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La camaradería entre la ministra y los amigos de Villarejo llega a tal punto que los mandos policiales se dirigen en varias ocasiones al entonces magistrado de instrucción de la Audiencia Nacional y a la fiscal con los motes cariñosos de ‘Lola’ y ‘Balta’, lo que desmonta aun más si cabe, la versión de la ministra de Justicia.
La hoy ministra bromea abiertamente sobre sexo, comenta asuntos judiciales y policiales, y tiene conversaciones sobre asuntos de índole íntimo y familiar con Villarejo, el resto de los comisarios de policía y su compañero de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón.
Dolores Delgado, quien es identificada
como “pareja” del magistrado en la conversación previa que tienen los mandos policiales antes de que estos lleguen al restaurante, relata nada más sentarse en la mesa la polémica del día:
la llegada a España de dos piratas somalíes –uno de ellos presuntamente menor- que habían sido detenidos por la Armada en un esquife tras formar parte
del secuestro del pesquero ‘Alakrana’ en aguas del Índico.
La entonces fiscal lamenta la “horrible” imagen que está dando España, “de país bananero” y “de coña”, por las peripecias del caso que desencadenó la fragata ‘Canarias’ en aguas somalíes. Los detenidos fueron trasladados en avión desde las costas africanas a la Audiencia Nacional para que se les tomase declaración bajo la acusación del delito de piratería.
“Ni menor ni pollas. Tiene dermatitis, tiene sífilis, me cago en Dios, que cuando lo llevaron al hospital –el Gregorio Marañón-, ¿por qué te crees que venía con un mono blanco?”, advierte uno de los comisarios.
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Garzón no participa en esta parte de la conversación porque se ha dejado el móvil en el vehículo oficial que le ha llevado de la Audiencia Nacional al Rianxo y ha tenido que volver a por él, pero tras incorporarse a la mesa acapara toda la atención. Primero le preguntan por su causa en el Supremo para evitar la inhabilitación como juez.
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Y a continuación, entra de lleno en el caso ‘Alakrana’ ya que, de inicio, el caso recayó en él por ser el juez de guardia, aunque el exmagistrado confiesa que sorprendentemente estaba en una boda durante su guardia.
Garzón critica “lo torpes” que han sido los mandos de Defensa en este asunto ya que lo más fácil, a su juicio, hubiera sido aprovechar el “limbo jurídico” y utilizar a los piratas detenidos como “moneda de cambio”.
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El magistrado confiesa que hubiera sido mejor “abordar” el ‘Alakrana’ con todas las consecuencias. “Que mueren una persona, que mueren dos. ¡Qué le vamos a hacer! En la vida, aquí puede haber un atentado y que mueran cincuenta”, justifica.
Además, desvela que en Defensa ha habido “bronca” ya que el entonces JEMAD, el hoy dirigente de Podemos José Julio Rodríguez, se negó a la intervención militar pese a la presión “de los operativos”.
Los comensales terminan alabando la firmeza mostrada por la Francia de Nicolas Sarkozy, quien ordenó directamente ametrallar a varios piratas somalíes unos días antes en el desenlace de otro secuestro. “Los gabachos son muy bordes”, sentencia Villarejo.
DOLORES DELGADO Y GARZÓN HABLAN DE SUS COMPAÑEROS
Tras ello, Garzón vuelve a monopolizar la comida lanzando una pulla al entonces presidente de la Audiencia Nacional, el “acojoneras Angelito Juanes”, por salir únicamente en defensa del magistrado Eloy Velasco “cuando ha puesto a la etarra (Maite Aranalde) en polvorosa” -en “libertad máxima” precisa Delgado-, cuando Santiago Pedraz se encuentra ese día con que el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, está sugiriendo una posible “prevaricación” con los piratas somalíes. “Se ha quedado el chaval con un agobio…”, apostilla Delgado refiriéndose a Pedraz.
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La conversación sobre el ‘Alakrana’ concluye de forma lapidaria por parte de uno de los comisarios. “Si es menor y dice que quiere estar en Somalia”, les dice a Garzón y Delgado, “le coges y le metes en un avión y pum: a tomar por culo y te quitas del medio al negrito”.
El almuerzo dura casi cuatro horas, si bien el magistrado y la entonces fiscal se van a las tres horas de comida. Es significativo que, en su agradecimiento por la medalla obtenida, sólo hubiera dos personas que no fueran policías, el dúo Garzón-Dolores Delgado. El exjuez tenía entonces -y mantiene- una fuerte relación de amistad con Villarejo.
La confianza personal era fuerte también con quien Villarejo llama “la Lola”, la ministra Dolores Delgado que ha negado cualquier relación con el ex comisario ahora en prisión, y al que se le atribuye entre otras cosas, un pulso al Estado. Ambos comentan con total confianza asuntos íntimos de la relación de la fiscal con una pareja de menor edad y ella le explica su criterio sobre cómo se comportan los hombres.
DELGADO SE BEBE EL VINO DEL MAGISTRADO
En la conversación no faltan comentarios sexistas, homófobos contra compañeros de la carrera judicial y chanzas sobre personalidades del entorno. Durante el almuerzo se sirvieron varias botellas de vino y cervezas. En un momento dado Garzón advierte a los policías de que “aquí hay una fiscal que solo está bebiendo cerveza. Aunque luego bebe el vino de mi copa”, comentario que los comisarios acompañan con sonoras risotadas.
Poco antes de las tres horas de ágape, Dolores Delgado dice a sus compañeros de mesa, “bueno, yo me voy a por mi niña”. La hoy ministra y Baltasar Garzón se van juntos, igual que habían llegado. Cuando se alejan de la mesa Villarejo hace un comentario para sí mismo: “Ayyy, qué malandrín”.
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