¿Son los templos antiguos, los megalitos o incluso las pirámides construcciones con una clara finalidad acústica relacionada con otros planos de existencia?
A lo largo de la historia, el hombre ha usado la música para acceder a otros planos más sutiles de la existencia, un fenómeno recurrente cuyas raíces se hunden hasta alcanzar el Paleolítico.
A este periodo se corresponden lugares especiales o santuarios como las cuevas donde los clanes de humanos practicaban sus ritos.
A menudo, estos presentan unas características acústicas muy particulares, aprovechadas de un modo u otro por los primeros chamanes.
La fórmula ritual estaba formada por cantos unidos a diversos tipos de percusiones realizadas con palos, piedras, etc.
En estos sitios, la música sonaba con mucha fuerza, se sentía de otra manera, y no pasaba desapercibida.
Desde estos lugares sacralizados se accedía al «otro lado», a través de diferentes ritmos, cánticos y melodías, conjugados con la magia y los conjuros de los oficiantes. Más adelante, las propiedades acústicas se exaltarían en templos y catedrales, gracias sobre todo a las relaciones geométricas y a la elección de los materiales que se emplearon en su construcción.
Altos sacerdotes, magos e iniciados abrían puertas a otros mundos con suma facilidad desde este entorno favorable.
Los antiguos egipcios no eran ajenos a los poderes de la música. Cuando empezaron a levantar pirámides, ya habían transcurrido siglos desde que alcanzaran el dominio y la fabricación de instrumentos musicales.
No nos debe extrañar, pues, que en su máximo logro arquitectónico como lo es la pirámide de Keops, hicieran confluir la música con la arquitectura al objeto de materializar el objetivo más elevado para ellos: alcanzar el más allá.
Jueves 21 de Febrero, 2019
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