sábado, 25 de enero de 2014

Por qué la presencia de Irán en Ginebra II es crítica para cualquier progreso en Siria

La implicación de Irán plantea temas controvertidos relacionados con enfrentamientos regionales e internacionales

La feroz controversia diplomática que estalló el lunes por el anuncio del secretario general de las Naciones Unidas, Ban-ki Moon de que había invitado a Irán –y subsiguientemente retirado la invitación– para que asistiera a las negociaciones Ginebra II sobre la exploración de maneras de terminar el conflicto sirio, destaca las contradictorias complejidades regionales e internacionales que definen esta situación: Intervenciones extranjeras en Siria han contribuido a llevar esa guerra a su terrible situación actual, y sin embargo solo una fuerte participación internacional puede ofrecer alguna esperanza de acabar paulatinamente con ella.

La respuesta fácil a la preguntas de si Irán debiera asistir a las reuniones en Ginebra es un directo y enfático “sí”, porque la ayuda de Irán al gobierno sirio dirigido por el presidente Bacher al-Asad es crucial para mantener en el poder al gobierno de Damasco. Sin embargo, nada es fácil cuando se trata de encontrar una solución diplomática a la guerra en Siria, porque el tema de la implicación iraní plantea más temas controvertidos relacionados con enfrentamientos regionales e internacionales que colocan a EE.UU., Rusia, Arabia Saudí, Irán, Israel, Hizbulá y a otros en una intensa lucha ideológica por definir el carácter y la condición de la región.

Un argumento secundario en el debate de si Irán debiera ser invitado a Ginebra sin condiciones previas, o solo después que acepte las condiciones impuestas por EE.UU. y sus aliados, reanima la antigua determinación iraní de ser tratado con respeto y de que sus derechos soberanos no sean lesionados por potencias extranjeras.

Es lógico que el gobierno iraní deba participar en las conversaciones en Ginebra debido a que su papel en Siria es central para los eventos en esa guerra; y lo que ocurra en Siria está profundamente vinculado con, e influenciará, futuros eventos en gran parte de Medio Oriente, que a su vez conformarán la influencia de EE.UU., Rusia y Arabia Saudí en toda la región. El papel central de Irán en Siria refleja, y forma parte de, su posicionamiento e influencia general en todo Medio Oriente, de modo que está profundamente relacionado con la condición actual y futura del gobierno de Asad.

Irán ha mostrado más allá de cualquier duda que está dispuesto a ir muy lejos y gastar mucho dinero, armas, tropas, y apoyo político para mantener la posición de Asad, incluso si es solo sobre medio país que emerja de la guerra profundamente herido y polarizado. Las relaciones de Irán con Siria e Hizbulá en Líbano son los éxitos regionales más tangibles y duraderos de la revolución islámica que derrocó al Shah en 1979. Una fuerte relación política con Damasco es crítica para la continuación de la estrecha alianza de Irán con Hizbulá.

Estos tres protagonistas del “Frente de disuasión y resistencia” que quiere controlar o reducir la influencia de EE.UU. e Israel en la región, mientras también ayuda a protagonistas locales en otros países que se le unen en el enfrentamiento contra las políticas de Arabia Saudí en toda la región. El derrocamiento del gobierno de Asad sería un golpe importante para la red regional de aliados de Irán y debilitaría seriamente su estatura e influencia en todo Medio Oriente. Probablemente también envalentonaría a Arabia Saudí y a otros, que temen los vínculos de Teherán con poblaciones árabes chiíes, para incrementar sus enfrentamientos políticos con Irán en países como Líbano, Iraq, Yemen y Bahréin.

Parece ingenuo pensar que se pueda lograr un acuerdo político a fin de establecer un proceso de transición post-Asad en Siria sin la participación o aprobación activa de Irán, lo que no es probable que suceda ahora. El continuo fuerte apoyo de Irán para fortificar el gobierno de Asad –directamente y a través de su cercano aliado Hizbulá– indica que no está dispuesto actualmente a sacrificar el papel de Asad como parte de un acuerdo de paz en Siria.

La política de Irán, como la de Siria e Hizbulá, se basa en el principio de resistencia activa y sacrificio frente a lo que ve como deseos estadounidenses-israelíes-saudíes de destruir la alianza siria-iraní-Hizbulá y reorganizar la región según los intereses de EE.UU. y sus aliados.

Por lo tanto Teherán parece dispuesto a seguir apoyando a Asad a casi cualquier precio, motivo por el cual es probable que un proceso en Ginebra que lo excluya fracase. Como Rusia, Irán dice que el futuro del sistema de gobernanza en Siria debe ser decidido por el pueblo sirio, no por convicciones estadounidenses o árabes de que el gobierno de Asad ha perdido su legitimidad y debe ser derribado. Si el apoyo estadounidenses y otros a los rebeldes anti-Asad lograra debilitar más y derrocar el gobierno en Damasco, Irán se uniría a Rusia y a otros en el temor de que se abriría el camino para que Washington decida unilateralmente la suerte de otros gobiernos árabes o iraníes o grupos no gubernamentales como Hizbulá y Hamás.

No es claro que posiciones adoptaría Irán en las conversaciones de Ginebra, pero puede afirmarse que su aceptación de cualesquiera arreglos de gobierno transitorio en Siria esperaría que Asad y sus co-gobernantes en el país formen parte de ese proceso, y no sean reliquias políticas descartadas para comenzar. Esto se basa en la suposición en Teherán de que Asad no sea derrocado por la fuerza. La cuestión más amplia que sigue siendo activamente discutida en la región es cómo reaccionaría Irán si Asad comenzara a perder terreno militarmente ante fuerzas fortalecidas de la oposición, y llegara a un punto en el próximo año en el cual su fin parezca inminente. ¿Cortaría por lo sano Irán, abandonar a Asad como una causa perdida y se concentraría en su lugar en mantener la fuerza e influencia de Hizbulá en Líbano? 

¿Sacrificaría eventualmente Irán elegantemente a Asad por el premio mayor de que EE.UU. y Arabia Saudí lo acepten como un protagonista estratégico igual e incluso un socio en la región del Golfo, especialmente después de un exitoso proceso de levantamiento de las sanciones relacionadas con la energía nuclear iraní?

Tendremos que esperar para obtener respuestas a estas preguntas hipotéticas, pero no cabe duda de que la influencia sustancial de Irán en Siria, Líbano e Iraq es vital para cualquier resultado exitoso en Ginebra – y, lo que es más importante, que su influencia en gran parte de la región podría sabotear cualesquiera pasos respecto a Siria que no apruebe explícitamente y ayude a definir.

Rami G. Khouri es director del Issam Fares Institute para política pública y asuntos internacionales, en la American University de Beirut, y columnista publicado internacionalmente. Twitea en @ramikhouri

Al Jazeera
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

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