La legendaria Ciudad Blanca, el lugar lleno de riquezas soñado y buscado por conquistadores españoles y exploradores modernos, ha comenzado a “existir” en el caribe hondureño.
Y es que, quizás tratando de que el mito se convierta en realidad, el presidente de Honduras, Juan Orlando Hérnández, acaba de darle el nombre de “Kaha Kamasa” (significa “ciudad blanca” en misquito, idioma de una etnia local) al conjunto de tres núcleos urbanos precolombinos escondidos en la Mosquitia, la región selvática de la costa oriental de ese país.
Pero, ¿se trata realmente de las ruinas de famosa urbe?
Culto al dios mono
En la Mosquitia siempre se han oído leyendas sobre este lugar también llamado Ciudad del Dios Mono, según recuerda en conversación con BBC, Mundo Virgilio Paredes, del Instituto Hondureño de Antropología.
Se decía que era una zona con enormes construcciones de piedra blanca en la que unos sacerdotes vestidos de ese mismo color se reunían para hacer ritos y rendirle culto a un dios mono.
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Emilio Silvestri, director del Instituto Hondureño de Turismo, explica que los conquistadores españoles creían que el área estaba llena de oro.
“En las leyendas todo se exagera. Lo que es una estatua de oro, se convierte en una calle de oro y así sucesivamente”, le dice Silvestri a BBC Mundo.
Atraído por las historias de estos tesoros, en 1939 el explorador estadounidense Theodore Morde se internó en la Mosquitia y a su regreso escribió el libro “The City of the Monkey God” (La Ciudad del Mono Dios).
En sus páginas aseguraba haber llegado a la Ciudad Blanca y haber visto la estatua de un primate. Pero no dio detalles de dónde estaba y la pista se perdió.
Misteriosos jaguares
En 2012 surgieron nuevas esperanzas de volver a encontrar esa mítica ciudad. Una expedición aérea por la tupida Mosquitia detectó por primera vez tres núcleos urbanos que ahora el presidente hondureño ha bautizado como “Kaha Kamasa”.
Cuando fueron descubiertos, los científicos les pusieron unos nombres menos mitológicos: T1, T2 y T3.
La cantidad de representaciones de jaguares, como esta perteneciente a una silla ceremonial, dio pie a que la primera de las tres ciudades se llame Ciudad del Jaguar. Image copyright AFP.
En febrero del 2015 un equipo de arqueólogos exploró por primera vez T1 y se pensó que podía pertenecer a la legendaria urbe.
Ahora, en una última expedición, unos investigadores de los institutos hondureños de Antropología y de Turismo, de la revista National Geographic y de la Universidad Estatal de Colorado (EE.UU.), extrajeron las primeras 60 piezas arqueológicas de T1.
Entre los objetos hay jarrones y tazones de piedra con figuras de jaguares, así como cerámicas con decoraciones de lagartijas y guacamayos.
También hay una vasija adornada con la cabeza de un buitre, que pudo haber sido un vaso ritual, y una tinaja con cabezas de jaguar y de forma humana.
Esta silla ceremonial con figuras de jaguar hace pensar a los arqueólogos que el lugar en el que se encontró servía para realizar ritos religiosos. Image copyright Reuters.
Chris Fisher, investigador de la Universidad Estatal de Colorado, dijo que la vasija con la cabeza de un ave se elaboró entre los años 1.000 y 1.500 d.C, según un comunicado de la Presidencia de Honduras.
La pieza principal es una silla ceremonial de piedra con la figura de un jaguar. Tiene forma de metate (piedra para moler maíz), pero los arqueólogos creen que fue un asiento para gente de clase alta.
En la primera ciudad hay, además, una pirámide y otras construcciones de adobe que dan la idea de que el lugar servía para realizar actos religiosos, según le dijo a BBC Mundo Virgilio Paredes.
Más grande que Copán
Paredes estimó que la que algunos creen que podría ser la Ciudad Blanca, podría ser cuatro veces más grande que Copán, centro arqueológico maya ubicado en Honduras, que es patrimonio de la humanidad.
Escultura de Copán, Honduras, centro arqueológico de la cultura maya que es patrimonio de la humanidad. Image copyright AFP
Ante la importancia del hallazgo, el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, acompañó esta semana al equipo de arqueólogos en la primera excavación y presentó la silla ceremonial con la cabeza de un jaguar en el departamento de Olancho, al este de Honduras, donde funciona un centro de investigaciones de estos restos arqueológicos.
En honor a la figura del felino, el presidente bautizó a T1 como la Ciudad del Jaguar.
“Dios nos ha bendecido al vivir este momento tan especial en la historia de Honduras y para muchos amantes de la arqueología”, dijo Hernández.
Agregó que el hallazgo genera “una gran expectativa de lo que esto significará para Honduras y para el mundo”.
Pero, ¿prueban estas piezas que T1 y sus áreas vecinas son parte de la Ciudad Blanca?
No es un lugar…
El ministro de Ciencias de Honduras, Ramón Espinoza, le dijo a BBC Mundo que debe haber más investigaciones para determinar si uno de los tres núcleos urbanos que se han encontrado es la Ciudad Blanca, ya que no se sabe bien a qué lugar físico se refería la leyenda.
Los arqueólogos tuvieron que bajar en helicóptero a la Ciudad del Jaguar, ya que de otra forma es casi inaccesible. Image copyright AFP.
“Cualquiera de los tres podría ser el que originalmente se llamó Ciudad Blanca, por la cantidad de piedra caliza que hay en la zona. Además, no hay otro lugar de América Central en el que haya una civilización perdida“, dijo.
Sin embargo, hay otras opiniones que muestran más escepticismo ante la existencia de la Ciudad Blanca.
En marzo del 2015, el arqueólogo de la Universidad Estatal de Colorado, Christopher Fisher, dijo a BBC Mundo que para él, “la Ciudad Blanca no es un lugar, sino que es la idea de selva prístina que existe allí”.
“El valor de la Ciudad Blanca es que muestra a los hondureños que hay partes de su país que son jungla virgen, un laboratorio viviente que tal vez podamos poner en el centro de atención para ayudar a preservarlo”, opinó.
Agregó que una zona que no ha sido tocada por nadie durante muchos siglos es de por sí un tesoro ecológico.
Así que, por ahora, habrá que esperar para saber si se ha hallado la Ciudad Blanca.
Terrae Antiqvae