Estados Unidos está por el momento lejos de hallar una salida al diferendo presupuestario. La Casa Blanca no logra llegar a un acuerdo con la Cámara de Representantes, que mantiene el regateo sobre la reforma del sistema de seguridad social.
Las instituciones federales siguen cerradas a pesar del costo exorbitante de esa situación, cifrado en cientos de millones de dólares diarios. Sin embargo, no se percibe ninguna reacción por parte de Wall Street.
La Cámara de Representantes no ha logrado votar las leyes que permitirían desbloquear el financiamiento de varias instituciones federales.
Los republicanos habían presentado esa proposición con la esperanza de calmar así a la opinión pública. Los miembros del Congreso preveían la votación de varias leyes separadas para financiar diferentes estructuras, como la administración a cargo de los veteranos, la de los parques nacionales y otras (museos, monumentos como la Estatua de la Libertad, etc.).
La Casa Blanca no aceptó la proposición y declaró que la idea demostraba «la total falta de seriedad» de la oposición en materia de financiamiento del Estado federal, reporta la agencia RIA-Novosti.
Mientras tanto, los analistas se dedican al conteo de las sumas que el país ya ha perdido y que seguirá perdiendo mientras se mantenga esa situación. La firma internacional de análisis del mercado IHS Global Insight declaró que el cierre parcial de las administraciones desde el 1º de octubre costaría 300 millones de dólares diarios o 1 600 millones de dólares semanales, incluyendo los días feriados. Paul Edelstein, director de estudios financieros y económicos de esa firma, se esfuerza por tranquilizar a sus conciudadanos: «Aunque 300 millones de dólares diarios parece una cifra muy grande, eso representa solamente unas milésimas del PIB nacional.» Pero la misma firma también resaltó que aún si el shutdown durase solamente una semana, podría provocar una reducción de 0,2% del crecimiento del PIB nacional, llevando finalmente esa reducción a un 2,2%. Sin embargo, los analistas señalan que la principal consecuencia económica de la actual crisis presupuestaria no es la reducción del crecimiento sino la pérdida de confianza de los inversionistas y de los actores económicos.
La Casa Blanca no está por el momento dispuesta a resolver la situación con la adopción de medidas drásticas y espera que los republicanos se decidan a salir de la actual crisis en vez de proponer soluciones que no son tales únicamente para evitar ser blanco de la cólera popular. Y espera también que renuncien a sus exigencias «políticas» a la hora de votar el presupuesto. El vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, declaró:
«Aquí no controlamos lo que hacen los republicanos en la Cámara de Representantes. La adopción del presupuesto no es parte del trabajo del presidente. Él no puede enviar la Guardia Nacional al Congreso para obligar al presidente [de la Cámara de Representantes, John Boehner] a votar la ley. Él [el presidente Obama] espera que el presidente [de la Cámara de Representantes] y los demás líderes republicanos de la Cámara de Representantes cumplan con su deber.»
Es importante señalar que la Cámara de Representantes, bajo control de los republicanos, pretende incluir en el proyecto de ley sobre el presupuesto la reforma del sistema de ayuda médica –uno de los grandes proyectos del presidente Barack Obama– previendo la posibilidad de suspender por un año el financiamiento de ese proyecto. Es evidente que los correligionarios del presidente, los demócratas que controlan el Senado, no aceptarán eso. Ambas cámaras tienen que votar la ley, así que la cuestión se ha convertido en un círculo vicioso.
Como consecuencia de ello, el panorama es el siguiente: Numerosas administraciones federales están cerradas desde el 1º de octubre y cerca de 800 000 funcionarios federales se hallan en situación de desempleo técnico, o sea no están trabajando porque el Estado federal no tiene fondos para pagar sus sueldos.
Por ejemplo, la llamada comunidad de inteligencia de Estados Unidos –a la que pertenecen 16 servicios secretos estadounidenses, como la CIA y la NSA [1]– ha tenido que enviar a sus casas a cerca del 70% de sus colaboradores, según indicaThe Hill [2]. El Departamento de Estado y la USAID (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) también han tenido que reducir radicalmente sus actividades. Shawn Turner, vocero del Director de Inteligencia Nacional, declaró que esa situación complica las tareas de detección de amenazas contra la seguridad nacional. Según ese funcionario, la inteligencia estadounidense podrá cubrir únicamente las necesidades más importantes.
Hasta la Primera Dama anunció que no podrá mantener al día su cuenta de Twitter porque esa tarea la hacían –antes del shutdown– los miembros del personal de prensa. «Debido a la incapacidad del Congreso para votar la ley que financia el gobierno, se limitará la actualización de esta cuenta», escribió Michelle Obama en su cuenta de Twitter, decepcionando probablemente a sus 500 000 seguidores.
Pero es curioso comprobar que los índices financieros estadounidenses casi no han reaccionado ante la crítica situación del Estado. ¿Significa eso que están completamente desvinculados de la economía real? Igor Nikolayev, doctor en Ciencias Económicas y director del departamento de análisis estratégico de la compañía de auditoría y consejería económica FBK responde esa pregunta para Odnako:
«En resumen, todo eso demuestra cuán separada está la economía virtual –todo ese negocio de acciones y valores inmobiliarios – de la economía y de la vida reales. Teóricamente debería existir un vínculo basado en algo muy evidente: las dificultades alrededor del presupuesto federal y el posible congelamiento del financiamiento público afectarán todos los gastos públicos, sobre todo en materia de inversiones. Por lo tanto, se afectará de lleno la economía real. Pero resulta que hay una economía virtual, que depende en gran parte de la política de la Reserva Federal (Fed) –si esta prosigue su política de flexibilización cuantitativa, si sigue comprando cerca de 85 000 millones de activos al mes–, y eso es mucho más importante que el presupuesto. Por eso es que todo lo que está sucediendo demuestra que existe una divergencia creciente entre la economía virtual y la economía real. Hay otros factores que tranquilizan a los inversionistas. Como ya se sabe, no es la primera vez que esto sucede y la mayoría de los inversionistas están convencidos de que las partes pronto encontrarán una salida positiva para la crisis. Es por eso que vemos que no hay reacción de los indicadores financieros.»
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