Pero durante todo este tiempo esta figurilla- conocida la Venus de Willendorf- ha planteado numerosos enigmas a todo aquel que haya profundizado en su estudio.
La Venus de Willendorf, una pequeña estatuilla de piedra caliza encontrada hace más de cien años a orillas del Danubio en Baja Austria, cerca de Krems, el arqueólogo Josef Szombathy pero sigue siendo una enigma para los expertos y alimentando la investigación arqueológica en el lugar del hallazgo.
La figura, a la que se dió el nombre de Venus por sus formas muy femeninas, elaborada con instrumentos de piedra de fuego, y que hoy constituye el objeto de exposición más destacado del Museo de Historia Natural de Viena, tiene más de 25.000 años.
La estatua correspondiente a la Venus de Willendorf, un reconocido modelo de la belleza paleolítica del período Aurignaciense realizado en piedra caliza, que se encuentra en el Museo de Historia Natural de Viena, la misma presenta un cuerpo con un exceso de grasa corporal en su parte superior, representada con un gran desarrollo mamario y un vientre prominente interpretados como una situación típica de embarazo, y por eso estas y otras esculturas pertenecientes a esa época se les ha relacionado con el culto a la fertilidad.
La estatua correspondiente a la Venus de Willendorf, un reconocido modelo de la belleza paleolítica del período Aurignaciense realizado en piedra caliza, que se encuentra en el Museo de Historia Natural de Viena, la misma presenta un cuerpo con un exceso de grasa corporal en su parte superior, representada con un gran desarrollo mamario y un vientre prominente interpretados como una situación típica de embarazo, y por eso estas y otras esculturas pertenecientes a esa época se les ha relacionado con el culto a la fertilidad.
Durante 90 años, la mujercita desnuda, regordeta, con pechos y la barriga prominentes y pintada originalmente en rojo, descansó en una caja fuerte, hasta que en 1998 se mostró por primera vez al público en una exposición sobre arqueología en el palacio de Schonbrunn de Viena.
Su importancia, según los arqueólogos austríacos, se deduce de que su descubrimiento fue anterior al de otras figuras parecidas, halladas en los años 20 y 30 del siglo pasado en el Pirineo francés, Moravia y Rusia, por haber quedado completa y porque se podía atribuir inequívocamente a un época determinada.
Según reveló Bence Viola del Instituto de Antropología de la Universidad de Viena, coordinador de las excavaciones actuales, el hallazgo de la figurita de 11 centímetros de alto con ocasión de unas obras para una línea de ferrocarril fue ‘el más espectacular pero no el más relevante desde el punto de vista científico’.
Desde que fue descubierta, en 1908, sólo se ha trabajado esporádicamente en la investigación arqueológica del lugar del hallazgo, a pesar de que ofrece perspectivas sumamente interesantes como ‘archivo del clima prehistórico’ y porque permite indagar la evolución durante un periodo de 35.000 años.
En 2006 se reanudaron las investigaciones multidisciplinarias en el lugar con la ayuda de biólogos, geólogos e investigadores de otras especialidades; se centran ahora en capas más antiguas del terreno.
Según el investigador, los estratos de un perfil de cinco metros de largo con sedimentos de loess que en sus capas más antiguas tienen una antigüedad de hasta 60.000 años y, las más recientes, de 24.000 años, constituyen un fenómeno único en Europa Central.
A raíz de ellas se descubrió que en la Europa de hace 40.000 años se produjeron unos cambios gigantescos, de tipo biológico, porque el hombre moderno relevó al de Neandertal, y de tipo cultural, porque surgió una tecnología nueva de elaborar herramientas que inauguró el paleolítico superior.
Por los objetos encontrados de esa época hubo que revisar las ideas sobre el hombre de Neandertal, porque se descubrieron joyas, instrumentos hechos de hueso así como vestigios de técnicas para obtener material de piedra atribuibles a esa especie que anteriormente se consideraban exclusivamente del hombre moderno.
Para responder a las preguntas suscitadas con ello, los investigadores están en busca de herramienta y, según Viola, ‘sería magnífico si se encontrasen restos humanos’, porque entonces se podría esclarecer con toda facilidad quién usó cuándo qué tecnología.
En el lugar de las excavaciones de Willendorf se encontraron un total de nueve capas de culturas diferentes con herramienta de piedra y restos de varios campamentos de cazadores de la Edad de Hielo que vagaban por la zona.
Según Walpurga Antl-Weiser del Museo de Historia Natural de Viena, los hombres prehistóricos cazaban el mamut, el rinoceronte lanudo, el caballo silvestre, el reno, el capricornio, el zorro y el lobo en un paisaje de estepa.
Los científicos creen que unos grupos de entre 15 y 25 hombres solían quedarse en esos campamentos durante varios meses al año, ante todo en invierno, emprendiendo desde allí unas ‘expediciones’ para buscar materiales, coleccionar frutos y dedicarse a la caza.
El análisis de los sedimentos ha dado indicios sobre el clima frío en el Paleolítico; además se encontraron fósiles de más de 50 caracoles diferentes, lo que indica que hubo intervalos menos fríos y muchas oscilaciones.
La ciencia no tiene tan clara la importancia de la Venus de Willendorf para la cultura de entonces y se distancia más bien de las interpretaciones frecuentes que la presentan como símbolo erótico, de fertilidad o como una diosa.
Los expertos no saben todavía dónde la Venus fue elaborada, ni de dónde procede la piedra de la que se hizo, pero los descubrimientos de estatuas parecidas en numerosos lugares de Europa hacen pensar que representaban una idea generalizada por todo el continente.