LAS VENDIERON TODAS ANTES DE CAMBIAR LA LEY
No es que Caixa Laietana fuera suya, que no lo era. Es que se comportaban como si se tratase de su cortijo. El que fue durante 31 años director general de Caixa Laietana Pere Antoni de Dòria vendió en 2011 todas sus preferentes, las de su esposa, las de tres de sus hijos, las de una nuera y las de una firma patrimonial justo antes de que la CNMV cambiase la legislación.
La operativa se llevó a cabo por un millón de euros, no fuera a ser que los de Dòria, una de las familias más ricas de Mataró, tuviese que soportar la crisis de las preferentes como los 6.000 afectados que hay en toda la ciudad, la localidad donde proporcionalmente se han vendido más cantidad de este producto tóxico desde el punto de vista financiero.
ICV ha presentado un informe en el que denuncia las prácticas de Pere Antoni de Dòria y su familia, acusándolos de información privilegiada y de colocar estos productos entre pequeños inversores "presionando" a directivos de la entidad de ahorro y vaciando así su cartera y las de su familia de las temidas preferentes.
No es extraño que haya sido ICV el que ha presentado la denuncia. En los más de 30 años que Pere Antoni de Dòria hizo y deshizo en Caixa Laietana, se sentaron en el consejo de administración de la caja representantes tanto de CiU, como del PSC, además de, a veces, ERC, en función de como fuesen los resultados de las municipales y de la representación de estos partidos en el Ayuntamiento de Mataró y en el Consell Comarcal. Como solía ocurrir en los consejos de las cajas de ahorro, nadie vio ni se dio cuenta de nada durante ese prolongado período.
Caixa Laietana ya no existe como entidad financiera. Fue absorbida por Bankia, que acabó canjeando las preferentes de la caja por acciones de Bankia en una operación que acabó de arruinar a los preferentistas.
Ahora una querella de unos de estos preferentistas ha acabado en la fiscalía y con de Dòria y otros seis altos directivos de la caja imputados acusados de "estafa". Y eso que según fuentes sindicales de Dòria se cuidó mucho de no comercializar las preferentes en los barrios más acomodados de Mataró y centrarse en las zonas más humildes. Sin embargo, lo de la comercialización financiera es como abrir las compuertas de una presa: nunca sabes donde va a acabar el agua.
La caja como agencia de colocación
Durante estos treinta años Pere Antoni de Dòria se aprovechó del poder omnímodo que otorgaba la ley de cajas a los directores generales. Así, Caixa Laietana fue una auténtica agencia de colocación para parientes y amigos.
El ejemplo más sangrante fue cuando un año antes de jubilarse Pere Antoni de Dòria colocó a su hijo Xavier de Dòria Cabot en el consejo de administración de Caixa Laietana, con el puesto de secretario. No tenía voto pero, evidentemente, el cargo estaba remunerado. La familia de Dòria sólo había estado cobrando de la caja 31 años. Alguien tenía que mantener su legado.
Xavier de Doria Cabot no era un desconocido para la caja. El hijo del ex director general tenía un promotora, Xadorca S.A, que se financiaba en parte a través de créditos de la caja de su padre. Además, como abogado realizaba tareas jurídicas que también facturaba a Caixa Laietana.
Pero la hija mayor Rosa Maria de Dòria también trabajaba asalariada en el Departamento Jurídico de la entidad de ahorro de Mataró. Y por las tardes ejercía de socio de un bufete de abogados, Bufet Casas-De Dòria que facturaba a menudo encargos a la entidad de ahorro.
No pagaban ni el agua
Caixa fue la base para que los de Dòria desplegasen sus tentáculos por todo Mataró. En 2011, al mismo tiempo que salía a bolsa Bankia y los preferentistas se metían en la boca del lobo, Xavier de Dòria era nombrado presidente de Aigües de Mataró, con el apoyo del PP local y el beneplácito del mismo ayuntamiento que ahora encabeza las manifestaciones de solidaridad con los preferentistas. Aigües de Mataró es una sociedad de capital municipal.
El pasado 8 de marzo de este año 2013 Xavier de Dòria tuvo que dimitir de su puesto en el presidencia de Aigües de Mataró después de que se descubriese que había hecho un puente en la tubería de su casa para llevar agua a un local cercano de su propiedad y a un grifo del subterráneo. Después de más de 30 años comportándose como si la caja fuese suya a nadie le extraño que ahora lo de Dòria actuasen como si todo Mataró hubiese quedado a su disposición.
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