En la imagen, un feto abortado de 11 semanas. En España, sería un aborto de trámite incluso para menores de edad. Se puede ejecutar hasta la semana 22
Los partidos políticos de izquierda han convertido el tema del aborto en uno de los ejes centrales de la campaña. La mejor muestra de que el Mal está venciendo al Bien en Occidente la hemos tenido la pasado semana: el candidato del PP número dos al Congreso por Madrid se ha visto obligado a matizar sus manifestaciones antiabortistas ante el aluvión de críticas recibidas desde todos los sectores progresistas y también de una parte de la derecha liberal.
Suárez mentó a los neandertales y su escaso aprecio por la vida. “Ser Suárez no se hereda”, zahirió Pedro Sánchez, y de paso tildó de barbaridad la alusión que hizo el popular a la reciente reforma de una ley norteamericana sobre el aborto, que luego desmintió pidiendo disculpas.
Cuando se habla de oídas suele pasar lo que no debe pasar. Desde la presidencia del Gobierno el doctor Sánchez debería haberse informado sobre ese asunto, como sobre tantos otros que lapida con su frivolidad. Porque resulta que la barbaridad de Suárez no lo era tanto.
La Cámara de Representantes norteamericana aprobó en 2018 la Ley de Protección a los Sobrevivientes Nacidos-Vivos del Aborto –Born-Alive Abortion Survivors Protection Act– que obliga al personal médico a prestar asistencia a cualquier infante nacido vivo después de un aborto. El proyecto, necesitado de ratificación, fue modificado por el Senado en algunos puntos concretos.
La nueva Ley deroga expresamente un precepto que otorgaba al niño vivo el derecho a la protección sanitaria y legal inmediata que las leyes confieren a todas las personas vivas. No dice expresamente que el médico pueda matar a un niño que naciera con vida tras un aborto, pero deja a la criatura sin la protección que lo impida.
Las cosas, como son. A la vista de los textos legales en los boletines de las cámaras americanas resulta que la barbaridad no lo era tanto. Mal explicado sí que estuvo, pero ahí están los datos:
Y la asamblea de Nueva York tomó enseguida parte en el asunto con el mismo resultado:
Lo que a un particular le cuesta unas cuatro horas bucear en el proceso legislativo estadounidense sobre el caso, un Presidente rodeado de negros que le escriben tesis, libros, discursos y demás, habría resuelto su ignorancia en un cuarto de hora. Claro que cuando uno va sobrado, qué necesidad tiene de aprender.
En España, con la ley de Zapatero, que mantuvo Mariano Rajoy, se puede abortar hasta la semana 22. Para que se hagan una idea, han existido bebés que han nacido en la semana 22 y han sobrevivido. Es decir, El PSOE legalizó el asesinato y el Partido Popular de Rajoy fue cómplice.
Evidentemente, a los asesinos a sueldo con carné de médico les encanta este ritual macabro convertido en derecho: los fetos son material de primera para vender a las multinacionales como Planned Parenthood o a oscuros traficantes orientales que incluso sirven fetos humanos en algunos banquetes.
El PP de Casado debe sacudirse de una vez los complejos, defender el Bien y dejar de ser cómplice de esta insoportable matanza de españoles defendida por la izquierda.
Occidente acaba con el aborto o el aborto acaba con Occidente
El aborto es un moderno y espeluznante comercio globalista de la muerte. Entidades sionistas administran el 50% de los abortuarios en EE.UU. (aunque sólo son el 2% de la población) y ellos conforman las directivas de casi cada grupo activista a favor del aborto.
Hay una infinidad de razones para el apoyo y promoción del aborto por parte de entidades sionistas, siendo una de tales motivaciones obviamente la ganancia monetaria. Pero creemos que el principal impulso o estímulo para los azuzadores del aborto es hacer descender dramáticamente el índice de natalidad blanco, exterminando de ese modo a sus principales competidores y disminuyendo el excedente de la población blanca.
Este oscuro canto de cisne, esta matanza de nuestra hermosa gente blanca, tristemente a petición de muchas mujeres blancas que deciden abortar a sus bebés, parece ser un hecho sin importancia que difícilmente produce una pequeña ola en los medios de comunicación, salvo cuando ellos describen a los activistas contra el aborto, muchos de ellos cristianos, como rabiosos y retrógrados, a punto de plantear la teocracia y un estilo cristianizado de la ley islámica sobre el resto de nosotros.
Pero todo lo relacionado con los hedores del sucio negocio del aborto desde el modo en que el debate es enmarcado (siempre irremediablemente unilateral y favorable a los pro-aborto) hasta la precisión sin esfuerzo alguno con la cual los abortistas siguen cosechando grandes beneficios, [cuenta] con una estrategia de “no intervención” de parte de los reguladores gubernamentales, por lo general vigilantes y extremadamente celosos, quienes solicitan solamente trámites burocráticos a otras industrias pero dejan tranquilas a las clínicas de aborto.
Hoy, el principal campo de matanza en Occidente son los abortuarios, donde los niños blancos son exterminados y sus órganos a menudo cosechados y vendidos por dinero y ganancia fáciles, sin la más mínima enérgica protesta de una población euro-estadounidense castrada y privada de derechos.
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