El sacrificio humano en las diversas teocracias del mundo Mesoamericano está documentado tanto por los códices como la iconografía precolombina en general, especialmente la azteca y las inscripciones mayas. Además, existen los relatos de los conquistadores españoles, los misioneros y los hallazgos recientes en arqueología. Algunos autores como Pablo Moctezuma Barragán quisieran atribuir la evidencia a la mala fe de los conquistadores o ver en los códices representaciones simbólicas. Pero esta posición es considerada sin fundamento alguno por la mayoría de los historiadores y arqueólogos, como puede comprobarse en el número de septiembre de 2003 de la revista Arqueología mexicana, publicada como respuesta a la controversia sobre los sacrificios (Arqueología mexicana es la revista oficial del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México). Los hallazgos arqueológicos dan cuenta de la historicidad de los sacrificios. Ni siquiera los eruditos que más defienden la causa del indigenismo, como Miguel León-Portilla, niegan la historicidad del sacrificio humano en Mesoamérica, como se comprueba en el mencionado número de Arqueología mexicana, pero critican el abordaje “amarillista” de muchas publicaciones.
La Biblia contiene un relato acerca de un sacrificio humano no consumado cuando Dios le ordena a Abraham ofrecerle en sacrificio a su hijo Isaac en un monte ceremonial (Génesis 22:1-19). Abraham se dirigió con Isaac hasta el monte sin decirle que él sería el sacrificado y luego de que éste juntara la leña para el holocausto lo ató, lo puso sobre el altar y se dispuso a degollarlo con un cuchillo. En ese instante fue detenido por Dios quien le dice que no mate a su hijo porque «ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único».En el Islam, de acuerdo con el relato que hace el Corán, Ismael era el heredero de Abraham y fue a él a quien estuvo a punto de sacrificar. La enseñanza del sacrificio de primogénito es una imagen que habla acerca de entregar lo más preciado por amor y obediencia a Dios.
3. Sacrificios infantiles
De acuerdo con el antropólogo Nigel Davies, autor del ensayo Human Sacrifice in the Old World and the News: Some Similarities and Diferences, los niños han presentado el mayor riesgo de convertirse en víctimas de sacrificios, porque pertenecen al grupo de las personas vulnerables que los han sufrido por no gozar de derechos legales plenos, como las mujeres, los prisioneros de guerra, las viudas y los esclavos. Davies explica que en ciertas sociedades el uso de infantes como ofrenda se explica por considerarlos intermediarios entre el mundo de los vivos y el de los muertos, refiere los casos de cartaginenses y fenicios y relata que, hasta 1802, varios pequeños eran arrojados en la desembocadura del río Ganges para que los devoraran los tiburones. Partiendo de esas ideas el etnólogo J.M. García Campillo, autor del blog Sexo, muerte y fertilidad, recoge múltiples ejemplos, tomados de diversas zonas del mundo, en que los niños son empleados como víctimas.
En los inicios del siglo XX los indigenas de las Islas Trobiand, en Papúa, arrojaban al mar a un muchacho joven ornamentado para aplacar la furia de un supuesto pulpo gigante que acechaba bajo las aguas. En el siglo XIX, según el registro de James George Frazer, los gondas de la India mataban mancebos con lanzas envenenadas, regaban su sangre sobre el campo arado o la mies madura para propiciar buenas cosechas, y devoraban su carne. Los habitantes de Chota Nagpu, India, también mataban niños para entregarlos a una diosa de la fertilidad y seleccionaban a huérfanos o abandonados. Un rito especial complejo era el de los Khand en la India meridional. Las víctimas infantiles eran consagradas como tales por sus propios padres, que las vendían para el sacrificio y podían pasar meses antes de que éste se efectuara. Diez días antes de realizarlo les cortaban el cabello por primera vez.. Los Olmecas que habitaron México entre 1200 y 400 a. C., practicaron también el sacrificio de menores.
En su libro Sacrificio humano, el antropólogo Jacques Kinnear refiere que el ejemplo más antiguo de un sacrificio se halló al sur de Egipto; se trata del cuerpo de un hombre primero degollado y luego decapitado. Kinnear explica que en Egipto el sacrificio tuvo dos vertientes: el asesinato ritual de humanos como parte de las ofrendas presentadas a los dioses en ocasiones especiales, y el asesinato de los sirvientes para sepultarlos junto a su amo, a quien servían aun tras la muerte.
Se especula que una forma primitiva de sacrificios consistía en matar a los criminales y a los prisioneros de guerra. Las noticias sobre sacrificios en etapas posteriores son aisladas. Hay evidencia de que el rey Amenhotep II mandó ejecutar a siete príncipes sirios en el templo de Amón, en Karnak, y pidió que sus cuerpos fueran colgados en los muros.
Aunque no está claro si se trató de sacrificios a los dioses, ello demuestra que los prisioneros eran ejecutados dentro de los templos, lo que revela un elemento ritual. Un documento significativo en este contexto es el Himno caníbal hallado en el Texto de la pirámide, la colección de conjuros y fórmulas religiosas egipcias más antigua que se conserva. En cuanto a los sacrificios asociados a la muerte de la nobleza, se han encontrado complejos funerarios de sirvientes, esclavos e incluso miembros de su familia ( entierros subsidiarios ). Estas personas eran sacrificadas con la idea de mantener su misma posición en la otra vida y trabajar para su amo.
5. Sacrificios griegos
La religión griega era politeísta y se conectaba con todos los aspectos de la vida cívica. Su práctica consistía en el honor de los dioses para ganar su favor. Había sacrificios incruentos y cruentos. Eran presentados como ofrenda pan, fruta, vino, leche, miel; solían colocarlos en los caminos y en los montículos funerarios, pues también solicitaban la protección de los muertos. A veces se conservaba parte de esos alimentos y se celebraban grandes banquetes rituales o theoxenia. De acuerdo con la Enciclopedia Católica, el sacrificio se hallaba en el centro de la religión griega y era una práctica cotidiana. Algunas ofrendas animales se quemaban en los altares siguiendo la práctica del holocausto. Casi siempre se encendía incienso, el sacrificante vestía ropa limpia y se lavaba las manos con agua bendita, misma que rociaba sobre el altar. Entre los animales más sacrificados se contaban cerdos, cabras y gallos. Durante el sacrificio se tocaba música de flautas y la sangre derramada por las incisiones se dejaba correr a traves de canales especiales para recolectarla. El mérito del sacrificio estaba relacionado con su costo; por ejemplo, en la historia del Minotauro se refiere que cada año los atenienses enviaban a Creta 14 jóvenes para alimentar a la besta del laberinto. Por otra parte, es célebre el caso de Agamenón, personaje de Esquilo, que, al partir para la guerra, para obtener vientos propicios de los dioses, decide sacrificar a su hija, Ifigenia, de belleza excepcional. Como en el relato bíblico del sacrificio de Isaac, Ifigenia es salvada en el último momento.
Como parte de la comunidad judía, José y la virgen María acudieron al Templo de Jerusalén para presentar a su hijo. Era costumbre que los primogénitos se consagraran a Dios para recibir su protección y como una forma de conmemorar a los primogénitos que Dios mismo había salvado de Egipto. Junto con el niño debía presentarse una ofrenda para ser sacrificada, podía tratarse de corderos, palomas o tórtolas. Como el matrimonio era pobre, sólo llevó dos palomas blancas, pero durante esa visita, a través del anciano Simeón, el Espíritu Santo les anunció que el pequeño que los acompañaba sería la luz del mundo. El dolor estuvo motivado por la crucifixión de Jesús. Para las autoridades romanas de entonces, ésta fue sólo la ejecución de un hombre que estaba provocando desorden público; para los creyentes de todas las épocas, la Crucifixión fue un sacrificio, interpretación fomentada por el propio Jesús.
En los evangelios Jesús se asume como Cordero de Dios y anuncia su Pasión con el mismo sentido que tenía el sacrificio de los corderos en el judaísmo: la búsqueda de la purificación y expiación de los pecados. Al mismo tiempo era la recreación de la noche en que los israelitas salieron de Egipto, sacrificaron a un cordero puro de un año y se lo comieron. La sangre derramada de ese animal los libró del ángel vengador enviado por Dios. Convencido de ser hijo de Dios, Jesús asumió que su sacrificio sería el último de la historia, pues gracias a él quedarían redimidas todas las faltas, presentes y futuras de la humanidad, y habría de conjurarse el castigo divino. En los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, Cristo muere crucificado un día después del sacrificio de los corderos de la Pascua judía, pero en el Evangelio de Juan su sacrificio ocurre el mismo día. Aunque Cristo determinó el fin de los sacrificios, dispuso ante sus discípulos que el suyo fuera recreado simbólicamente mediante la Eucaristía, el rito en el que los fieles consumen la carne y la sngre de Dios.
7. Sacrificios contemporáneos
En nuestra época todavía se dan casos de sacrificios humanos, definiendo como tales al acto de asesinar a una víctima con el objetivo de apaciguar, obedecer, no desagradar o mantener contenta a una deidad.
Los Testigos de Jehova, los cuales tienen como uno de sus principales dogmas la abstención a las transfusiones de sangre, no permiten que se les realicen estas bajo ninguna forma a ellos ni a sus hijos, aun cuando este les cueste la vida a los menores de edad pues argumentan que el dios judeocristiano Jehova considera una abominación y una muy grave ofensa el uso indebido de la sangre. Entre este uso indebido de la sangre esta, por supuesto, las transfusiones de sangre…
En 1998 en Nigeria 30 personas, entre las que se encontraban diez mujeres y nueve niños, fueron inmolados en un ritual animista. En Guinea Ecuatorial se han hallado varios cadáveres de adolescentes con los órganos sexuales arrancados. En Etiopía, en 1999, tres hombres fueron encontrados culpables del sacrificio de una niña de siete años realizada por recomendación de una hechicera para librarse de la acción de los espíritus malignos. Las religiones mayoritarias establecidas hoy día prohíben y repudian los sacrificios humanos. A pesar de ello, su práctica prevalece en algunas culturas y comunidades. No es claro si los sacrificios practicados por sectas en el presente pueden inscribirse en un panorama religioso equiparable a los de otros siglos, o si son la mera expresión de los trastornos de quienes los realizan. Uno de los más sonados fue el de Charles Manson y su agrupación conocida como La Familia, responsables del homicidio ritual de Sharon Tate, esposa del director de cine Roman Polanski, y de tres personas que estaban de visita en su casa de Beverly Hills, en agosto de 1969…hoy en día, gupos de la mafia y narcotraficantes practican sacrificios y torturas con algun código especial para ellos.
En el año 97, en tiempos de la República, el Senado romano emitió un decreto que prohibía los sacrificios humanos. En adelante también fueron prohibídos en todos los pueblos que conquistaron. La condena obedecía a que los propios romanos se concebían como una cultura civilizada en contraposición a las costumbres de los bárbaros.
Por otra parte, era una muestra de superación cultural, pues los sacrificios humanos los habían practicado en fases previas. Hay evidencias de que los latinos llevaron a cabo esta clase de sacrificios antes de la fundación de Roma y en las primeras etapas posteriores a ésta, cuyos vestigios se reflejaron en prácticas como el sacrificio simbólico de muñecos y figuras de apariencia humana que eran arrojadas a las aguas del río Tíber. Los compates de gladiadores, iniciados en 264 a.C., se celebraban en honor de los espíritus de los muertos; los participantes luchaban de maneria voluntaria y no morían en combate. Más tarde, cuando se trataba de delincuentes y esclavos que fallecían en la arena, las luchas de gladiadores sí podían considerarse verdaderos sacrificios humanos. Otro aspecto interesante es que de acuerdo con las leyes romanas los delitos eran una ofensa a los dioses; la ejecución de los culpables se proponía restaurar el orden divino y dar una satisfacción a las deidades, por lo que también pueden interpretarse como sacrificios humanos.
9. Sacrificios milenarios
Los arqueólogos han hallado pozos del periodo Paleolítico con huesos de animales ( osos, bueyes y ciervos ) dispuestos cerca de entierros humanos, por lo que se supone eran ofrendas. Aunque se desconoce la deidad a la que estaban dedicados, es posible que también hayan tenido como finalidad el alimento. Este tipo de entierros es frecuente en Europa y se ha llegado a suponer que a ciertos animales se les consideraba apropiados como ofrendas. Algunos antropólogos, como el alemán Walter Burkert ( nacido en 1931 ), han enfatizado la identidad de los sacrificios humanos y animales del Neolítico, cuando la cecería se convirtió en el motor de la evolución humana y dio paso a la llamada “modernidad del comportamiento”, serie de rasgos conductuales que marcaron la diferencia entre humanos y primates, y dieron forma a las primeras religiones. Aunque los detalles e intenciones de los sacrificios más tempranos no resulten comprensibles, surgieron al mismo tiempo que la religión, a la que siguieron asociados en los milenios posteriores.
Entre las ofrendas también se han hallado restos de mujeres y niños; quizá fueron sacrificados como parte de un rito de fertilidad, y es probable que entonces la diferencia entre humanos y animales como ofrendas no estuviera tan marcada. En el Neolítico era común ofrendar hachas; en la Edad de Bronce ( 3000 a. C.) solían arrojarse armas y joyas a ríos y lagos. En la Edad de Hierro ( 1200 a.C. ) las ofrendas fueron más numerosas y se han encontrado en zonas pantanosas. De acuerdo con los arqueólogos, podría tratarse de botines de guerra para solicitar a los dioses suerte en las batallas.
En el estudio de los sacrificios se han distinguido seis elementos que interactúan entre sí. El primero es el sacrificador, la persona o colectividad responsable de desarrollar el rito. El segundo es el material del sacrificio u ofrenda. En esta categoría han tenido cabida miles de objetos, pero suelen separarse en ofrendas cruentas, que involucran el derramamiento de sangre y la vida de humanos o animales; ofrendas incruentas, con la libación o aspersión de sustancias investidas de un presunto poder sagrado por sus propiedades vigorizantes; y ofrendas divinas, en las que se sacrifica al dios mismo. El tercer elemento es el tiempo y recinto del sacrificio, que puede llevarse a cabo por ciclos como la siembra y la cosecha, y en un espacio consagrado. El cuarto elemento es el método del sacrificio. El más extendido en las culturas antiguas consistía en quemar la ofrenda, pero también era común arrojarla a las aguas, sepultarla o matarla en un asesinato ritual con armas punzocortantes. Otros sacrificios no implicaban la destrucción de la ofrenda y consistían en su mera presentación, como los alimentos que se ofrecen en los altares de muertos. El quinto elemento es el receptor del sacrificio, aquella instancia o entidad cuya voluntad se propiciará con la ofrenda. Y el sexto son las intenciones del sacrificio, es decir, lo que se pide o agradece. La historia de las religiones es paralela a la de los sacrificios.
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