viernes, 25 de abril de 2014

Transhumanismo y Cuántica: Dos Visiones de la Vida Despues de la Muerte

AREA X (Especial para Urgente24) – El científico estadounidense Robert Lanza afirma que tiene pruebas definitivas para confirmar que la vida después de la muerte existe y que de hecho la muerte, por su parte, no existe de la manera en la que la percibimos.

Después de la muerte de su viejo amigo, Albert Einstein dijo: “Ahora Besso se ha ido de este extraño mundo un poco por delante de mí. Eso no significa nada. La gente como nosotros [...] sabe que la distinción entre el pasado, el presente y el futuro es solo una ilusión obstinadamente persistente.” Nuevas pruebas continúan sugiriendo que Einstein tenía toda la razón al decir que la muerte no es más que una ilusión.

Lanza opina que la respuesta a la pregunta ‘¿Qué hay más allá de la muerte?’, sobre la que los filósofos llevan siglos reflexionado radica en la física cuántica, y en concreto en la nueva teoría del biocentrismo. Según el científico, de la Escuela de Medicina de la Universidad Wake Forest (Wake Forest University School of Medicine), en Carolina del Norte, la solución a esa cuestión eterna consiste en la idea de que el concepto de la muerte es un mero producto de nuestra conciencia.

El profesor afirma que el biocentrismo explica que el universo solo existe debido a la conciencia de un individuo sobre él mismo. Lo mismo sucede con los conceptos de espacio y tiempo, que Lanza describe como “meros instrumentos de la mente”, publica el periódico británico ‘The Independent’.

En un mensaje publicado en el sitio web del científico, Lanza explica que con esta teoría el concepto de la muerte como la conocemos “no existe en ningún sentido real”, ya que no hay verdaderos límites según los cuales se pueda definir.

“Esencialmente, la idea de morir es algo que siempre se nos ha enseñado a aceptar, pero en realidad solo existe en nuestras mentes”, opina Lanza. Asimismo, evidentemente, creemos en la muerte porque nos asociamos con nuestro cuerpo y sabemos que los cuerpos físicos mueren.

Nuestra manera clásica de pensar se basa en la creencia de que el mundo tiene una existencia objetiva independiente de un observador. Pero una larga lista de experimentos demuestra todo lo contrario. El nuevo biocentrismo, la teoría elaborada por el científico, supone que la muerte no puede ser un evento terminal, tal y como la solemos considerar.

Lanza indica también que el biocentrismo es similar a la idea de universos paralelos, la hipótesis formulada por físicos teóricos según la cual hay un número infinito de universos y todo lo que podría suceder ocurre en alguno de ellos. La muerte no existe en ningún sentido real en estos escenarios. Existen todos los universos posibles simultáneamente, independientemente de lo que ocurre en cualquiera de ellos, escribía Lanza en la revista ‘Psychology Today’.

En términos de cómo afecta ese concepto a la vida después de la muerte, el profesor explica que, cuando morimos, nuestra vida se convierte en una “flor perenne que vuelve a florecer en el multiverso” y agrega que “la vida es una aventura que trasciende nuestra forma lineal ordinaria de pensar; сuando morimos, no lo hacemos según una matriz aleatoria, sino según la matriz ineludible de la vida”.

“La muerte no existe en un mundo sin espacio ni tiempo. La inmortalidad no significa la existencia perpetua en el sistema temporal, sino que se encuentra completamente fuera del tiempo”, subraya Lanza.

Transhumanismo

La visión de Lanza se contrapone a otras visiones científicas, probando así (y una vez más) que no hay una sola voz cantante con respecto a los mismos temas dentro de lo que se denomina “ciencia oficial”.

El físico teórico Michio Kaku es reconocido por sus teorías en física cuántica y concedió una entrevista al diario El Confidencial, de España, en el que revela su visión acerca de las posibilidades que la ciencia puede otorgar al ser humano para prolongar la vida y hasta tocar la inmortalidad. Aquí un fragmento de la entrevista:

P.: Supongo que estará familiarizado con el concepto de transhumanismo, un movimiento que apoya el empleo de las nuevas tecnologías para mejorar las capacidades mentales y físicas con el objeto de corregir lo que considera aspectos indeseables e innecesarios de la condición humana, como el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento o en última instancia la mortalidad. ¿Crearán los avances en biología sintética y neurociencia una nueva humanidad?

R.: Desde luego, plantean nuevas cuestiones filosóficas y religiosas como ¿quién eres? Hoy tenemos el genoma, un disco duro que almacena unos 25.000 genes, y sirve de modelo para crear tu cuerpo. Esto ya lo conocemos. En el futuro tendremos otro disco, llamado el conectoma, con todas las conexiones cerebrales. En cierto sentido, aunque mueras, tu genoma y tu conectoma podrán seguir viviendo. Hace mucho tiempo pensábamos que el alma era algo separado del cuerpo. Esto se llamaba dualismo: el alma y el cuerpo eran algo diferente. En los últimos 50 años nos hemos empezado a dar cuenta de que el cerebro es wetware [un término que se usa para describir el sistema nervioso central], no hardware, y la mente es software. Y estos dos elementos interactúan dentro de tu cabeza. Pero cuando tengamos el conectoma y el genoma por separado lograremos separar la mente del cuerpo. Justo como pensaba la gente hace miles de años.

En el futuro habrá bibliotecas de almas. Tu personalidad y tus memorias estarán almacenadas en un disco y tu tataratataranieto podrá hablar contigo
Esto significa que en el futuro algunas personas podrán vivir después de muertas. Habrá bibliotecas de almas. Cuando vas hoy a una biblioteca, ves imágenes y películas de gente que está muerta, pero viven en la librería. En el futuro, tu personalidad y tus memorias estarán almacenadas en un disco y tu tataratataranieto podrá hablar contigo. Ahora puedes leer un libro de una persona muerta, pero entonces podrás hablar con el programa de ordenador que contiene sus memorias. Y podremos ir más allá. ¿Por qué no mezclar el genoma y el conectoma y construir un robot? Serás algo más que un programa de ordenador, volverás a la vida. Es la inmortalidad.

P.: Siempre ha dicho que los libros de ciencia ficción te inculcaron la pasión por la ciencia. Todo lo que cuenta me recuerda al mundo que imaginó Philip K. Dick. El escritor estaba obsesionado con las posibilidades de la mente. Imaginó un futuro en el que la gente podía leer los pensamientos, crear recuerdos artificiales o soñar a la carta. ¿Está este mundo más cerca de lo que realmente pensamos?

R.: Sí, creo que sí. El otro día estaba hablando con un niño y me preguntó qué era una máquina de escribir. Me quedé de piedra. “¿Cómo? ¿No sabes lo que es una máquina de escribir?”, le dije. Y me contestó: “Nadie usa una máquina de escribir. ¿Qué es eso? Todo el mundo usa el móvil”. En el futuro nuestros nietos nos preguntarán por qué tocábamos nuestras pantallas con el dedo y por qué teníamos teclados. En el futuro todo se contralará mentalmente. Podremos subir el termostato, encender la tele, cambiar los canales, conducir el coche… La gente no tendrá que tocar nada. Podremos hacer todo lo que queramos con sólo pensarlo. Hay mucha gente que ya está trabajando en esto, como la NASA. ¿Por qué no mandar robots al espacio que los astronautas puedan controlar desde su salón?

P.: Según avanzamos en el estudio de la conciencia nos damos cuenta de que los animales sienten muchas más cosas de las que pensábamos, y aprendemos más de lo que sentimos nosotros mismos. ¿Cambiará el estudio del cerebro y la conciencia nuestras consideraciones éticas?

R.: Eso creo. Casi todos los científicos piensan que sólo los humanos son conscientes. Creen que la conciencia es un bien muy característico del que sólo gozan los humanos. Yo no lo creo. Pienso que hay distintos niveles de conciencia, pero todos los animales son conscientes. Por ejemplo, un caimán tiene una conciencia de nivel 1, entiende el espacio. En el nivel 2 estarían los monos, que entienden la sociedad y las emociones. Los humanos estaríamos en el nivel 3, porque además entendemos el tiempo, el pasado y el mañana.

Para entender el futuro, para entrever lo que va a ocurrir, se necesita un poder computacional inmenso, que los robots hoy no pueden tener
Los animales no tienen un sentido del mañana. No puedes entrenar a tu perro o a tu gato para entender que hay un mañana. Los humanos planificamos, pensamos, soñamos y vivimos en el futuro. Todos nuestros pensamientos están orientados a saber qué viene después. Los animales no piensan así, sólo se interesan por saber dónde está su comida. Se mueven por instinto.

Los robots que hemos logrado crear en el laboratorio también tienen conciencia, pero de nivel 1. Son primitivos, pero no muy distintos a un caimán, pues saben situarse en el espacio.

P.: ¿Y en el futuro habrá robots como nosotros, con una conciencia de nivel 3?

R.: El MIT está tratando de desarrollar robots de nivel 2, que sientan emociones. Son muy primitivos. Pueden sonreír como tú, pueden mirarte a los ojos, pueden bostezar y reírse… Casi alcanzan el nivel 2. Pero para entender el futuro, para entrever lo que va a ocurrir, se necesita un poder computacional inmenso, que los robots hoy no pueden tener. En algún momento lo tendrán, pero si aún faltan décadas para que existan robots de nivel 2 no digamos los de nivel 3…

P.: En su libro asegura que la humanidad podría entrar en contacto con vida inteligente extraterrestre en las próximas décadas. ¿Cómo cree que vamos a responder a este reto?

R. En efecto, creo que podríamos contactar en algún momento con vida inteligente del espacio exterior. Hasta ahora los astrónomos han identificado cerca de 2.000 planetas orbitando estrellas. Pero creemos que sólo en nuestra galaxia hay cerca de 10.000 millones de planetas con características similares a la Tierra. Así que, tarde o temprano, entraremos en contacto con vida inteligente y, si pueden visitarnos, significará que están muy avanzados, por lo que seguro que tienen una conciencia de nivel 3 y pueden ver el futuro. Ahora, si son más inteligentes que nosotros, es que pueden ver el futuro mejor. Serán más imaginativos que el ser humano. Y esto, creo, es una señal de inteligencia. En mi opinión, no estamos midiendo la inteligencia muy bien. Mucha gente con grandes cocientes intelectuales no triunfa en la vida. Una de las claves de la inteligencia es la habilidad para ver el futuro, para entender de forma realista cómo se va desarrollar.

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