jueves, 2 de abril de 2020

Viejos Escritos revelan la Existencia de Monjas Satánicas

Las monjas satánicas, «poseídas por el Diablo», eran empujadas a una vida de perversión, lujuria y sexo. Una de ellas llegó a fingir su muerte para salir del convento para el sexo

Viejos escritos revelan la existencia de monjas satánicas

Durante un proyecto de digitalización de los registros guardados por el arzobispo de York desde 1317 hasta 1340 se ha podido tener acceso a la vida y milagros de muchas monjas benedictinas pero, de los apuntes guardados por el arzobispo William Melton, uno llama especialmente la atención. 

Se trata de una pequeña nota escrita en latín que nos habla de una monja que fingió su muerte para disfrutar de una vida de perversión, lujuria y sexo. Como lo leen, una especie de monja satánica.

La historia fue hallada dentro de dieciséis grandes tomos medievales en los que se registraban los negocios de los religiosos de York. Ésta, en concreto, fue escrita en 1318, e instaba a una religiosa llamada Juana de Leeds a regresar al convento de St. Clement. «Adviertan a Juana de Leeds, monja de San Clement de York, que debe regresar a su casa», se puede leer en el mencionado texto.





La monja creó un maniquí para fingir su muerte y engañar a fieles y devotos 

La nota de Melton indicaba que, según los rumores, la monja benedictina había caído en «el camino de la lujuria carnal» y que con «imprudencia», había olvidado su compromiso religioso. 

La monja de Leeds, según especifica el texto, «pervirtió su camino de forma arrogante» y –prosigue- «de una manera astuta e infeliz, dándole la espalda a la decencia y al bien de la religión», la religiosa y lo reemplazó por el de «la lujuria carnal, lejos de la pobreza y la obediencia con la ayuda de muchos cómplices y malhechores, creó con malicia un maniquí a la semejanza de su cuerpo» para «engañar a los fieles devotos». ¡Increíble!

Cuando se descubrió que la monja no había fallecido y que había abandonado el monasterio a cambio de una «vida de indecencia» en Beverley, una localidad situada a 30 millas de su convento se produjo un gran revuelo en la comunidad. 

Fue entonces cuando el arzobispo le exigió que regresara. La nota explica que « tuvo la desvergüenza de procurar su falso entierro en un espacio sagrado para los religiosos del lugar»

También en España

La historia me trae a la memoria a otra monja española, Sor Juana de San Bernardo, que fue objeto de un proceso inquisitorial acusada de herejía, apostasía y pacto expreso con el demonio, al que al parecer le pedía favores sexuales, lo que le valió el sobrenombre de «la reina de la lujuria».

El juicio, celebrado el 9 de mayo de 1770,con el Inquisidor D. Alfonso Molina y el consultor del Santo Oficio e Inquisidor ordinario, Sor Juana de San Bernardo Matos, religiosa profesa en el convento de Santa Clara reconoció que a la edad de 13 años, invocó al demonio diciéndole, que si la sacaba de aquel convento donde la habían puesto en contra de su voluntad, «le prometía de veras, entregarle alma, cuerpo y hacer cuanto le mandara.» 

Desde entonces y por espacio de 29 años, precisa el acta inquisitorial, «ha estado frecuentemente cohabitando con el mismo demonio de día y de noche como marido y mujer, en cuyo tiempo, han sido tan continuos los actos carnales (…) ejecutando ambos muy repetidas exterioridades de besos, abrazos, palabras, tocamientos etc.»

La vida cotidiana de los católicos durante la Edad Media era muy rígida en cuanto a normas de comunidad. 

Todo era pecado. 

Imaginemos, pues, como estas probibiciones podían afectar a los religiosos –muchos por obligación- en conventos y monasterios. 

Nos hacemos una idea gracias a un software que ha logrado descifrar otro escrito, perteneciente a una monja del convento de Palma di Montechiaro en Sicilia.

Se trata de sor María Crocifissa della Concezione que ingresó a los 15 años en el convento. La carta que escribió en 1676 ha sido un galimatías durante siglos hasta que la informática ha logrado descifrarla. 





La escritura mostraba una mezcla extraña de letras de alfabetos arcaicos que nadie había sido capaz de descifrar hasta que se ha empleado un programa de los servicios de inteligencia para descifrar códigos. 

Ahora sabemos que Sor María afirmaba haber sido –también- poseída por el diablo. 

Según la nota descifrada, tras pasar la noche escribiendo, la monja se despertó cubierta de tinta. Se cree que María gritaba y se desmayaba mientras escribía las notas, y dijo que el diablo se las había dictado.

 La posesión era parte del plan de Lucifer para volverla contra Dios y convencerla de servir al mal. La carta, describe a Dios, a su hijo Jesús y al Espíritu Santo como «pesos muertos» y añade que: «Dios cree que puede liberar a los mortales (…) pero este sistema no funciona para nadie».

En su escrito afirma que Dios fue inventado por el hombre una afirmación que, por sí sola justifica que sor María encriptase su escrito pues hubiera sido objeto de un proceso inquisitorial.


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