Según la visión histórica ortodoxa, no
hubo contacto entre el mundo medio-oriental y América antes de la
llegada del navegante genovés Cristóbal Colón en 1492.
Sin embargo, hay muchas evidencias de que el mundo medio-oriental y también el céltico-megalítico tuvieron esporádicos contactos con Suramérica a partir de la época de los Sumerios.
La teoría del pre-contacto de los sumerios se apoya tanto en elementos de semejanza lingüística entre el antiguo idioma sumerio y la lengua aymara hablada todavía hoy en Bolivia, como en dos hallazgos muy particulares en el lago Titicaca.
Me refiero a la Fuente Magna y al Monolito de Pokotia, los cuales contienen inscripciones sumerias que fueron descifradas por el epigrafista Clyde Winters.
La teoría del descubrimiento casual está apoyada en el hecho de que los
pueblos antiguos, en este caso los sumerios, eran buenos navegantes y
pudieron haber circunnavegado África en el mismo sentido de las agujas
del reloj, o bien, partiendo del Mar Rojo y dirigiéndose inicialmente
hacia el Cabo de Buena Esperanza. No obstante, apenas llegaron a las
islas de Cabo Verde, los vientos contrarios, o bien los alisios, los
habrían impulsado hacia Brasil y de esta manera habrían llegado por
primera vez a la Amazonía.
Según esta teoría, el segundo pueblo de navegantes que llegó casualmente a Brasil fueron los Fenicios, quienes sin embargo dejaron en el continente suramericano muchas más evidencias arqueológicas y fonemas lingüísticos en las lenguas locales, como el Tupí Guaraní.
Uno de los primeros sostenedores de la teoría de la presencia antigua de los fenicios en Brasil fue el profesor de historia austríaco Ludwig Schwennhagen (Siglo XX), quien en su libro “Historia antigua del Brasil” citaba los estudios de Hunfredo IV de Torón (siglo XII), que a su vez había descrito los viajes del rey Hiram de Tiro (993 a.C.), y del rey Salomón de Judea (960 a.C.), al estuario del Río Amazonas.
Según Schwennhagen, la lengua Tupí Guaraní tiene el mismo origen de las lenguas medio-orientales y, específicamente, evidencia muchas semejanzas con la lengua sumeria.
En cuanto a las evidencias arqueológicas y documentales que probarían la
llegada y la antigua presencia de Fenicios en Brasil, se debe ante todo
mencionar la cuestión de la Piedra de Paraíba, que fue descubierta en
1872 en Pouso Alto (Paraíba).
La piedra que se partió en cuatro pedazos no se recuperó nunca, pero la copia de las inscripciones que, según quienes la descubrieron, tenía grabadas, fue enviada al vizconde de Sapuachay, que era el presidente del Instituto Histórico de Río de Janeiro.
En un principio la transcripción fue declarada falsa, pero luego, en 1960, el epigrafista Cyrus Gordon afirmó que el texto fenicio que la Piedra de Paraíba reproducía no podía ser falso porque transmitía conceptos gramaticales de la lengua fenicia que eran todavía desconocidos en 1872, cuando el conocimiento del antiguo idioma medio-oriental era aún muy limitado en el mundo. He aquí la traducción de la Piedra de Paraíba:
Somos Cananeos de Sidón de la ciudad
del rey mercante. Llegamos a esta isla lejana, una tierra montañosa.
Sacrificamos un joven a los dioses y diosas celestes, en el decimonoveno
año de nuestro rey Hiram y nos embarcamos en Ezión-Geber en el Mar
Rojo. Viajamos con diez naves por dos años alrededor de África, luego
fuimos separados por la mano de Baal y ya no estamos con nuestros
compañeros. Así llegamos aquí, doce hombres y tres mujeres, a la isla
del hierro, en una nueva playa que yo, el almirante, gobierno. Pero
seguramente los dioses y diosas nos favorecerán.
Según Cyrus Gordon, el rey Hiram que se
menciona sería Hiram III, lo que establecería que la fecha de la
inscripción corresponde al 531 a.C. Además, cuando se refiere a la “mano
de Baal” estaría aludiendo al dios de las tempestades, lo que avalaría
la tesis de los vientos alisios que de las islas de Cabo Verde soplan
constantemente hacia Brasil.
Hay otras fuentes documentales sobre la posible llegada de barcos fenicios a Brasil. Por ejemplo, las fuentes de Heródoto, que en sus Historias menciona una expedición fenicia contratada por el faraón egipcio Necao II (610 a.C. – 595 a.C), que partió del Mar Rojo y llegó al estrecho de Gibraltar tres años después. Además, hay que mencionar la expedición cartaginense del 425 a.C. dirigida por Hannón, que tenía que fundar colonias en el golfo de Guinea, durante la cual potencialmente también los Cartaginenses (descendientes de los Fenicios) habrían podido llegar a Brasil.
En lo que respecta a las evidencias documentales, se deben nombrar la Pedra da Gávea y la Pedra do Ingá.
La primera, ubicada en la Barra da Tijuca en el estado de Río de Janeiro, contiene petroglifos que fueron parcialmente descifrados por el especialista Bernardo de Azevedo da Silva Ramos. (Inscrições e Tradições da América Pré-Histórica, 1932). Según esta interpretación, la inscripción podría ser transliterada de la siguiente manera:
LAABHTEJBARRIZDABNAISINEOFRUZT
Que traducido significaría:
Aquí Badezir, rey de Tiro, el hijo más viejo de Jetbaal.
Aquí Badezir, rey de Tiro, el hijo más viejo de Jetbaal.
Por tanto, la inscripción se remontaría al 840 a.C. aproximadamente, ya que Jetbaal reinó hasta el 847 a.C.
Si bien algunos históricos ortodoxos consideran que la inscripción de la Pedra da Gávea es falsa, hay que preguntarse cómo fue posible, a principios del siglo XIX, cuando el petroglifo de la Pedra da Gávea se dio a conocer públicamente, reproducir una inscripción fenicia, teniendo en cuenta que el conocimiento de este idioma era muy limitado en el mundo (lo misma situación se dio con la Piedra de Paraíba).
Si bien algunos históricos ortodoxos consideran que la inscripción de la Pedra da Gávea es falsa, hay que preguntarse cómo fue posible, a principios del siglo XIX, cuando el petroglifo de la Pedra da Gávea se dio a conocer públicamente, reproducir una inscripción fenicia, teniendo en cuenta que el conocimiento de este idioma era muy limitado en el mundo (lo misma situación se dio con la Piedra de Paraíba).
La otra evidencia arqueológica de la posible antigua presencia de los fenicios (o quizás de los Hititas, como sostuvo el italo-brasilero Gabriel D’Annunzio Baraldi), en Brasil es el misterioso y complejo Petroglifo de Ingá que tuve la oportunidad de estudiar en un reciente viaje a Brasil.
Analizando la Pedra do Ingá se pueden observar muchos signos que, según Baraldi, fueron hechos utilizando moldes cuando todo el monolito era un enorme pedazo de lava fundida, luego de la erupción de un antiguo volcán.
Por ejemplo, se observa un signo muy parecido al qoph fenicio, o bien, un círculo con una línea vertical en el centro, que corresponde a la q latina.
La última evidencia, esta vez documental, sobre la posible presencia de pueblos medio-orientales (quizás cartaginenses) al interior de Brasil es el famoso Documento 512, el cual hace poco traduje integralmente del portugués antiguo.
Como puede verse, la posibilidad de que los fenicios hayan llegado en épocas antiguas a Brasil está apoyada en varias evidencias documentales, arqueológicas y lingüísticas. Falta verificar si realmente se establecieron en Suramérica y si pudieron explotar algunas minas de metales preciosos que fueron utilizadas por los Templarios en los siglos sucesivos, como lo sostienen algunos investigadores del Cono Sur.
YURI LEVERATTO
Copyright 2012
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Es posible reproducir integralmente este artículo, indicando el nombre del autor y el link a www.yurileveratto.com
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