Slavenka Drakulic es una escritora croata que, como toda su generación, vivió en primera persona las terribles guerras que sacudieron los Balcanes. Quedó vacunada contra el nacionalismo y tiene buen ojo para detectarlo en cuanto se acerca a esta destructiva ideología que tantos ríos de sangre ha hecho correr.
En una interesante entrevista en Jotdown, Drakulic revisa varios aspectos de su obra y entre ellos se detiene en el nacionalismo, que distingue muy bien del sentimiento natural de amor a lo tuyo: “La característica del nacionalismo, su definición, a diferencia del patriotismo, es que el nacionalismo necesita un enemigo. Sin un enemigo no puede existir. Es como un espejo: como yo soy mejor que tú, como mi país es mejor que el tuyo”.
Y explica muy bien también cómo pudo desatarse la locura de una guerra atroz en su país:
“En Croacia, tras cinco años de horrorosa propaganda, la gente acabó votando a un Gobierno proguerra. Y en el otro lado, en Serbia, pasó igual… La mayor dificultad con el nacionalismo es que creemos que somos seres racionales, pero el nacionalismo es política de emociones. Política populista. Tienen que provocar emociones, y en el nacionalismo la emoción más importante es el odio.
Tienes que provocar odio y para eso tienes que convencer a la gente de que los otros son un peligro para ellos. Hace falta una base psicológica para llegar a un conflicto serio que no se puede crear en una noche, de un día para otro. Hacen falta años. En Bosnia lo lograron…
Si el odio tiene una base histórica, es más fácil crearlo, pero también se puede crear sin antecedentes históricos. Se puede crear un peligro imaginario.”
Drakulic explica también que nadie está a salvo de un conflicto bélico provocado por el nacionalismo:
“Lo que la gente en España tiene que entender es que la guerra no pasa de hoy a mañana, hay que prepararla. Requiere preparación psicológica, tienes que asegurarle a la gente que tiene un enemigo que va a por ellos, que están en peligro y que es legítimo luchar contra ellos. Este proceso necesita tiempo, en Yugoslavia fueron cinco años por lo menos. No fue de un día para otro.
Como he dicho antes, para llegar al tabú más grande que hay en nuestra cultura, matar a una persona, primero tienes que convertirla en el enemigo. En un ser que ya no es humano. Eso es justo lo que hace el nacionalismo. Deshumanizar.Sin legitimar la violencia la gente no se lanza a la acción, pero una vez que corre la sangre ya no se puede parar.”
Y a la pregunta del millón, ¿Ve algo así posible aquí?, responde:
“Todo es posible en todas partes. Erdogan cuando empezó también era muy demócrata y ahora es un dictador. Nosotros en los Balcanes hemos aprendido que la historia también puede involucionar. Si aquí nadie para el nacionalismo, claro que es posible que haya aquí una guerra.”
Pues ya lo ven: creación de un enemigo, victimismo, odio alentado y programado, deshumanización de quienes no piensan como ellos… Todo aquello de lo que advierte Drakulic son los rasgos más destacados del nacionalismo lazi y del prusés que promueve.
Haríamos bien en tomárnoslo en serio.
https://www.bioguia.com/tecnologia/esta-es-sorprendente-razon-redes-sociales-te-hacen-estar--enojado_30884212.html
Dolça i balcànica Catalunya…
El independentismo asalta la cúpula de la justicia catalana
Roser Bach, esposa del exconsejero de Justicia Germà Gordó, se incorporará al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña tras finalizar su mandato en el CGPJ
Carles Puigdemont y Quim Torra ante los jueces de la cúpula de la justicia catalana / FOTOMONTAJE DE CG
18.10.2018 00:00 h.
El independentismo acaba de poner una pica en la justicia catalana. La hasta ahora vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Roser Bach, ha sido destinada a la Sección de Apelación de la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Su mandato en el CGPJ, que ocupa desde 2013, acaba el próximo 4 de diciembre, al igual que el de los otros 19 vocales.
Bach es la esposa del exconsejero de Justicia Germà Gordó, quien cayó en desgracia tras aparecer en la trama del 3%. Gordó, que llegó a sonar como sucesor de Artur Mas, fue etiquetado como “el conseguidor”, es decir, como el intermediario entre los empresarios que pagaban mordidas a cambio de obtener obra pública.
Bach, propuesta por el PSOE a petición de CiU, siempre estuvo considerada como un caballo de Troya del independentismo en el CGPJ. Se negó a firmar el documento de apoyo a los jueces catalanes en el que se denunciaba "el intolerable ataque a su independencia por parte de aquellos que han cuestionado su actuación en la querella por la consulta alternativa del 9N".
La justicia catalan, clave para el independentismo
Roser Bach tiene un amplísimo currículo judicial. Licenciada en Derecho por la Universidad de Barcelona, accedió a la carrera judicial en 1989 y fue directora de la Escuela Judicial entre 2011 y 2013. Durante 20 años ha estado destinada en la Audiencia de Barcelona. A partir de ahora ocupará una plaza en un estamento judicial clave para los independentistas, quienes conciben el TSJC como el último tribunal de apelación de un futuro Estado catalán.
Asimismo, los procesos contra los dirigentes secesionistas responsables del procés han demostrado la importancia que supone el control de la justicia catalana. De hecho, la ley de transitoriedad jurídica a la república catalana contemplaba el control absoluto de los jueces por parte del Govern.
Roser Bach --segunda por la izquierda--, vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), junto a Artur Mas
Su traslado al TSJC es contemplado con el mismo recelo que despertó entre determinados sectores de la judicatura catalana Núria Bassols, cuando se incorporó a la Sala Civil Penal del TSJC tras ser cesada como Comisionada de Transparencia de la Generalitat.
Poco después de ser investido presidente de la Generalitat en 2011, Artur Mas nombró a Bassols Comisionada de Transparencia. Su designación fue interpretada como un premio por haber archivado la causa contra el diputado de CiU Ferran Falcó, implicado en el caso Adigsa, cuando ejercía de magistrada del TSJC.
Las circunstancias personales de esta magistrada son parecidas a las de Bach, pues también dirigió la Escuela Judicial y está casada con uno de los empresarios detenidos en la operación contra el 3%, Josep Manel Bassols, exalcalde de Anglés (Girona).
ERC pidió su cabeza tras el cambio de gobierno y regresó al TSJC. Sin embargo, el CGPJ ordenó en 2017, y a petición del alto tribunal catalán, su traslado al ámbito contencioso durante un año.
Núria Bassols, magistrada del TJSC, en una imagen de archivo
La justicia catalana siempre se ha resistido a la penetración del independentismo. Se trata de un cuerpo nacional donde existe una gran movilidad debido a la falta de tradición opositora en Cataluña.
De ahí que muchas plazas sean ocupadas por jueces procedentes del resto de España que, al poco tiempo, concursan para regresar a sus lugares de origen o a Madrid.
Esa movilidad se traduce en un nivel bajo de utilización de la lengua catalana y en un terreno vedado al soberanismo, que aprovecha cualquier oportunidad para marcar perfil en este ámbito.
Ayer, Montserrat Muñoz, directora general de Modernización de la Administración de Justicia de la Generalitat, se presentó con un lazo amarillo --símbolo de apoyo a los presos independentistas-- a una reunión por videoconferencia con miembros del CGPJ, quienes instaron a la representante catalana a quitarse ese símbolo. Muñoz se negó y el CGPJ cortó la conexión.
El último intento catalán de tomar posiciones en la justicia catalana fue abortado el pasado verano por el CGPJ y por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) cuando ambas instituciones desmantelaron el Equipo de Mejora Continua creado por la Consejería de Justicia.
Entre sus funciones destacaba una inspección encubierta, pese a no tener competencias para ello, y el acceso a los sistemas de gestión procesal. Es decir, al banco de datosjudicial. La cautela de los jueces estaba plenamente justificada tras las manifestaciones públicas del exsenador de ERC y magistrado Santi Vidal, quien aseguró que la Generalitat tenía datos de los catalanes obtenidos de forma ilegal.
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