Los Asesinos deban quizás este erróneo apelativo a la involuntaria equivocación de Marco Polo al traducirlo de la palabra persa "Hashashins". Fue Marco Polo el primer europeo que narró en occidente las costumbres de esta sociedad secreta de los ashashins y su Jardín del Paraíso.
Estos asessinos o Guardianes de la Tierra Santa son o fueron una Sociedad Secreta islámica casi idéntica a la Orden del Templo, nació en Persia en el siglo XI como orden religiosa.Los Asesinos fueron la facción más extremista del grupo religioso ismaelita (chiitas), musulmanes gnósticos de influencia zoroástrica que disputaron la herencia de Mahoma a los sunnitas ortodoxos, defensores del califato de Bagdag como el legítimo líder del Islam. La facción ismaelita apoyaban a los imanes como los legítimos herederos y sucesores espirituales del profeta. Estos musulmanes de acentuada influencia gnóstica defendían el sentido esotérico del Corán, igual que los cabalistas judíos defienden el sentido esotérico de la Biblia. Estaban convencidos de que los imanes poseían el conocimiento que emana la luz divina, trasmitida desde Adán a través del profeta Mahoma.
La Orden de los Ismaelitas fue fundada en el año 760 por Ismael, futuro imán legítimo, desheredado, al haber sido sorprendido bebiendo vino a pesar de la prohibición coránica. Ismael se convirtió de este modo en el Imán Oculto, predicó a lo largo del mundo musulmán una interpretación simbólica del Corán, Siglos después, los herederos de esta doctrina fundaron una sociedad secreta de naturaleza político-religiosa, llamada de los Asessinos.
La doctrina de los assessinos se fundamentaba en el hermetismo, la cábala y la gnosis. Poseían en Alamont un importante observatorio astronómico y una inmensa biblioteca de ciencia y filosofía donde abundaban los tratados alquímicos, cabalísticos y gnósticos.El primer Gran Maestre conocido de los asessinos fue Hassan el Sabbah, conocido como el Viejo de la Montaña. Refugiado con sus discípulos en el fuerte Alamont, en una zona casi innaccesible de las montañas de Irán.
Cuenta la leyenda que construyó junto a su castillo un jardín semejante al Paraíso de Mahoma con sus correspondiente huríes de ojos rasgados negros. Sus discípulos gozaban una especie de vacaciones en aquel paradisíaco lugar como premio, entre misión y misión, tras haber cumplido sus ordenes de asesinar a algún enemigo.
La traición o ruptura del silencio que guardaban celosamente de sus secretos, era duramente castigado, aquel que divulgara la existencia del grupo era condenado a muerte. El conocimiento de esta secta generó un leyenda terrorífica que se extendió por todo el orbe, cargando sobre ellos todos los magnicidios que se sucedían por Asia y Europa.La estructura y graduación de los assessinos era asombrosamente similar a la de la Orden del Templo.
Los grados de poder eran equivalentes, el Viejo de la Montaña se correspondía con el Gran Maestro, los Dais a los Grandes Priores, los Refik a los caballeros, los Fidavi a los escuderos y los Lassik a los simples hermanos sirvientes.
Pero son la analogía de sus indumentarias loa que hace evidente el parecido entre ambas Ordenes, ambos vestían capas blancas sobre las que portaban un distintivo rojo; la pretina los assessinos y la cruz los templarios.Ambas ordenes estaban relacionadas con la construcción, los edificios octogonales son patrimonio de ambas ordenes iniciáticas.Igual que los masones del medievo, en todos los cultos evolucionados los hombres han tenido la necesidad de levantar templos que inmortalizaran la presencia de la divinidad.
Los que tallaban la piedra, levantaban monumentos sagrados utilizaron para la trasmisión de su arte una enseñanza iniciática que no pudiera ser emulada. La ubicación, la orientación, su simbología, especialmente elegidas en relación con antiguos cultos a las fuerzas telúricas son una constante que se repite en las sociedades secretas iniciáticas desde la construcción del Templo de Salomón, lo que nos lleva a suponer que todas ellas tienen algún tipo de parentesco esotérico.
Los assessinos organizaron los Taouq, corporaciones de constructores que, después de una laboriosa iniciación, estaban capacitados para levantar templos y castillos con técnicas precisas y que se remontan al igual que el Templo de Salomón al antiguo Egipto. En sus estatutos secretos se recoge; "Allá donde construyáis grandes edificios, practicad los signos de reconocimiento".
Ello nos recuerda a los Templarios y sus sucesores los francmasones que actuaban del mismo modo.Si los Templarios, como todo parece indicar, aprendieron de los assessinos su organización piramidal, y sus reglas secretas de la construcción, no sería extraño que también de ellos aprendieran los conocimientos de la cábala, la gnosis y la alquimia, lo que les propicio alcanzar su peculiar posición en la Europa medieval cristiana.
El saber es poder, y el saber oculto otorga a quienes lo practican un aura de dioses o demonios. Gran parte del misterio que envuelve a assessinos y templarios y más tarde a francmasones, radica en el conocimiento de ciertos saberes inaccesibles a los profanos.
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