Como destacó Pilar Rahola en la presentación ayer de Germà Gordó en el Foro de la Nueva Economía de Barcelona, el hoy conseller de Justicia es desde hace años uno de los políticos de CDC más próximos a Artur Mas, más invisibles y más discretos. Por eso había gran expectación por lo que Gordó dijera en un momento especialmente delicado, tanto por las tensas relaciones entre la Generalitat y el Gobierno de Madrid por la exigencia de una “consulta” como por los equilibrios internos catalanes, ya que no es descartable que CiU se quede sin mayoría en el Parlament si ERC no vota -como ya ha amenazado públicamente- los Presupuestos de 2013 (ver "Confidencias Catalanas" del pasado martes 9 de abril)
Gordó afirmó, de entrada, que sus dependencias (las de la Conselleria de Justicia) se encuentran en la confluencia de las calles Pau Claris y Caspe. Y que Cataluña se encuentra en una encrucijada, a mitad de camino entre los que ambas calles representan. Por una parte, Pau Claris, que encabezó la rebelión en 1641 contra elconde-duque de Olivares, que ahogaba fiscalmente a Cataluña, y que proclamó una República Catalana independiente de corta duración. Por la otra, el Compromiso de Caspe de 1412, el acuerdo entre nueves notables de los reinos de Cataluña y Aragón a la muerte sin descendencia de Martín El Humano para entronizar como rey a un príncipe castellano, Fernando de Antequera, que juró respetar las constituciones catalanas. Para Gordó, Cataluña se debate hoy entre la rebelión para continuar existiendo (Pau Claris) y la voluntad de diálogo sin renuncias (el Compromiso de Caspe). Y, preguntado después por su preferencia -Pau Claris o Caspe-, Gordó afirmó que los catalanes “muy mayoritariamente” siempre han preferido el consenso y el diálogo.
Luego añadió que la consulta sólo sería posible con el acuerdo del Estado y que, por eso, el diálogo entre Barcelona y Madrid era fundamental. Reconoció que las posiciones actuales -respectivamente, derecho a decidir porque Cataluña es soberana e imposibilidad de la consulta por imperativo constitucional ya que la soberanía sólo recae en el conjunto del pueblo español- están muy alejadas, por lo que abogó por llegar -siempre a través del diálogo- a nuevos conceptos y formulaciones.
Germà Gordó, un ‘conseller’ superdiscreto y muy próximo a Mas, afirma que los catalanes “muy mayoritariamente” apuestan por el consenso y el diálogo y que ve imposible una “consulta” sin acuerdo con el Gobierno español
La intervención de Gordó era esperada además porque comoconseller de Justicia asistió la pasada semana a la primera sesión del Consell Assessor per a la Transició Nacional (CATN), que por algunos sectores ha sido visto como otro paso de Artur Mas en el enfrentamiento con Madrid. Pero esta interpretación no es la única posible. Hay otra que dice que Mas está cumpliendo escrupulosamente la hoja de ruta del pacto con ERC porque para sobrevivir necesita que los republicanos le voten los presupuestos de 2013, pero que, al mismo tiempo, estaría rectificando el enfrentamiento contra Rajoy, que le llevó a convocar las elecciones anticipadas del pasado noviembre en las que no sólo no obtuvo la “mayoría excepcional” (absoluta por supuesto) que había pedido, sino que bajó de 62 a 50 diputados.
En este sentido, la afirmación de Gordó -que, retirado David Madí, es junto aFrancesc Homs uno de los dos políticos más próximos a Mas- al decir que ve inviable una consulta que no sea pactada con Madrid es significativa. Y también se destaca que, tras la constitución del Consell Assessor per la Transició Nacional (donde junto a notorios independentistas como Salvador Cardús hay otras personas de perfil moderado, como el catedrático de Derecho Constitucional Enoch Albertí o el propio Carles Viver Pi Suñer, presidente del citado Consell y antiguo vicepresidente del Tribunal Constitucional), Mas ha sentenciado en una de las primeras declaraciones que no es partidario de la declaración unilateral de independencia (DUI) que no descartan ni ERC ni otras plataformas radicales.
Y tampoco hay que despreciar totalmente el llamamiento platónico de Artur Mas a un gobierno de concentración nacional (imposible) con ERC y el PSC, pero sin el PPC. El pacto con el PSC exigiría priorizar la resolución de la crisis a la consulta, cosa que Mas sigue descartando. Pero Pere Navarro, tras imponer en el PSC su doble línea de no satelización a CiU y también de relación no sumisa y desacomplejada con el PSOE, ha adquirido más relevancia; este fin de semana ha sido tajante al calificar de “trampa” la creación del Consejo Asesor de la Transición Nacional: “Insultan a los catalanes encargando estudios para ver cómo será la Cataluña independiente que aún no se sabe si quieren los catalanes. Me gustaría que encargaran informes para ver cómo salir de la crisis”.
Con esta toma de posición es muy difícil que el PSC y Navarro -que hoy pronunciará una conferencia en Madrid a la que su entorno da gran importancia-avalen la firma del Pacto Nacional por el Derecho a Decidir. Y sin el aval del PSC, lo que los nacionalistas han bautizado como “el proceso” (de transición nacional) volvería a primar la velocidad y el maximalismo sobre la ampliación del perímetro.
Muchos observadores concluyen que Artur Mas está obligado a navegar muy a corto y a intentar dos objetivos que, juntos, son casi imposibles. Por una parte, no romper puentes con Madrid para no cerrar la posibilidad de una consulta legal y poder hacer un presupuesto menos restrictivo. Por otra, garantizarse el imprescindible apoyo de ERC -que juega al enfrentamiento a tope con Madrid- para no quedarse en minoría parlamentaria. ¿Hasta cuándo podrá mantener este equilibrio inestable?
Joan Tapia El Confidencial