numerosos miembros de la orden templaria fueron detenidos en Francia

Dio comienzo entonces la pesadilla de las torturas destinadas a obtener falsas confesiones que “probaran” que los templarios adoraban al Diablo. De Molay fue también depuesto de su cargo por orden del papa Clemente V en 1307.

La ejecución de los templarios

Por orden de Felipe IV, las torturas a los templarios se llevaron a cabo de las formas más terroríficas conocidas. Uno por uno, los hombres torturados por la inquisición medieval, aportaron falsas confesiones para poner fin a su sufrimiento. No obstante, el valeroso Gran Maestre se retractó de su confesión, y Felipe IV decidió quemarle en la isla del Sena que hay ante la catedral de Notre Dame de París.

Jacques de Molay sentenciado a la hoguera en 1314, de la Crónica de Francia o de St. Denis. ( Public Domain )

Tras siete largos años, se puso fin a la tortura diaria de Jacques de Molay, y los cardenales acordaron sentenciarle a muerte. Según los testigos de la ejecución, de Molay no mostró miedo alguno, y pareció soportar el dolor durante su lenta muerte en la hoguera.

La mayoría de las piras para ejecuciones se preparaban de tal manera que las víctimas morían con rapidez. No obstante, en el caso de Jacques de Molay, prepararon la pira de tal manera que ardiera lentamente. Pero el último Gran Maestre, antes de su muerte hizo oír su voz con fuerza una vez más. 

Las consecuencias de sus últimas palabras probablemente provocaron que el rey y los cardenales se arrepintieran de no haberle permitido morir en unos pocos minutos, como al resto de caballeros.
Una maldición que aterrorizó a toda Europa

Mientras ardía en la hoguera, Jacques De Molay maldijo al rey Felipe IV de Francia , a sus descendientes, al papa Clemente V y a todos aquellos que habían sido responsables de su ejecución. De Molay exclamó que en el plazo de un año y un día, Clemente V y Felipe IV morirían. Predijo además que el linaje de Felipe IV dejaría de reinar en Francia.

Templarios quemados en la hoguera. ( Public Domain )

Ocurrió tal y como había anunciado De Molay, y la muerte alcanzó en primer lugar al papa Clemente V . Éste perdió su batalla contra una dolorosa enfermedad el 20 de abril de 1314. Poco después del Papa, el rey Felipe IV murió tras sufrir un accidente cuando estaba cazando. Una muerte trágica fue también el destino de todos los herederos de Felipe.

 Entre 1314 y 1328 murieron tanto los tres hijos varones como los nietos del rey francés. Catorce años después de la muerte de Jacques De Molay, la dinastía de los Capeto había dejado de existir, tras haber reinado en Francia durante 300 años.

Retrato del papa Clemente V de Aviñón, Francia. ( Public Domain )

¿Fue real la maldición de Jacques De Molay? ¿O cumplieron sus caballeros la venganza del Gran Maestre?

La historia del último Gran Maestre y su terrible maldición causó conmoción en las cortes reales europeas. Del mismo modo, provocó la ruina política en Francia, ya que algunos de sus dirigentes temían colaborar con una familia real que parecía estar maldita.
Inspirados por la maldición

La historia se convirtió en el eje principal de la famosa serie de novelas históricas de Maurice Druon Los Reyes Malditos . Estos libros fueron publicados entre los años 1955 y 1977, y describen cómo era la realidad en tiempos de Jacques de Molay. También han sido adaptados para diversas películas y mini-series de televisión.

En septiembre del 2001, Barbara Frale, paleógrafa italiana que trabaja en los Archivos Secretos del Vaticano, descubrió un documento conocido como el Pergamino de Chinon . 

En él se afirma que en 1308 el papa Clemente V absolvió a Jacques de Molay y al resto de la cúpula de los caballeros templarios de los cargos de que les acusaba la Inquisición. Seis años más tarde, el Vaticano publicó el documento como edición limitada de 800 copias.





En junio del 2011, el papa Benedicto XVI pidió perdón por la muerte de Jacques de Molay y reconoció que el Gran Maestre templario había sido víctima de falsas acusaciones. Siglos después de que la tragedia tuviera lugar, el Vaticano admitía que el Papa había prestado apoyo a unos asesinos, a sabiendas de que los templarios eran inocentes.

Imagen de portada: La ejecución de Jacques de Molay. (Public Domain )


Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

Fuentes:

M. Barber, The New Knighthood: A History of the Order of the Temple, 1994.
M. Barber, The Trial of the Templars, 2001.
H. Nicholson, The Knights Templar: A New History, 2001.
A. Demurger, Jakub de Molay. Zmierzch templariuszy, 2012.

18 MARZO, 2019 - 16:32 ANCIENT-ORIGINS
https://www.ancient-origins.es/noticias-general/maldicion-jacques-molay-003289

El Gran Apagón que predice The Economist






Curiosidades sobre TROYA: la CIUDAD IMAGINARIA que DEJÓ de SERLO

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Heinrich Schliemann

Troya siempre ha resultado una ciudad enigmática y fascinante. De hecho, hasta su descubrimiento muchos pensaban que era un mito inventado por Homero o, al menos, una leyenda milenaria recogida por el escritor y plasmada en La Ilíada. Su destrucción a manos de los aqueos hizo que su emplazamiento exacto se perdiera en la memoria del tiempo, y la existencia del atreida Agamenón, del peleida Aquiles o del priamida Héctor se tomaba como un simple cuento.





Sin embargo, Troya existió, así como la guerra que la redujo a escombros. Para dar con ella hizo falta que un hombre con una fe inamovible en la verosimilitud de la historia narrada por Homero se empeñara en dar con ella poniendo en juego todos los medios a su alcance: el prusiano Heinrich Schliemann.

 El que desconozca por completo la vida de este sujeto puede buscar en la red, donde hay información sobrada sobre el mismo. Yo me limitaré a dar cuenta de una serie de curiosidades curiosas que, seguramente, resultarán al personal bastante interesantes. 

Resultado de imagen de Curiosidades sobre TROYA: la CIUDAD IMAGINARIA que DEJÓ de SERLOAñadir solo a este breve introito algo sobre el personaje en cuestión, como que tenía una facilidad pasmosa para aprender idiomas de forma totalmente autodidacta, sabiendo latín, griego clásico y moderno, sueco, polaco, inglés, francés (estos dos últimos los aprendió en menos de un año siguiendo un método ideado por él mismo con menos de 20 años), español, italiano, portugués (estos tres los aprendió en seis semanas, tanto escritos como hablados con soltura), ruso y, naturalmente, su lengua natal, el alemán. 

Todo ello derivado de su pasión por aprender y, de paso, para ayudarle en su trabajo ya que Schliemann no era un arqueólogo profesional como Carter o Petrie, sino un mero hombre de negocios. A los 46 años había amasado una gran fortuna, así que lo mandó todo a hacer gárgaras y se dedicó por entero a lo que creía su misión en esta vida: encontrar Troya.

Bien, dicho esto, vamos al tema…

Vista aérea de la colina donde se asienta Hissarlik. Se  aprecian las ruinas en gran parte de ella.

Curiosidad 1: Los estudiosos de la época señalaban un pequeño pueblo por nombre Bunarbashi, en Turquía (ojo, hay otro Bunarbashi en Grecia, pero ese no es) como ubicación de Troya. Sin embargo, según Homero, junto a Troya manaban dos fuentes que desembocaban en el río Escamandro. 

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Una daba agua muy caliente, y la otra un agua tan fría que incluso en verano se veían trozos de hielo flotando en ella. Por otro lado, La Ilíada cuenta que los aqueos podían ir de sus naves a la ciudad cercada varias veces al día, mientras que Bunarbashi se encontraba ubicada a más de tres horas de camino del mar. 

Finalmente, la descripción que se da de la lucha a muerte entre Aquiles y Héctor indica que ambos dieron tres veces la vuelta a la ciudad mientras combatían, cosa que era imposible en el emplazamiento señalado. 





Así pues, le bastó echar mano a un termómetro para corroborar que las nada menos que las cuarenta fuentes que brotaban junto a Bunarbashi tenían el agua a la misma temperatura: 17,5º. 

Su ubicación no era la descrita por Homero, y los dos héroes no pudieron combatir en semejante sitio. O sea, que los datos reflejados en La Ilíada eran mucho más rigurosos de lo que cabía imaginar. El lugar exacto lo encontró en otro pueblo llamado Kissarlik, situado a dos horas y media de camino al norte de Bunarbashi y apenas a una hora de la costa. Para más convencimiento, Hissarlik significa palacio en turco.

Tesoro de Príamo

Resultado de imagen de Curiosidades sobre TROYA: la CIUDAD IMAGINARIA que DEJÓ de SERLOCuriosidad 2: Otro de los datos que consideró Schliemann como rigurosamente ciertos fue que Herodoto señalaba como Jerjes sacrificó mil terneros en Hissarlik en honor de la Minerva troyana. Jenofonte narra que Míndaro hizo lo mismo, y Arriano cuenta que el macedonio Alejandro también se detuvo en Hissarlik, conocida en aquella época como Nueva Ilión (Troya era también conocida como Ilión), para realizar sacrificios. Esto, unido a las pruebas extraídas de La Ilíada, convencieron a Schliemann de que estaba en el sitio exacto. Aunque parezca increíble, acertó.

Curiosidad 3: En 1869, Schliemann, con 49 años de edad, se casó en segundas nupcias con una ateniense de 16 años (otros dicen que 19) llamada Sofía Engastrómenos, la cual le acompañó en las sucesivas campañas de excavaciones comenzadas a partir de 1870. Tres años después, por fin dio con lo que tomó por el tesoro de Príamo, cuyas joyas puso sobre su joven mujer mientras que, extasiado, no dejaba de murmurar: “Helena…”.

 En la foto de la derecha podemos verla de la misma guisa. El tesoro fue hallado en un hueco de una muralla, siendo extraído con un simple cuchillo por el mismo Schliemann que, previamente y por si las moscas, había enviado a todos los obreros a su casa diciendo que les daba el día libre. Tras reunirlo todo lo depositó en un pañuelo de su mujer y se metió en una choza a flipar en colores con el hallazgo.

Curiosidad 4: A pesar de su entusiasmo y perspicacia, Schliemann tenía un grave problema: no era un arqueólogo profesional. Su carencia de conocimientos de la materia y su excesivo apasionamiento le hicieron excavar y excavar sucesivos estratos de muralla hasta dar con una que mostraba claros restos de haber sufrido un incendio. 
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En su obsesión por tomar como artículo de fe toda La Ilíada, tuvo claro que era la muralla de la ciudad que arrasaron los aqueos. Sin embargo, posteriormente se comprobó que se había pasado, dejando atrás la muralla de tiempos de Príamo dos estratos antes. Pero bueno, un despiste lo tiene cualquiera, ¿no?

Curiosidad 5: Además de Troya, Schliemann descubrió en Micenas varias tumbas que él tomó por las del atreida Agamenón y sus compañeros, si bien luego se comprobó que eran de nobles aqueos cuatro siglos posteriores. Los ajuares funerarios que se hallaron en las tumbas eran simplemente fastuosos, algo nunca visto hasta entonces. 

De hecho, el inventario del tesoro abarcaba nada menos que 206 páginas donde se detalla de forma concisa y breve cada pieza, siendo todas ellas de oro puro. Para guardarlo fue precisa una guardia que celaba el mismo las 24 horas del día, encendiéndose durante toda la noche un gran número de hogueras para que ningún ladrón pudiera infiltrarse en el campamento sin ser visto.

Curiosidad 6: Schliemann tuvo enormes dificultades para sacar los tesoros de Turquía, donde las autoridades le tenían echado el ojo por bandido saqueador del patrimonio nacional.

 Sin embargo, logró ponerlo a buen recaudo, siendo valorada la colección en la astronómica cifra de 80.000 libras esterlinas de la época. Intentó que Rusia se la quedara a cambio de la mitad de esa cifra, pero al final fueron los alemanes los que se llevaron el gato al agua de forma sutil: bastó nombrarlo miembro de la Sociedad Antropológica y ciudadano de honor junto a los mariscales Otto von Bismarck y Helmuth von Moltke. 





A un individuo cuyo nombre había sido vilipendiado por la envidiosa casta científica, que echaban chispas por ver como un aficionado se llevaba la gloria, verse elevado a tan elevados honores le supo a gloria. Así pues, el tesoro acabó en Berlín, donde se conserva a pesar de los destrozos causados en el museo a causa de los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial.

Emplazamiento de Troya. Actualmente y debido a la bajada de nivel del mar desde la época homérica, las ruinas de la ciudad se encuentran a unos 7 km. del mar.

18 marzo, 2019