Se siguen creando las condiciones del sueño neoliberal. Un paso más hacia el reino del sálvese quien pueda.
Desde las páginas económicas de un diario nacional, el presidente de un poderoso grupo asegurador se dirigía ayer a los españoles: “¿Quiere una pensión decente? Ahorre. El Estado no se la dará”.
Claro como el agua clara. Está en línea con el dictamen de un comité de sabios conectados a bancos y aseguradoras privadas. Y también sintoniza con las recomendaciones de Bruselas, que nos pide una revisión del sistema. A la baja, por supuesto.
Es políticamente correcto endosar la reforma a los imponderables de la crisis económica, por un lado, y a la demografía, por otro. Sin embargo, algunos creemos que, una vez más, anda por medio la ideología. En esta ocasión con la complicidad de la matemática. La coartada es una fórmula polinómica que combina la esperanza de vida y estado de las cuentas públicas para pagar la deuda de la sociedad con la persona laboralmente amortizada.
La pelota está en el aire. Los doce sabios encargados de explorar un nuevo modelo del sistema de pensiones han propuesto, y ahora es el Gobierno el que ha de tomar la decisión política. Esperemos que no lo haga unilateralmente ni se pase el Pacto de Toledo por el arco del triunfo. Pero ya verán ustedes como el desenlace pasa por el sacrificio, mayor o menor, de quienes no están o no van a estar en condiciones de pagarse un plan de pensiones privado. Es decir, que las capas más débiles de la sociedad vuelven a ser los paganos de una crisis económica utilizada como martillo pilón del llamado Estado del bienestar.
Ya verán ustedes como el desenlace pasa por el sacrificio, mayor o menor, de quienes no están o no van a estar en condiciones de pagarse un plan de pensiones privadoLos pensionistas van de sufridores en un relato de amplísima circulación. El propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, lo aireaba la semana pasada en el Senado, al recordar que desde 2007 hay 3.300.000 cotizantes menos y 675.000 pensionistas más. El consecuente nos permite deducir con fundamento que a partir ir de ahora los españoles trabajarán durante más tiempo (se prolonga la edad de jubilación), pero cobrarán la pensión durante menos tiempo, y recortada, porque, entre otras cosas, lo de la revalorización automática en función del IPC pronto se va a convertir en un grato recuerdo.
Negro panorama para recorrer el tramo final en la vida de un trabajador. Estaba cantado. Después de la sanidad, la educación, la dependencia, las becas… le tocaba a las pensiones. Recortes no ocasionales, sino estructurales. Vienen para quedarse. Está en la lógica del desarme ante el neoliberalismo, bien descrito porCarlos Elordi en su libro de reciente aparición ¿Quiénes mandan realmente en España?. Ahí explica que las principales decisiones que afectan a nuestra economía y a nuestro bienestar se toman en Bruselas y Berlín, sin atender a los intereses de los ciudadanos españoles. “Nuestro Gobierno es un convidado de piedra que acepta dócilmente esos mandatos, aunque contravengan sus compromisos electorales y socaven no sólo su credibilidad, sino también su legitimidad”, escribe Elordi. Amén.
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