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Los mitos y leyendas de los aborígenes australianos hablan de dioses sabios que llegaron del cielo en lo que se conoce como el “Tiempo de los Sueños”.
Cuenta una leyenda de los aborígenes australianos que una vez se libró una terrible batalla en Uluru durante el Tiempo de los Sueños, cuando un pueblo conocido como “los hombres serpiente venenosos” atacó para dar muerte a los pueblos que habitaban la zona, “los hombres serpiente no venenosos” pero Bulari, la diosa madre de la Tierra, logró vencerlos con una nube de gases letales.
En Moon City o “La Ciudad Secreta”, otros de los puntos sagrados de los aborígenes australianos, también se libraron duros combates entre el dios del Sol que llegó del cielo en una nave y el dios de la Tierra.
En 1838, cerca de Glenelg River, en la región de Kimberley, al noroeste de Australia, fueron descubiertas gran cantidad de pinturas rupestres de gran tamaño.
Los aborígenes llamaban a las figuras antropomorfas que aparecen en estos extraños dibujos con el nombre de “wandjinas”, y aseguraban que no habían sido realizadas por sus antepasados, sino por unos seres que descendieron a la Tierra en tiempos remotos.
En las pinturas de Kimberley aparecen, entre otras, figuras de seres calzados con sandalias, algo absurdo si tenemos en cuenta que los aborígenes siempre han ido descalzos. Algunas de las figuras tienen 3 ó 7 dedos, tanto en las manos como en los pies.
A pesar de que tanto la técnica y el uso de pigmentos de color azul que los aborígenes no utilizan hacen pensar que ellos no hicieron estos dibujos, los arqueólogos insisten en que sí fueron realizados por los nativos, y que representan al dios de la lluvia.
Cinco semanas después, Marilyn, ya había vendido su casa, abandonado un negocio que acababa de inaugurar y obtenido la ayuda de un conocido psíquico de New York, Bryce Bond, que la ayudaría a resolver el secreto de la supuesta pirámide.
Marilyn fue conducida a la ciudad de Toowoomba, en Queensland, donde desenterraron una rara roca de basalto que se encontraba unos siete metros debajo de la superficie. Marilyn observó que en la roca había unos grabados extraños que representaban el sol y dijo que no era obra de los aborígenes. También averiguó que las leyendas de las tribus del lugar no hablan de una, sino de “dos pirámides de oro” cerca del sitio donde encontraron la roca.