A lo largo de la historia geológica de la Tierra son múltiples los cambios que han acontecido. Podríamos irnos muy lejos en el tiempo y recordar el momento en el que Theia se estrelló contra la Tierra cambiándola por completo, o a la última vez que todas las tierras emergidas estuvieron juntas formando el continente de Pangea.
Pero en esta ocasión nos quedaremos mucho más cerca, en el pasado reciente (reciente en términos geológicos, se entiende), más concretamente en hace unos 20.000 años: el momento álgido de la última era glacial.
Mapa del mundo durante la última era glacial (sin hielo). A causa del cambio de temperatura global, las acumulaciones de hielo en torno a las zonas polares y en las zonas más elevadas (acumulando 80 millones de kilómetros cúbicos de hielo frente a los 30 millones de kilómetros cúbicos actuales) ocasionaron que el nivel del mar estuviera situado 120 metros por debajo de donde se encuentra en la actualidad.
Sin duda si esa fuera la situación a día de hoy se calmarían mucho los ánimos de los Países Bajos, que llevan décadas luchando contra el implacable avance del mar con sus diques, o de Venecia, que últimamente ha comprobado cómo sus esfuerzos para mantener a flote la ciudad están fomentando su hundimiento.
Pero hubo unas regiones que, a falta de asentamientos humanos y la tecnología necesaria en la época, fueron desapareciendo a medida que la última era glacial terminó, dejando sumergidos para siempre terrenos por los que seguramente pasaron nuestros antepasados. Aquellas regiones no fueron ni la Atlántida ni Lemuria, aunque no por ello fueron menos interesantes.
Doggerland
Allí donde hoy encontramos al Mar del Norte, que Separa las Islas Británicas de Europa Central y de Escandinavia, se encontraba la tierra desaparecida de Doggerland, también conocida como Doggerlandia.
Mapa de Doggerland. (fuente)
En cierto modo, el problema actual de los Países Bajos es un heredero de la pérdida de Doggerland. Hasta hace apenas 8.000 años hubo tierras en el Mar del Norte que aún conectaban las Islas Británicas con los actuales Países Bajos, Alemania y Dinamarca.
Aquel territorio, fue un lugar del que tenemos evidencias que habitaron Neandertales y Cromañones, junto a especies extintas como los mamuts o los dientes de sable. También se conoce, gracias a la exploración geológica del fondo del Mar del Norte, que aquellas tierras estuvieron repletas de lagos y ríos, e incluso un alto, el Alto de Doggerland , que se mantuvo como isla hasta hace unos 7.000 años.
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Sundaland y Sahulland
En el complejo sistema de estrechos e Islas que separan a día de hoy la Península de Indochina y la Península de Malasia, de las principales islas de Indonesia y de las Islas Filipinas, se encontraba la tierra desaparecida de Sundaland, también conocida como Sondalandia.
Mapa de Sundaland y Sahulland. (fuente)
Además de Sundaland emergido, en aquel entonces en aquella zona de la Tierra, también se erguía Sahulland (el terreno existente actualmente sobre la placa de Sahul – Australasia), uniendo completamente Australia, Nueva Guinea (la que actualmente es la segunda isla más grande del mundo) y Tasmania. Pese a lo que pudiera parecer, no existe evidencia de que Sundaland y Sahulland fueran pieza clave para la llegada del ser humano a Oceanía durante la última era glacial, aunque Sundaland sí que estuvo poblada por los humanos.
Hasta su desaparición hace unos 15.000 años, se cree que Sundaland gozó de un clima muy similar al de la actual sabana africana, pero con una irrigación de ríos mucho mayor. Por la contra, Sahulland fue probablemente un gran desierto, muy en la línea de lo que es aún a día de hoy Australia.
Beringia
Sobre el estrecho que en la actualidad separa el cabo de Dezhneva, en Rusia, y el cabo del Príncipe de Gales, en Estados Unidos, no sólo se erguía un puente, sino la gran masa de tierra hoy conocida como Beringia.
Mapa de Beringia
Aunque no parezca intuitivo, esta región no estuvo totalmente cubierta de hielo. A pesar de la las altas latitudes, las temperaturas oscilaban en torno a los diez grados sobre cero durante el verano, y al tener el terreno una sequedad mucho mayor que las de las actuales Canadá y Siberia, la capa de hielo sobre Beringia no fue constante.
Aun así, esto no permitió que el ser humano lo poblara, al menos no de forma continua. Pero sí que fue una pieza clave en la llegada del ser humano a América. Gracias a la desaparición del estrecho de Bering y las condiciones óptimas, el ser humano pasó de Asia a América, y pudo desplazarse poco a poco hacia el sur hasta poblar por completo el continente.
Por supuesto que todas estas tierras no fueron las únicas en caer bajo el mar, pero posiblemente sí que fueron de las pocas con una extensión relevante como para que fueran de un modo u otro claves para la vida y migración del ser humano y otras especies.
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