La tradición ocultista, hace remontar el origen de los rosacruces, a las más antiguas escuelas del misterio de Egipto, teniendo su máximo esplendor durante el reinado del faraón Akenatón, en el año 1.350 A.C.
La secta se extendió a Grecia y luego paso a Roma.Durante la Edad Media, al faltar la libertad de conciencia, la secta adopto diversos nombres, con objeto de pasar inadvertidos, sin embargo durante todas las épocas, la Orden de los Rosacruces no han cesado en sus actividades, transmitiendo sus ancestrales enseñanzas, participando en los avances de las Artes, las Humanidades y la Ciencia en general, predicando la igualdad de sexos y la autentica fraternidad entre todos los seres humanos.
Se dice, que el fundador de la secta, Rosenkreutz, nació en 1.378, se educo en un monasterio, donde curso sus estudios de Teología, pero por su carácter rebelde fue expulsado de dicho monasterio. Dedicándose a viajar por Oriente y Norte de África, allí tuvo contacto con los magos, hermetistas y ocultistas más famosos de la época, este viaje le permitió, en Arabia, penetrar en los misterios de la ciencia hermética, llegando a conocer los secretos de los sacerdotes del antiguo Egipto y los arcanos de Hermes.Rosenkreutz falleció en 1.484, a los 106 años de edad, su tumba fue hallada en 1.604, en el fondo de una cueva, donde había vivido los últimos años de su vida.Sobre la lapida que guardaban sus restos mortales, podía leerse la inscripción: “Me abriré cuando hallan transcurrido 120 años”.
El cadáver de Rosenkreutz se encontró, entero e incorrupto, a su lado había un pergamino titulado “Libro T”, ju
nto a su ataúd habían en forma de manuscritos, todos sus conocimientos que había acumulado a lo largo de su longeva vida y que legaba a la Humanidad, dejando normas para la creación de una sociedad ocultista, con la que reformar el mundo y abrirlo al camino de la sabiduría.En 1614 y en 1615 la Hermandad de la Rosa-Cruz manifestó públicamente su existencia con tres obritas: la «Reforma Universal» (All-gemeine und General Reformation), la Fama Fraternitateis Rosae Crucis y la Confessio Fraternitatis, escritos cuyo autor fue verosímilmente J.V. Andreae (1586-1654)
La Fama relataba la fundación de la Orden por el alemán Christian Rosenkreutz (designado con las iniciales C.R.C.), iniciado por los Sabios de Siria en el curso de un viaje a Oriente; también se encontraba en ella el relato del descubrimiento de la tumba de Rosenkreutz, en la cual los discípulos hallaron, además del cuerpo del Maestro que llevaba en la mano un libro simbólico escrito sobre pergamino, toda suerte de objetos rituales: «espejos de diversas virtudes, campanillas, lámparas encendidas (las famosas "lámparas perpetuas" de los Rosacruces), extraños cantos artificiales (¿una máquina parlante?)... » .
Tal es la leyenda que refiere el origen de la Hermandad y la historia de su fundador, «Cristián Rosacruz [o Rosa-Cruz]», que es, evidentemente, un personaje alegórico, y no el gentilhombre de raza germánica que según dicen dicen vivió de 1378 a 1485. Pero es necesario que el investigador estudie las fuentes reales del movimiento rosacrucista, tarea bastante difícil, pues los documentos seguros faltan a menudo, como todas las veces que se trata de buscar los orígenes de una tradición ocultista.
Durante todo el Medioevo, a pesar de las hogueras y de la Inquisición, nunca cesó la fermentación intelectual: el esoterismo, cristiano o no, fue propagado por organizaciones iniciáticas, sociedades secretas que sintetizaban en teosofías sutiles corrientes de pensamiento de muy diverso origen. Hubo principalmente numerosas asociaciones de alquimistas, hermetistas, cabalistas.
El Renacimiento había de acarrear condiciones ideales para el nacimiento de tales sociedades secretas: el ocaso del poderío de la Iglesia Católica permitía a la curiosidad intelectual, que ya no era frenada por el dogma, desarrollarse cada vez más, favoreciendo el gran progreso de las más heterodoxas doctrinas. Los viajes relacionaban cada vez más los adeptos de todos los países: Nicolás Barnaud (1535-1601) nos refiere cómo, desde 1589, viajó a través de toda Europa «para buscar a los aficionados a la química (es decir, a la alquimia) y comunicarles sus ideas políticas».
En cuanto al célebre Paracelso, había de llegar a ser la gran autoridad para todos los autores rosa-crucistas, que utilizaron con abundancia sus doctrinas, aludiendo más de una vez a su profecía relativa a la llegada del Elías artista: «Dios permitirá -dijo- que se haga un descubrimiento de mayor importancia que debe quedar oculto hasta el advenimiento de Elías Artista... Y es la verdad, no hay nada oculto que no deba ser descubierto, por eso tras de mí vendrá un ser maravilloso, que no vive aún, y que revelará muchas cosas» (Ese Elías artista-decía el Rosa-Cruz Andreae- no es un individuo, sino un ser colectivo, que no es otro más que nuestra Hermandad misma.)Los Rosacruces fueron «alquimistas que mezclaban cuestiones políticas y religiosas con sus doctrinas herméticas» (F.Hoefer).
Fue en Alemania, medio propicio a las ideas de Reforma, donde nació dicha Sociedad secreta, muy al final del siglo XVI, si no muy al principio del siglo siguiente: la más antigua fecha a que podamos llegar es 1598, en la cual el alquimista Studion funda en Nuremberg una asociación denominada Militia Crucifera Evangelica, especia de arquetipo de la Rosa-Cruz, y cuyas teorías se hallan reunidas en una curiosa obra, intitulada Naometria(1604), que estudia «la medida del Templo místico», utilizando el símbolo de la Rosa y de la Cruz, y anunciando una «reforma general» y una «renovación de la Tierra».
Observemos igualmente que se descubren todos los símbolos rosacrucistas en uno de los pentáculos del Amphitheatrum Sapientiæ Æternæ(1598) de H.Khunrath.Los autores han acudido a veces al esoterismo musulmán, y asimismo a los Alumbrados españoles para dar cuenta del movimiento, pero lo esencial de la inspiración de los Rosacruces parece haber sido tomado en las teorías desarrolladas por los discípulos alemanes de Paracelso, conocidas con el nombre de Pansophia («Conocimiento Universal»), aun cuando se encuentran casi todos los vestigios de las doctrinas más o menos teosóficas y místicas.
La Hermandad parece haberse constituido hacia 1600, sin que puedan darse detalles precisos: el juramento de respetar el secreto absoluto respecto de la Orden parece que fue bien seguido por los afiliados hasta 1614, fecha en la cual la Rosa-Cruz creyó conveniente manifestar su existencia al mundo. Sin embargo, parece que debe atribuirse un papel de primer plano a los alquimistas que rodeaban a Rodolfo II de Habsburgo y otros soberanos, como el conde Mauricio de Hesse-Cassel. El pastor luterano J.V.Andreae fue quien habló en nombre de la Hermandad, cuya existencia había de intrigar durante tanto tiempo al público culto de entonces (así como por lo demás, al pueblo)....
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