Recordamos el 26 de abril de 1986, cuando el reactor número 4 de la planta nuclear de Chernobyl sufrió un sobrecalentamiento brutal y explotó. En apenas tres horas, los 50.000 habitantes de Pripyat fueron evacuados. Hoy nadie vive allí… ¿Nadie? Se dice que hay fantasmas...
Fantasmas en Chernobyl
Aquella mañana de abril, la joven ciudad de Pripyat se libró de milagro de que el desastre fuera aún mayor, porque ese día los vientos soplaban en la dirección correcta, y evitaron que la nube mortal se posara sobre Pripyat, y que en cuestión de segundos friera literalmente los pulmones de quienes permanecían ajenos a esta amenaza invisible.
La explosión del reactor número 4 de la cercana central de Chernobyl, en la que prácticamente trabajaban la mayor parte de sus habitantes, y motivo por el cual fueron levantados los primeros edificios de la joven urbe en 1970, liberó una carga radiactiva hasta quinientas veces superior a explosiones como, por ejemplo, la de Hiroshima.
A primera hora, y sin previo aviso, cientos de soldados del Ejército Rojo invadieron las calles, obligando a cuanto ser humano se encontraron en su camino a evacuar la ciudad a toda prisa, y en la mayoría de los casos en contra de la voluntad de un pueblo que no era consciente de lo que se avecinaba.
Los animales domésticos fueron minuciosamente sacrificados para evitar que alguno lograra escapar a la zona de influencia del accidente, contaminado hasta los huesos. Y así, en apenas tres horas las sombras tomaron la ciudad, y desde entonces ya nadie ha regresado, entre otras cosas porque las autoridades soviéticas –entonces– establecieron un perímetro de seguridad a 30 kilómetros de distancia del apocalipsis, y otro de extrema seguridad a diez de la propia central.
Foto: Wikimedia Commons
Por eso hoy en día, salvo científicos que investigan sobre el terreno, o militares que mantienen la zona de exclusión libre de miradas curiosas, no hay nadie más. Es como una cápsula del tiempo, porque todavía hoy permanecen los símbolos de una época que ya no existe: la hoz y el martillo sobre la Casa del Pueblo, la propaganda de los líderes de entonces, la cartelería del régimen soviético…
Y quizás el punto más sorprendente del enclave: el parque de atracciones que debía ser inaugurado apenas dos días después de la evacuación, y que ha quedado en silencio, con las barquetas de la noria balanceándose al son de un viento contaminado.
Es precisamente en este lugar donde la historias paranormales han germinado con fuerza, y hay testimonios que hablan de extrañas sombras que recorren la ciudad, de gritos de niños en las aulas, como si las puertas de éstas aún estuvieran abiertas para los alumnos. Pero también los hay de otro tipo de fenómenos.
Recientemente se ha grabado la ciudad desde los cielos, en unas tomas espectaculares hechas con drones, y al caer la tarde se han visto extrañas luces que recorren algunas avenidas como fuegos fatuos, especialmente, y a decir de los testigos, una vez caída la madrugada.
14 de Agosto de 2020 (09:00 CET)
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