martes, 10 de noviembre de 2020

El temible Enlil: señor del viento y las tormentas de la Mitología Sumeria


La mitología sumeria es, sin lugar a dudas, una de las más ancestrales, apasionantes y misteriosas del mundo. Tal fue su importancia que influyó en toda la mitología mesopotámica, sobreviviendo en los mitos y creencias de Hurritas, Acadios, Babilonios, Asirios y otras civilizaciones. 

De hecho los dioses sumerios, acadios y babilonios eran los mismos, a excepción del supremo de estos últimos. De entre todos ellos, uno de los más destacados fue Enlil, dios del cielo, el viento, las tempestades y la respiración.

Los sumerios imaginaban el universo como una cúpula cerrada rodeada por un mar de agua salada. Por debajo de la capa terrestre, que formaba la base de la cúpula, existía un inframundo y un océano de agua dulce llamado Kur. 

El firmamento de la cúpula estaba regido por el dios An y la tierra, a su vez, por Ki. Enlil, era hijo de An y de Ki, a quienes separó al nacer, provocando con ello la separación física del cielo y la tierra.



Representación gráfica de la cosmología sumeria. (Public Domain)
Enlil en los mitos sumerios y acadios

Enlil, Anu y Enki forman la trinidad suprema del panteón sumerio. Enlil, que aparece protagonizando numerosos relatos mitológicos, era de carácter voluble: sentía y actuaba. Sobre todo actuaba en el ámbito de la creación, siendo además, el guardián de las Tablas del Destino, donde se encontraban decretados los destinos de todo lo existente. 

De esta forma, en el poema sumerio conocido como Creación de la Azada se cuenta cómo, tras separar el cielo de la tierra, Enlil creó la azada, golpeó el suelo con ella y de la brecha abierta en la tierra brotaron los hombres.

Posteriormente los acadios, en su Poema de Atrahasis, narran cómo Enlil intentó destruir a la humanidad en tres oportunidades distintas, molesto por sus ruidosas costumbres. En el último de dichos intentos Enlil arrasa la Tierra con un diluvio, pero la humanidad consigue salvarse gracias a la intervención del medio hermano de Enlil, Enki, que ordena al héroe Atrahasis la construcción de un barco enorme en el que deberá cargar semillas y animales. 

Es entonces cuando Enlil inunda la Tierra abriendo las compuertas del cielo. Pero los demás dioses reprenden a Enlil, ya que necesitaban de los sacrificios y ofrendas realizados por los humanos para alimentarse. Cuando las aguas se retiran, Atrahasis ofrece un nuevo sacrificio a los dioses, que lo reciben hambrientos. Finalmente, Enki solicita a la diosa madre la creación de nuevos seres humanos.



Tablilla cuneiforme en la que se encuentra escrito el Poema de Atrahasis. (Siglo XVII a. C.) Museo Británico de Londres, Inglaterra. (Public Domain)

Enlil tenía además una esposa: Ninlil, la Señora del Aire. Pero también gozó de la compañía de varias concubinas así como de otras parejas ocasionales. Sus relaciones con Ninlil fueron objeto de un relato mitológico novelado: el Mito de Enlil y Ninlil. 

Según este relato, Enlil −que pasó una temporada en el inframundo− fecundó a Ninlil en varias ocasiones −un tanto pintorescas y bajo diversas apariencias−, engendrando primero a la diosa Nanna (La Luna) y luego a Meslamta y a Ninazu, otras dos divinidades que sustituirían a su padre en el inframundo.

Etimología y orígenes del nombre Enlil

Los expertos han propuesto dos posibles orígenes para el nombre Enlil:

Una primera corriente defiende que proviene del sumerio (EN.LÍL, de EN = "Señor + LÍL = "Tormenta" o "Viento ), por lo que su nombre significaría literalmente, "Señor de la tormenta" o "Señor del viento" o "dios del viento". 

Sin embargo, esta etimología ha planteado unos de los más serios rompecabezas teogónicos sumerios, ya que en este caso “aire” se entendería como una realidad cosmológica y no directamente atmosférica. Por tanto, Enlil vendría a personificar la sutileza pura, el aliento al ser respirado, la brisa al acariciar el rostro, el viento al mover las ramas y el huracán al arrancar los árboles.

La otra opción, mucho más reciente y moderna, indicaría una sumerización de la raíz semita il (Dios), la misma que da origen a los términos El y Alá, significando así Dios Señor.



Figura votiva de un hombre en actitud de veneración, del 2700 a. C. – 2600 a. C., época en la que Enlil era considerado el dios principal. Hallada en las ruinas del “templo cuadrado” de Eshnunna (actual Tell Asmar); alabastro, caracolas, caliza negra y betún. Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, Estados Unidos. (Rosemaniakos from Bejing/CC BY-SA 2.0)

Asimismo, los sumerios relacionaban su nombre con el concepto kur, término que engloba tanto el significado básico de montaña como el de país −y, por extensión, país extranjero− e, incluso, mundo infernal. Enlil es el Viento de la Montaña, cuya cumbre llega al cielo y cuyos cimientos se encuentran en la profundidad brillante del abismo (sa résásu samámisanna apsu ellim sursudu ussusu). Además, su hogar era el é.kur (Casa-Montaña) y siempre se le asociaba con los adjetivos kur.gal (Gran Montaña) y lugal.a.ma.ru (Rey de las Tormentas).

El culto a Enlil

El culto a Enlil se encuentra documentado desde principios del período dinástico arcaico, hacia el año 3.000 a. C. Es posible que su origen provenga de las regiones montañosas del norte de Mesopotamia, donde habría tenido el carácter propio de un dios del viento y las tormentas: imprevisible e irascible, cruel y bondadoso a partes iguales.


Lista de dioses sumerios en escritura cuneiforme. El nombre de Enlil aparece el primero (empezando por la esquina superior derecha), y aparece representado por el símbolo de un disco solar. (Siglo XXIV a. C.) (Public Domain)

A medida que se desciende en dirección a las regiones del sur de Mesopotamia, se puede observar que Enlil va perdiendo sus rasgos creadores y fertilizadores, mientras que por otro lado va adoptando una posición dominante dentro del panteón mesopotámico, hegemonía que mantiene hasta la popularización del culto a Ninurta, su hijo primogénito según la tradición posterior.

El principal templo de culto a Enlil se encontraba en el E.kur (casa-montaña) de Nippur, antigua ciudad sumeria cuyos primeros restos datan del V milenio a. C. Fue tal la correspondencia y la identificación entre la ciudad y su dios, que en la escritura sumeria cuneiforme las palabras Nibru (Nippur) y Enlil se escribían del mismo modo. Nippur se mantuvo como un importante centro religioso durante el período acadio, la segunda dinastía de Lagash y la tercera dinastía de Ur. Actualmente sus ruinas se encuentran a unos 160 km al sureste de Bagdad, en Iraq.


Emplazamiento del antiguo templo (e.kur) de Nippur, principal centro religioso del culto a Enlil. La estructura de ladrillo que se puede observar fue construida por arqueólogos estadounidenses a principios del siglo XX. (Public Domain)

Imagen de portada: Figura de un arquero alado representación del dios Assur, considerado una versión tardía de Enlil. Sentado y superpuesto a un disco solar, el símbolo cuneiforme básico de Enlil. (Public Domain)


Fuentes:

PÉREZ GARCÍA, Juan Manuel (2011). «Literatura Sumeria. Antología de textos épicos y líricos» (Eunóe edición).

VÁZQUEZ HOYS, A.Mª: Historia de las religiones antiguas. La religión mesopotámica. Madrid, Ed.Sanz y Torres, 2006

CAMPBELL, J. The Masks of God: Oriental Mythology, Arkana, 1991

VIDAL, R. Benitos. Historias Mágicas de los Dioses Sumerios. Madrid, Edimat Libros, 2003.


16 MAYO, 2016 - 19:47 GREEN FAIRY

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